Amigos y amigas,
¿Qué tal todo?
Es domingo y he vuelto, porque para un autónomo en este país, todos los días son lunes. Ya que la última vez llegué con superhéroes y malas noticias, esta vez vuelvo con superhéroes y buenas noticias. Ya les conté lo poco que me gustó la nueva versión de La liga de la justicia; ahora les contaré lo mucho (bueno, dejémoslo en ‘bastante’) que me ha gustado la última serie de Marvel, Falcon y el soldado de invierno. Después del semi-fiasco de Wandavision, la factoría estadounidense ha apostado por un producto completamente distinto.
Falcon explica la historia del que en teoría debería ser el sustituto del Capitán América en el universo Marvel y su relación con el Soldado de invierno, Bucky, aquel amigo del Capitán que fue transformado en un villano de lujo por culpa de los malos y al que se pudo ver en la trilogía del propio Capitán América.
La serie arranca ya con una escena digna de Los vengadores, que incluye una frenética persecución aérea. Participan unos cuantos helicópteros, un montón de malos en trajes de esos aerodinámicos que permiten volar, muchos misiles y a uno de los protagonistas de la serie (Falcon). Solo en ese arranque ya se ha gastado más dinero y generado más hype que con toda la mencionada Wandavision entera. Es una manera de distanciarse del tono introvertido y casi intimista de la serie sobre Visión y La bruja escarlata y buscar a un público más metido en el mundo de las pelis de acción y aventuras.
Lo más interesante, creo, es que además esta nueva producción de Marvel arranca después de lo sucedido en Endgame. Así que veremos cómo lidian con el hecho de haber sido devueltos a la tierra después de haber desaparecido de ella, varios tipos con superpoderes. Esa parte, que incluye visitas a una psicóloga que promete dar buenos momentos de comedia, podría ser brillante si se hace bien.
Esta es la segunda serie de Marvel, pero ya sabemos que no va a ser la última y me produce mucha curiosidad saber cómo van a resolver todo ese lío con Jessica Jones, Daredevil, Punisher y demás, básicamente porque las hostias que acabaron dándose todas ellas en Netflix aún resuenan en los oídos de los/las fans. Aquellos parecieron (en principio) personajes ideales para el formato televisivo y se convirtieron en lecciones andantes de cómo no hacer una serie sobre un superhéroe.
Para empezar, nada de series enteras volcadas en la plataforma: la cosa se consume a la vieja usanza, un capítulo a la semana. Lo siguiente es tratar de dar a cada show una personalidad nueva, distinta. Nada de crear universos en los que quepan todos y que acaban siendo cajones de sastre. Aquí se va piano piano, se establecen ciertos parámetros y no se vuelcan conceptos e ideas como si fuera una cuestión de volumen. No diría yo que la jugada les saliera a la perfección con lo de Escarlata y Visión, pero como mínimo crearon una serie con personalidad propia y tomaron decisiones relevantes.
Después de la bestialidad de Endgame, no va a ser fácil retomar el universo de la MCU, pero al menos se está intentando con inteligencia y atrevimiento. Al final, siempre puede ser que salga mal, pero al menos nunca vas a ser como DC, que a excepción del Batman de Nolan, siempre parece ir veinticinco mil kilómetros por detrás de todo.
Seguiremos informando.
(En nuestra siguiente entrega, hablaremos de esa cosa llamada Sky rojo. Atentos/as).
Abrazos,
T.G.