Señoras y señores,
Les escribo al filo del verano, justo antes de que acabe este domingo de bochorno en Barcelona. Después de pasarme nueve horas en la habitación de un hospital con la mascarilla puesta viendo a mi padre dormirse y despertarse, conectado a una máquina de oxígeno mientras su compañero de habitación (se ve que lo correr la cortina es una cosa que ya no se lleva) se duele de la pierna que le acaban de amputar (la segunda). Huelga decir que un servidor (que ha trabajado en un hospital) no tiene más problemas pero quizás a mi padre le parezca algo duro girar la cabeza y ver al señor con los dos muñones. Sabiendo que entró en el mismo hospital con un diagnóstico parecido.
Nueve horas de eso, en un domingo veraniego, sin más distracción que mirar el whatsapp (entre la mascarilla y los guantes escribir algo mínimamente coherente me parece complicado) y esperar que alguien diga algo. Curiosamente, los domingos nadie dice nada. Todo el mundo desaparece. Ah sí, también hay una televisión de 9 pulgadas donde sólo se coge Antena 3 y Tele 5, a 1 euro la hora. Hagan números.
He intentado leer un libro, uno de esos con mucha acción y demás, pero tampoco he acabado de cogerle el punto y he acabado mirando al techo, ya saben, para pensar en mis cosas. Es estupendo pasar las horas así, se lo recomiendo a todos aquellos que consideren aburrido ir al cine o jugar a la playstation.
Otro día hablaré del menú del bar. O de sus magníficos bocadillos a precios realmente competitivos. No entiendo que Ferran Adrià aún no haya colaborado con ellos.
En fin, hasta ahí mi día, otro día para enmarcar. Nunca olvidaré este estupendísimo 2015 y todos los parabienes que me ha traído.
Pero hablemos de cine, aunque de lo que me apetecería hablar es de dónde puedo comprar un lanzallamas.
Este fin de semana se ha estrenado un peliculón.
Ya saben que no soy partidario de los entusiasmos, más bien lo contrario, pero esta semana me he entusiasmado porque dos motivos:
a) Porque se ha estrenado la película de un amigo.
b) Porque la película es una auténtica maravilla.
La maravilla en cuestión se llama It follows.
Seguramente, no se habrá estrenado en su ciudad, a menos que viva usted en una capital de provincia con algún cine con inquietudes artísticas. Para empezar, es una película muy pequeña; además es de terror. Y para acabar, no sale ningún actor/actriz conocido/a.
Ahora bien, si les digo que es la mejor película de terror que he visto en mucho (mucho) tiempo, deben saber que no lo digo porque David Mitchell sea mi amigo. Se lo digo porque It follows es una de las mejores películas de terror del s.XXI.
Les explico el arranque pero les pido que no miren el tráiler ni lean nada sobre ella. Lo que les voy a explicar acaece en los primeros cinco minutos así que esto no es un spoiler gigante, pero si desean no saber nada sáltense el siguiente párrafo y listos.
It follows sigue las (terribles) peripecias de una adolescente que después de un encuentro sexual bastante aterrador empieza a ser perseguida por un ente, una presencia maligna.
Así, con ese planteamiento casi minimalista arranca un filme sin concesiones, realmente aterrador, donde el mal adolece de un rostro o nombre concretos y que basa su fuerza en una atmósfera enfermiza y claustrofóbica que se te mete en los huesos.
No sé porque me asustó tanto, quizás me cogió en un momento de hipersensibilidad (últimamente parezco uno de esos músicos atormentados que sólo saben hablar de rupturas, desazón y enfermedades mortales) o quizás es que –realmente- es pavorosa, pero les aseguro que hay algunos planos en It follows que van a perseguirme mucho tiempo. De esos que van a hacer que cuando se cierre una puerta porque hay corriente pegue un salto de tres metros.
Me gustaría explicarles más pero no quiero chafarles la experiencia. Sólo quiero advertirles de que no es un filme rápido, ni trepidante y que no tiene nada que ver con esas películas que usan trucos visuales o de sonido para asustarle. El terror de It follows es real y rima con mucho de nuestros miedos, o de los que sufríamos cuando éramos adolescentes… que no es que hayan cambiado mucho, la verdad.
Vayan, vayan y cuéntenlo aquí.
(Sé que he creado muchas expectativas pero también creo que se verán satisfechas)
Abrazos/as,
T.G.
Acabo de buscar y en ningún cine de mi provincia está. Como quizás haga un viaje corto me ha dado por mirar en otra capital y resulta estar en el más comercial de ellos (tampoco es que tengan muchos, más aún después del cierre del más auténtico). Me la apunto para ver.
El detalle de la cortina me parece importante sobre todo para el estado de ánimo de su padre, aunque creo que si le pone dos horas de «telecirco» se le olvidará pronto, no creo que haya mayor crueldad para ambos; ya sea por el visionado o por el pago de los dos euros correspondientes.
¡Mucho ánimo!
El otro día me sorprendió ver el cartelón en un multicine sito en un centro comercial semi cerrado de Albacete (Imaginalia) en el que el promedio de personas por sala no debe de superar las 6 personas/sesión. Así que iremos a verla. Si es que antes no han cerrado los cines.
Vuelvo a asomarme ligeramente de mi cueva, aunque sea para que se me vea el flequillo (cada vez menos profuso), el frontón (avanzando sin temor ni pausa sobre el anterior) y un poco los tímidos ojillos. T.G. es que usted consigue que me lo pase pipa leyendo. Sigue haciendo aflorar sentimientos variopintos a través de sus escritos. Entre lo Naif y preguntándome ¿ Quién dijo miedo?, tuve que salir Por Piernas apagando el ordenador tras leer sobre la sombra de Ella (que siga siendo eso al menos y no un recuerdo mientras todas las partes puedan sobrellevarlo) y pensando si Han Solo resurgirá de sus Cenizas para darnos una poderosa 7ª entrega en su ya 3ª edad. Cuanto más inteligente se es, más complicado se vuelve esa utopía de la Felicidad. El motivo básico es porque hay que llenar más espacios. Digamos que un limitado intelecto sólo necesita de un par de vasos, muchos de ellos encima comunicantes para poder sentirse feliz. Sin embargo, el inteligente y/o intelectual necesita y/o cree necesitar rellenar cantidad de depósitos y de diversos volúmenes diferentes para satisfacer su nivel de felicidad mínimo. Ojalá que el inteligente supiera también adecuar esa inteligencia para satisfacer su pirámide de necesidades sociales, pero no todo el mundo tiene la capacidad que le gustaría para autocompletarse. Si bien el ser humano no es como esa pintura cuasimilagrosa que se autorepara, nuestro organismo tiene una capacidad de reparación propia bestial, al igual que muchos otros seres vivos. En ello además influye nuestro estado anímico de una manera brutal, tanto positiva, como negativamente. La lástima es que no hemos sido capaces de escuchar aún a nuestras células, las cuales de una forma automática y en formación de a millones si son necesarias, son capaces de zanjar muchos de nuestros problemas físicos. Lo ideal sería que nuestras neuronas, sus sinapsis y todas esas cositas que, también formadas por células, tenemos en el cerebro y que estimuladas con hormonas y descargas eléctricas, pudieran hacernos ver el camino de trascender del arreglo físico al metafísico. En tal caso, lo mismo ya no seríamos humanos, si no una evolución tipo Vision en Los Vengadores (lástima que no pusieran el tema de Queen, One Vision, en su aparición, habría sido extasiante). Pero somos humanos, con nuestros recuerdos, nuestra actualidad y lo que pensamos que el futuro nos devengará. Muchos de los que acudimos a esta web, a estos blogs, tendremos recuerdos geniales y experiencias maravillosas. Seguramente la mayoría de ellas ligadas a situaciones y éstas mismas, conformadas por Personas. Y es que, si tuviera que decidir cuál es mi peor miedo, a pesar de que no soy excesivamente extrovertido, sería a la soledad. No a la buscada por uno mismo en ocasiones para relax y goce propio. Si no a la ausencia de cualquier Ser con el que poder interactuar. Pensar que se es el único y que esa situación es perpétua. Por fortuna, cada uno tendrá sus amigos, sus familiares (los deseados y los no tanto), sus vecinos (ídem de lo mismo) y también a sus rivales, los cuales tienden a que intentemos superarnos y también ayudan a su modo a la mejora de cada cual. Saludos otra vez a todos los que leen esta web, éste y otros blogs relacionados que nos alimentan .
P.D. es tal el poder de sumisión que estoy empezando a tener con este blog, que ya apenas saco tiempo o ideas que se puedan plasmar al menos dignamente para poder escribir en el del sr. Moltó, en el de la madre de Max y en tantos otros que me animan a participar en ellos tras leerlos.
Paciencia. Hay médicos como esos que Ud. dice. A un tío mío lo «mataron» de palabra, poniéndole una fecha de consumo preferente más bien inmediata. Y más de diez años después el hombre sigue dando guerra. Eso sí, a mi tía y mi primo seguro que el susto / disgusto les quitó meses de vida.
Torrente me dice que ya ha terminado de comprar entradas para «Ex machina». Me suena haberla visto anunciada. Pero luego la que vi fue la de Banderas y Melania sobre los robots que se convierten en personas, Autómata. Igual que solo vi la de Robin Hood que no era de Kostner ni de Crow, sino de un fulano con bigote.
¿Por qué se plagian las productoras y sacan películas sobre el mismo tema casi a la vez? Luego acabas viendo la que no toca.
No. Las de terror no, que ya sabe que luego me lo hago encima.
Seguro que no es el mejor momento para este comentario.
Hace semanas presentó por aquí «La fiesta de despedida», una de esa películas pequeñas que en los grandes cines si aparecen lo hacen un día. Había mas de 60 personas en la sala de un cine viejo que se resiste a morir y donde la entrada cuesta 5€. Si no fuera por Vd. no hubiera ido a ver esa película.
Me gustó, me gustó mucho, la muerte digna de las personas es una asignatura pendiente y el tratamiento que se hace en la película me encantó. Al éncenderse la luz del cine se percibian bastantes ojos llorosos, incluídos los míos.
Para adelante siempre, pa trás ni pa coger impulso.
un abrazo.
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