Señoras y señores, queridas y queridos, ¿qué tal están?

 

Asisto ensimismado al debate sobre el master de Cifuentes. Bueno, cuando digo debate me refiero a todo el mundo dando por hecho que no hay ningún master (parece obvio), a los de Cs mirando hacia arriba con la actitud del guardia urbano que grita ‘circulen, aquí no hay nada qué ver’ y al PP entrando en barrena en un desesperado intento por defender a una mamarracha que no tiene defensa posible. Contemplo el espectáculo con una combinación de hilaridad y bochorno: no sé si reírme o mudarme. O mudarme mientras me rio.

 

Qué clase política, damas y caballeros. Se le atragantan a uno las palabras en la garganta al tratar de definir a todos/as estos/as advenedizos/as, correveydiles, papanatas y mequetrefes/as que transitan por los hemiciclos de nuestro país. Se les ha encogido el traje (como la dignidad) y siguen andando por ahí erguidos como un perchero que de repente ha cobrado vida y quiere salir a la calle a presumir. Es tanta la vergüenza que se le quitan a uno las ganas de votar, de participar activamente en este circo de payasos que nunca duermen (con todo mi respeto a los payasos, una profesión maravillosa), de criaturas que se revuelcan el fango y luego nos miran como si olieran a rosas.

 

Dicho esto, que espero que me permitan como desahogo dominguero, vayamos a lo nuestro.

 

Este fin de semana se ha estrenado en Estados Unidos A quiet place (Un lugar tranquilo, creo que la han llamado aquí) y tal como yo predije: ha arrasado.

 

La película costó 18 millones de dólares y ha hecho más de 50 solo en Estados Unidos. A eso le llamo yo rentabilizar una inversión ipso facto.

 

Recuerden que la película se estrene en España el 20 de abril. No me hagan enfadar y no se la pierdan.

 

Y ahora vamos con un estreno de esta semana: Juego de ladrones.

 

¿Saben cuál es el problema? (es una pregunta retórica, no se preocupen). Pues que es una película que ya hemos visto, y la hemos visto varias veces. ¿De qué va? Pues de un grupo de atracadores perseguido por un grupo de policías. ¿Original, eh?

La peli no está mal, tiene buenas escenas de acción, es potente en conjunto y el reparto cumple con creces. Sería suficiente si no tuviéramos Heat o The town. La primera es un puto clásico, lo último realmente relevante que han hecho tanto Al Pacino como Robert DeNiro, el mejor tiroteo de la historia del género (y posiblemente de la historia del cine), diálogos de esos que te dejan pálido, un reparto despampanante (Val Kilmer, Tom Sizemore, Ashley Judd, Amy Brenneman, Jon Voight, Tom Noonan, Wes Studi, etc) y una dirección y un montaje que pueden plantarle cara a cualquier película de cualquier género del último medio siglo.

 

The town es un peliculón (no a la altura de Heat, ojo) sobre el barrio con más atracadores de bancos de la historia de Estados Unidos: Charlestown. Se calcula que el 80% de los tipos que roban bancos en EEUU han salido de ese sitio en Boston. Dennis Lehane me contaba hace un par de años que los polis americanos llaman el ‘Charlestown hoop’ al salto que hacen los atracadores para pasar al otro lado del mostrador en los bancos. Imagínense si tienen predicamento los atracadores de ese bonito barrio.

 

Dennis Lehane es el guionista de Mystic river y The wire, entre otras maravillas. Y –obviamente- es de Charlestown, aunque escogió no atracar bancos.

 

¿Por dónde iba? Ah sí, The town. Pues eso, peli cojonuda. Con Ben Affleck muy bien (sí, he dicho Ben Affleck muy bien) delante y detrás de la cámara y perfectos Rebecca Hall, Jeremy Renner, Jon Hall y Titus Welliver. Dirección extraordinaria, magnífico guión y un par de atracos bestiales (visualmente, claro).

 

¿Quieren ir a ver Juego de ladrones? Ahórrense el dinero y quédense en casa viendo en programa doble Heat y The town.

 

Chimpún.

 

T.G.