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No es una comedia, pero da para reírse (mucho)

Amigas y amigos,

Qué tal la vida? Espero que les sonría y les abrace. En serio.

Hoy han estrenado Marbella. Si la miran es probable que no sientan que la vida les sonría y les abraza y prefieran romper la tele a cabezazos. No se puede tener todo, siempre lo digo.

Y qué demonios es Marbella? Se preguntarán ustedes. Pues una serie que podría haber estado muy bien porque la gente implicada tiene buenos curriculums y demás. Una serie que versa sobre las mafias marbellíes de todo tipo y pelaje, todo ello explicado a través de la historia de un abogado que se dedica a defender a criminales a cambio de una buena pasta.

Así contado, hasta parece interesante, eh? Abogados, mafias, criminales. Sí, igual hubiera estado bien si la hubiera dirigido Guy Ritchie, pero no es el caso.

Para empezar, el que interpreta al mencionado abogado es Hugo Silva. No tengo el gusto de conocerle, seguro que es una gran persona y un orgullo para su raza, pero como actor pues igual no. Forma parte de ese grupo de personas humanas compuesto por nombres como Miguel Herranz o Jamie Lorente. Gente muy guapa y muy pintona y que se quitan muy bien la camiseta, pero que luego tienen la profundidad dramática de un geranio (muerto). Por cada David Verdaguer o Pol López, hay treinta de estos: chavales que viven de ser guapos. Como el tertuliano que vive de ser polémico. Un día te vas a la putísima mierda, pero mientras tanto coge el dinero y corre.

En Marbella empiezan ya con ese recurso tan barato de la voz en off, luego rompen la cuarta pared y luego ya quieres clavarte el mando de la tele en el esternón.

Los personajes son risibles, los mafiosos parecen sacados de una telenovela lituana y la trama la has visto cinco mil veces antes en cinco mil películas y series distintas. No es que me moleste que no sean originales, me molesta que sean tan pobres en los recursos que usan, que no se molesten en intentar crear un producto sólido. Es una de esas cosas que les pasan cada vez más a menudo a las series españolas: todas lucen igual, todas juegan a lo mismo, todas apuestan por la misma rutina. Las mismas caras, los mismos chistes, el mismo sentido del humor trasnochado. Nunca cambia nada.

Eso sí, si están pasando un mal momento, no se me ocurre mejor serie para echarse unas risas y pensar que tampoco estamos tan mal si alguien ha palmado un montón de pasta para acabar haciendo esta cosa.

Me sabe mal porque Marbella tenía un potencial alucinante, la historia es brutal y con un buen reparto y otro enfoque, estaríamos hablando de algo grande. Me acuerdo ahora de Sangre y fuego, de la que -si no recuerdo mal- hablé aquí en su momento, que es una serie francesa espectacular que tienen en Filmin que juega en el mismo terreno de juego, pero se maneja con una soltura y un talento descomunales. No quiero generalizar y ponerme ahora a pontificar sobre las bondades de la industria audiovisual foránea, pero lo cierto es que este año la cosecha española en el sector catódico es entre pobre y muy pobre.

Para compensar, les recomiendo una película española llamada La casa, basada en el comic de Paco Roca. Trata de lo jodido que es tratar con tu propia familia, de los mecanismos de la comunicación, el olvido y el perdón. De ponerse en el sitio del otro. De cambiar.

Es un filme magnífico. Pequeño, modesto, estupendo.

Si les apetece ir al cine, se la recomiendo de corazón.

Abrazos,

TGR

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