Hola de nuevo amigos/as,
Veo que no hubo entusiasmo popular con mis últimos comentarios y que un bloguero –ya legendario- se atrevió a mencionar a Howard Hawks y a John Ford en el mismo post. Mucho ojito con esas cosas, no hay que mentar a ciertas personas en vano. El hombre se quejaba de que los estrenos eran poco relevantes y demás, pero –oiga usted- es lo que hay. Que sí, que nos podemos poner a hablar de El hombre tranquilo (mi película favorita de todos los tiempos, siempre he querido mudarme a Innisfree con alguien especial y quedarme allí a vivir del aire) o de El dorado, que es bastante mejor que Río bravo…
Pero es que tocaba hablar de los estrenos, si usted (o ustedes) quiere (o quieren) le dedicamos algunos post a los clásicos y nos ponemos nostálgicos… díganme ustedes como quieren llevar esto, al fin y al cabo yo estoy para lo que ustedes manden*
En fin, para no polemizar cambiaremos de tema (y tampoco hablaremos de Avatar) y nos dedicaremos a dos películas de esta semana, que tampoco es que sean la pera señores/as, pero es que no soy yo el que las produce/distribuye/estrena.
Hablemos pues de El hombre lobo de Benicio del Toro y de The single man, del modisto cinéfilo (es un decir) Tom Ford.
Empecemos por Del Toro y su licántropo. A mi la película en cuestión me tiene confundido, es como si el guionista se hubiera bebido un barril de veinticinco litros de sidra y luego, bajo los efectos del alcohol, hubiera intentado combinar Cumbres borrascosas con Aullidos. “Hala” dirá alguno/a ante tal afirmación. Pues os reto a que acudáis al cine a ver el drama éste victoriano con hombre lobo dentro.
La historia es la de siempre: tío al que muerde “algo”, luna llena, maldición, mal rollo…blababla.
De acuerdo, Benicio es muy bueno, y vale, los efectos especiales son de primera, pero todo lo demás no se aguanta por ninguna parte. Empezando por la dirección, incomprensible, y acabando por la actuación de Anthony Hopkins, empeñado en convertirse paso a paso en el Onesimo del mundo del cine (ya sabéis, aquel delantero capaz de regatearse a si mismo) con tanta caracterización y tanta profundidad interpretativa. No me extrañaría que se hubiera ido a vivir a un bosque a preparar el papel pero, sea como fuere, no me creo nada, ni una sola palabra… me habéis cogido, no lo soporto.
O sease, que os la des-recomiendo a menos que no os importe dejaros ocho euracos viendo a un latino transformándose en lobo, que por otra parte es algo que se puede observar en todas las discotecas del país a partir de ciertas horas del fin de semana. De acuerdo, chiste malo. Os pido disculpas.
La otra cosa es The single man, la primera película de uno de los imprescindibles del mundo de la moda: el diseñador Tom Ford (el hombre que reinventó Gucci). Éste contando la historia de un profesor de literatura que pierde a su novio.
Sorprendentemente es un producto más que digno, impecablemente dirigido, con un Colin Firth magistral (este tío mejora con los años) y una fotografía deliciosa. A pesar de todo a mi me falla el final, impostado, y algunos detalles como la consistencia de los flashbacks o el personaje de Juliane Moore, que no hay quien se lo trague.
Es decir, que no comparto el entusiasmo –sin límites- de la crítica por el filme pero la considero una opera prima más que notable. Firth podría llevarse el Oscar a mejor actor: ojo.
Ya está hecho, entren ustedes al trapo en cuanto lo deseen. O no.
T.G.
*Mentira.
De acuerdo con lo de Colin Firth y lo del final: Impresentable, lo que es una pena.
Pero el final de la película resulta un tanto Viscontiana No cree?
La música también me gustó. La ambientación, sin embargo, no me acabó de encajar, no parecía (tengo que pensar porque……si, porque parecian todos demasiado seguros en sus marginalismos, en plena época de caza de brujas. Parecía que estaban en un pais actual, y de los permisivos) real.
Pero de todas maneras, entré en la peli, lo que para mi ya es mucho.
La casa, tope. Como vivian los tios en los 50!
El precioso Mercedes 220 coupé de Colin Firth tampoco parecía natural, si no un coche de coleccionista (que al fin y al cabo es lo que es). Todo excesivamente brillante y pulido como para ser un coche de uso diario. Y el techo practicable parecía que no encajaba bien en su sitio.
Puedo verle esas pupilas ligeramente dilatadas, su frente brillante testimoniando una evidente aceleración cardíaca, las fosas nasales ensanchadas. Hiperventilación. Sí, veo esa mirada en usted, fría, peligrosa, respeto, distancia, cuidado, soy prudente.
Un hilo de saliva escapa de los labios del señor de las ruedas ahora transformado en depredador cinematográfico: ha muerto el comentarista condescendiente y veo rabia al despedazar cualquier subproducto para niños eternos, poco exigentes, mentes adormecidas; sí, señor de las ruedas, muerda fuerte y rompa en pedazos la mediocridad filmada para tontos; haga sangre y desgarre, usted sabe que esas medianías lo merecían.
Es la hora de la furia y la bestia, ha despertado.
Croq.
Oiga Croq. ¿de que va lo suyo? Necesito interprete.
Pues a mí me gusta el estilo del señor de las ruedas. Si alguno de ustedes consume críticas de Cinemania o Fotogramas creo que entenderá bastante bien la necesidad del blog del señor de las ruedas, que aún que no es perfecto( ni una sola mención a «Los Condenados» ni a Bárbara Lennie) por lo menos no nos tortura con engendros socialmente aceptados.
Croquetas no se cele, mi circunvolución postcentral de la pared superior del surco lateral de la corteza cerebral está enteramente dedicada a usted.
Un saludo.
Pues está claro: me gusta el señor de las ruedas cuando hunde el puñal.
Croq.