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Miedo y palomitas

Queridas y queridos,

Aquí estamos de nuevo. Un día más en el paraíso, preparándome para el verano más largo de nuestras vidas. Siempre con una sonrisa. Bueno, no.

Espero que les vaya todo relativamente bien, que es como debería ir todo si todo va bien: relativamente bien.

Esta semana estrenan Scream VI.

El problema con Scream es que ya le han dado la vuelta a todo el concepto que planteaban al principio, que era -básicamente- subvertir todos los tópicos del cine de terror para crear un divertimento que guiñaba el ojo a todos los fans del género. Les funcionó increíblemente bien en la primera entrega, una excelente película que jugaba a ser una de terror que todos habíamos visto antes.

En la segunda y la tercera tampoco les funcionó mal: eran divertidas, tenían la capacidad de seguir reescribiendo escenas icónicas y eran tremendamente efectivas.

Las siguientes ya me parecieron repeticiones en bucle del mismo precepto, faltas de imaginación y realizadas con un solo propósito: hacer un poco más de pasta. Y no hay nada malo en eso, ¿a quién coño no le gustan unos buenos fajos de dinero?, pero de la misma manera que ellos están en su derecho de hacer este tipo de productos con ánimo exclusivamente pecuniario, yo estoy en mi derecho de decirles que lo dejen ya, que me aburro.

Scream VI no aporta nada nuevo. También es verdad que es más apañada que las anteriores y tiene algo más de empuje. Ya saben de qué va: unos chavales, un tipo vestido con una túnica negra y un cuchillo afilado y gente diciendo todo el rato, ‘voy a ver que es ese ruido’, y muriendo horriblemente a continuación. Es a lo que hemos venido y es lo que nos dan. Cero quejas.

Eso sí, como gran novedad, la acción pasa del pueblucho en el que viven los chavales a la Gran manzana y, por supuesto, Nueva York da muchísimo juego. Creo que esa es la mejor parte de la peli, moverse por Manhattan acuchillando gente es siempre más interesante que correr por una ciudad pequeña del medio oeste mientras te persigue un chalado.

Es curioso el juego que sigue dando el cine de terror, lo gustoso que sigue siendo meterse en una sala de cine a ver como un montón de desgraciados son masacrados por un desconocido (o varios) mientras te metes una tonelada de palomitas en la boca. Para mí películas pequeñas como Host o Smile siguen siendo enorme satisfacciones cinéfilas: lo mucho que se puede hacer con cuatro perras.

En cuanto a las series, pues hoy es miércoles y eso quiere decir que hay capítulo nuevo de The mandalorian, una de esas cosas por las que vale la pena apagar el móvil. Sublimar el cine de aventuras en dosis de cuarenta minutos tiene mucho mérito y Mando lo hace de un modo maravilloso. Con ella y The last of, a la que la falta solo un capítulo para acabarse, yo ya doy por amortizado el año.

Y para acabar, si desean regalarse una propuesta mucho menos marciana de lo que parece a primera vista, no se pierdan en Apple Tv una docu-serie llamada El antiviajero. Presentada por Eugene Levy, que aparte de ser el padre de American pie, es un actor increíble al que los muy fans recordarán por su participación en Very important perros, el mockumentary de Christopher Guest.

Es una serie de viajes con el toque personal de Levy, que se pasea de una punta a otra del globo quejándose de todo lo posible y que conectará con las personas a las que, como yo, siempre hay algo que les parece mal.

Dicho esto, me despido.

Abrazos,

T.G.R.

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