Amigos y amigas,
¿Qué tal están?
He vuelto. Como Juda Ben-hur a Jerusalén, después de tres años en galeras. Pero yo no busco venganza, lo prometo. Si así fuera, lo confesaría de inmediato.
Esta semana se estrenan tropecientas mil cosas. Ojalá pronto todo vuelva a estrenarse en cines y no tengamos que conformarnos con verlo en la tele (no es lo mismo. No. Es. Lo. Mismo), pero, de momento, nos conformaremos con lo que hay.
Arrancaremos con una peli que me ha parecido absolutamente entretenida, lo cual es todo lo que necesito para un viernes de pandemia.
Se llama Without remorse (Sin remordimiento) y la protagoniza un tipo llamado Michael B. Jordan.
Jordan es un actorazo. El tipo que hizo que funcionara Creed o el malo de Black panther. Y aquí hace de un soldado de las fuerzas especiales que se ve metido en un inmenso lío con los amiguetes del imperio ruso, después de que alguien (no sé si esto es un spoiler, si alguien prefiere no saber nada que deje de leer ahora mismo) asesine a su familia.
Un modelo que funciona
No nos vamos a engañar, esta es la clásica película de acción de toda la vida que antes hacía Charles Bronson, después Steven Seagal o Will Smith o Jason Statham y ahora puede hacer cualquier otro. Le cambias el actor a la peli, pero la peli sigue siendo la misma. Es un modelo que funciona, porque no hay nada mejor que una buena venganza para acabar bien la semana.
La diferencia con algunas de esas pelis (hechas con cuatro chavos), es que aquí hay pasta para aburrir: un accidente aéreo de la hostia, explosiones de peli de Roland Emmerich en las que los alienígenas invaden la tierra, francotiradores, terroristas suicidas, una pelea en una celda que te deja los pelos del cogote como escarpias, asaltos a edificos, coches rotos a mansalva y tanta potencia de fuego que el desembarco de Normandía parecería una guardería.
Luego ya el guion pues eso: todos sabemos a que hemos venido aquí y no es a dar la charleta.
Así que si les apetece ruido del gordo, Without remorse es lo ideal. La tienen en Amazon Prime, que es la plataforma que ha pagado la fiesta. Ya sabes: alguien tiene que pagar la fiesta.
A los siete minutos, hasta el gorro
La otra cosa se llama Chaos walking y ya les he dado todas las pistas que necesitaban.
La otra ‘cosa’.
Es inexplicable que alguien haya puesto su dinero en una película sobre un tipo que se pasea por ahí tratando de que le podamos leer el pensamiento. Bueno, la verdad es que todos se pasean por ahí con una especie de nube en la cabeza. Esa nube son lo que piensa cada uno de ellos y la gracia está en ocultárselo a los demás. Lo que pasa es que a los siete minutos ya estás hasta el gorro de la gente, la nube, los pensamientos y de la madre que los parió a todos. Dan ganas de gritarle a la pantalla, ‘no me cuentes tu vida, coño’.
Es tan aburrido el asunto que no sirve ni para mirarla mientras haces otra cosa. Creo que la ofensa más grande que puede generar una película que -teóricamente- está pensada para conquistar al gran público. Y que encima ha costado un montón de pasta.
No me parece bien, pero el dinero no es mío.
En fin. Ya les he advertido de lo bueno y de lo malo.
Abrazos/as,
T.G.