Perdonen mi prolongada ausencia, entre viajes y compromisos no he tenido tiempo de cumplir con mis obligaciones blogueras con ustedes/as, benditos/as maniáticos de las cuatro ruedas.
Espero compensarles por partes (compensar todo de golpe no es aconsejable) de aquí a final de este mes.
Ya saben (y si no lo saben se lo cuento) que estuve en Texas, allí donde el petróleo es como la cerveza, la gente lleva sombreros y botas camperas sin que sea carnaval y los locales lucen camisetas del tipo “Que os follen a todos, soy de Texas”. Un lugar curioso lleno de pick-ups que no cabrían en ningún parking español y coches que gastan más gasolina que un 747 de aquí a Melbourne. Morada también de señoras rubias, predicadores, rancheros, Willie Nelson, los Bush y las hamburguesas de cinco kilos.
Por fortuna yo pasé la mayoría de mi tiempo en Austin que es como una especie de oasis alternativo que casi parece California o alguna ciudad de la Costa Este. Si disfrutan ustedes de la cultura de la música en vivo o del cine, les aseguro que no hay ningún sitio en el mundo que pueda competir con esos tipos/as. Una noche de viernes allí es como un año en el cielo. Da igual lo que les guste, si no está allí es que no existe.
Dicho esto, a modo de introducción (y excusa) déjenme decirles que ando un poco cabreado con el cine estos días. Nada de lo que he visto me ha parecido realmente bueno, me ha entretenido como máximo, pero no me ha hecho pensar, ni sentir, ni nada de nada.
Al final llego a casa y me pongo Los fabulosos Baker Boys o El dulce porvenir o una de Wilder o de Truffaut o lo que fuere. Un asco vamos, eso de tener que tirar de videoteca porque los malditos multisalas no dan nada de provecho me ayuda a comprender porque cada vez menos gente va a los cines (del fenómeno Torrente ya hablaremos otro día).
Hago aquí un inciso para decir que lo último de Montxo Armendáriz me parece notable.
Ya he acabado el inciso.
Ayer fui a ver lo último de Woody Allen, Midnight in Paris, y aunque me gustó más que los últimos cacharros pergeñados por el mago de Manhattan (bueno, ahora es más bien un prestigitador de medio pelo) no salí eufórico ni lloré de risa. Me pareció un eslabón más en esa escalera hacía el infierno que ha decidido tomar Allen a base de hacer una peli al año, escrita a toda prisa y producida de igual manera, eso sí, con los mejores actores y actrices disponibles.
Supongo que tener que hacer (por huevos) una peli cada 365 días tiene que joderte el intelecto de mala manera pero si la vida es así pues así será la vida. Y si hay que joderse pues nos jodemos.
Por supuesto y aun admitiendo que lo último de Woody me toca un pie también debo confesar que comparándolo con lo que vi antes de ayer Midnight in Paris me parece una obra maestra a la altura de El Padrino o Toro Salvaje.
Lo que vi anteayer (se que se lo están oliendo) es esa cosa llamada Piratas del Caribe 4.
Si la primera me dejo indiferente, la segunda me pareció una soberana tontería y la tercera una memez intolerable, lo de la cuarta es de mear y no echar gota.
Por favor, que pesadez, que cosa tan insulsa, cuanto pirata de medio palo, cuanto barquichuelo y cuanto corcho. No es que no me interese es que me resulta incomprensible que tanto efecto especial vomitado sin complejos en la cara del espectador pueda interesarle a nadie que tenga más de once años (a partir de los doce a los niños ya no es tan fácil tomarles el pelo).
De momento en Estados Unidos ya se ha dado media hostia, con una taquilla muchísimo más baja de lo esperado. No puedo decir que me alegro pero la verdad es que me alegro. A ver si entre todos matamos a la franquicia.
Y de lo de Sol y demás pues decirles que aún no tengo claro que está pasando pero que algo pasa. No se si es la conspiración internacional perro-flaútica, los cachorros de Rubalcaba, los libertarios, los rojos, los taxistas, los judíos, los masones, la ultra-derecha o El Corte Inglés, pero estoy en ello.
Eso sí, algo se cuece.
T.G.
Al principio desde el final:
Se le olvidaba decir lo que dice el profeta de las barbas, el ayatollah de «el que quiera seguridad, que se la pague», Muhammad Mayor Oreja. El Profeta, todas las bendiciones de Pazuzú sean sobre él, ha dicho que la gente de la Puerta del Sol está organizada por Bildu / ETA y que han sido entrenados en tácticas de guerrilla urbana. Lo que los medios que hacen propaganda al terrorismo (de RTVE a La Razón pasando por ABC y el Mundo) llaman «kale boroka».
Sobre eso yo opino que mi opinión está muy a gusto guardada en mi bolsillo. No vaya a ser que haya una revolución de verdad y que Rouco me queme en la hoguera. O que Blanco o Cospedal me guillotinen por «reaccionario».
Pasando por el medio.
«Piratas del Caribe» empezó como una copia de un videojuego de los ochenta. Videojuego de piratas, piratas de risa, y piratas fantasma, que no es lo mismo que fantasmas de pirata. Lo notarán si alguna vez les ataca un fantasma de pirata que no siga dedicándose a la piratería.
El caso es que «El secreto de Monkey Island» fue producido por George Lucas. Y fue todo un éxito con secuelas a cual más divertida.
Pero «Piratas del Caribe», lo siento mucho, no daba ni la mitad de miedo ni la mitad de asco (pelos azules fantasma rizados y cortos sobre una cama sin hacer) ni hacía ni la mitad de gracia. No le digo ya las siguientes.
Si acaso hubo un punto interesante, pero solo eso, un punto en su larga línea, fue en la tercera, que empieza con la suspensión de derechos y libertades como apoyo al fin de la libertad de la gente humilde y en favor del enriquecimiento de unos pocos indeseables. Me refiero, por supuesto, a quienes han usurpado el gobierno de la colonia de Su Graciosa Majestad. Otra pequeña indicación a los numerosos incautos de lo que nos está pasando.
Hasta el principio.
Allen, efectivamente, debería moderarse. Pero como no lo hace él, lo hacemos los demás. La última vez que fui al cine a ver a Allen fue arrastrado por una amiga. La película era «Scoop». Sí, hace tiempo ya. Creo que solo me reí cuando vi la mejor explicación posible de cómo burlar a la muerte.
Sospecho que mi amiga quería ver esa película porque salen Grant. No. Yo no fui por ver a Johanson. Prefiero las mujeres 3D y con conversación sin guión. Tal que mi amiga, vamos.
Si no le gusta lo que se estrena estos días no lo piense demasiado y desahóguese contándonos eso del tal Torrente. Recuerdo otra película en que salía Segura como productor (haciendo de productor). En las paredes de su oficina tenía colgados los carteles de varios «torrentes» más de los que existían entonces y ahora. Así que hay Cuerda, perdón cuerda para rato.
Eso sí, piense en positivo: Todo lo que venda Torrente y no lo vendan los Piratas, hombresequis y demás chuminadillas americanas, más dinero que se distribuye en España en lugar de viajar al otro lado del charco. Y no es nacionalismo a ultranza. Solo es que a igual calidad, mejor de aquí.
Y el principio se lo ha comido la aplicación güé.
Pues yo debo confesar que se me pasó por la cabeza ir a ver los Piratas. Afortunadamente, al final alquilé «12 monos» en el vídeoclub. Y qué ancho me quedé. La había visto en el cine cuando aún tenía el cine unos precios decentes, y me encantó volver a verla.
La de Woody no la voy a ver al cine ni borracho de «pesicola». En DVD ya veremos, pero seguramente tampoco.
Saludos,
Gabriel.
Con ganas de que comente «El Arbol de la vida» y «Melacolia»…
No, no. Queremos que nos comente ese otro pedazo de joya fantasmal que le quita el sueño: DRIVE ANGRY (ya puestos en 3D si hay huevos).
Para «El que trocea los mensajes» : «Piratas del Caribe» está basada en una famosa atracción de DisneyWorld, no basada en la famosa saga de «Monkey Island». Saludos.
Carlos, me lo pone usted muy difícil, pero todo sea por la buena gente de este blog.
El próximo post: Drive angry. Diosmiodemivida.
#8 Fistrus, no pretenderá Ud que yo me crea que Disneylandia existe. Eso es una trola que se les cuenta a los niños para que se porten bien: ¡Niño, sé bueno o te llevaré a EuroDisney!
#10
Hay que modernizarse, por favor: ¡Niño, sé bueno o vendrá el FMI!
(Dicen que en Argentina hace furor)