Buenos días señores y señoras,
En primer lugar, gracias a los que me advirtieron de la presencia de un IMAX en la comunidad de Madrid… a ellos les remito dos preguntas, a ver si hay suerte: ¿La copia se pasa en 70mm? ¿Se pasa en VO o doblada? (las preguntas no van con segundas, es que voy a estar en Madrid muy pronto y me gustaría pasarme por allí a disfrutar –de nuevo- de Interstellar.
Antes de hablar de los estrenos, comentemos un poco el asunto Monago, que –para mi alegría- sigue dándonos datos y más datos sobre el morro de este señor.
Recuerdan, ¿verdad? El tipo coge 32 billetes en business para irse a ver a su novia, una señorita del PP que vivía en Tenerife. Primero niega que los billetes se los pagara el Senado; al día siguiente que piensa devolver el dinero; ahora que puede demostrar que los billetes los pago él originalmente, aportando unos documentos con datos tachados y donde no se observa su nombre.
Unas horas después el diario Público destapa que esos billetes que él dice haber pagado son en realidad los que él le envió a su novia para que ésta se desplazara a Extremadura a verlo.
Y aquí es CUANDO ME PONGO EN PIE Y APLAUDO.
Cuatro versiones en menos de una semana, todas ellas falsas y el tipo sigue ahí, diciendo que es todo un complot y que quieren hundirle. Joder, no me digan que no es para quererle mucho, mucho.
Dicho esto, la semana que nos ocupa es bastante rica en estrenos y algunos de ellos son especialmente buenos.
Empecemos con los flojitos:
Escobar.
Benicio del Toro está bien (como siempre, vaya) pero el resto es de regular para abajo. La dirección es espesa, voluntariosa si se quiere pero especialmente densa y en algunos momentos hasta torpe. No puede ser que una película sobre el mayor narcotraficante de la historia (y el más cruel de todos) empiece a aburrirte a los cuarenta minutos de metraje y eso pasa en Escobar: paraíso perdido, a pesar del trabajazo (repito) de Del Toro. Una auténtica lástima.
La ignorancia de la sangre.
A ver, una película con dos ficus del tamaño de Juan Diego Botto y Paz Vega ya no promete nada bueno pero pensé: ‘qué coño, démosle una oportunidad’.
No debía haberlo hecho.
Madre de Dios, qué horror. Las escenas eróticas son vergonzantes, la dirección de actores no existe, los diálogos son de juzgado de guardia y la historia que podría contar yo cuando saco a pasear al perro y le veo miccionar es mil veces más interesante que la trama del filme.
Alguien ha ganado dinero produciendo y distribuyendo este engendro, de lo contrario no hay quién lo entienda. Si algún amigo/a les propone ir a verla, CORRAN.
Las buenas.
Matar al mensajero.
Esta película fue una sorpresa muy agradable y es un recordatorio/homenaje al cine que se hacía en los 70 cuando tipos como Sidney Pollack o John Frankenheimer reinaban en Hollywood. Cuenta la historia de un periodista de un pequeño medio de comunicación de provincias (en Estados Unidos) que descubre la conexión de la CIA con los dictadores latinoamericanos y cómo se invertía el dinero del tráfico de drogas en derruir gobiernos legítimos.
Como pista, decir que a este señor (al de verdad) se lo encontraron en su casa, muerto. Se había suicidado pegándose dos tiros en la cabeza. Dos.
Estos periodistas son raros hasta para suicidarse.
Muy buena película, muy potente y con unos actores fantásticos. No se la pierdan, háganme caso.
The skeleton twins.
Kristen Wiig y Bill Hader, dos de mis actores favoritos del Saturday Night Live en –curiosamente- una peli dramática sobre lo complicado de las relaciones familiares: dos gemelos, que viven a mundos de distancia el uno del otro, se encuentran. Cuando sus vidas se van a tomar viento (por motivos que no conviene desvelar) se encuentran de nuevo y deciden arreglar lo suyo… y lo de los demás.
Muy bonita, y muy dulce. El final no mola, pero bueno, se les perdona.
Y para acabar, el horror de la semana.
Dos tontos todavía más tontos.
Una-auténtica-mierda.
Abrazos/as,
T.G.