En el momento en que empiezo a escribir estas líneas se produce la detención del hijo de perra que el jueves pasado decidió convertir las Ramblas en un maldito infierno. Han tardado cuatro días en cogerle (parece que le han disparado, no detenido) pero al final ha caído. Han sido cuatro días de vergüenza nacional, con periódicos imprimiendo algunas de las porquerías más repulsivas jamás vistas (incluyendo mentiras y más mentiras), webs ofreciendo ‘galerías de víctimas’ con un centenar de fotos, videos de los atropellos que empezaban con un anuncio (en el periódico antes conocido como ‘El País’ era un anuncio de ron) y un montón de tipejos y tipejas lanzándose mierda a la cara, en nombre del bien común, en uno de los espectáculos circenses más lamentables que recuerdo haber vivido en mi vida adulta.
Ni siquiera voy a molestarme en hablar de las redes sociales, porque aquello es un vertedero en el que pronto van a encontrar nuevas especies de aves carroñeras.
Como periodista y como barcelonés, he sentido asco, miedo y vergüenza. A veces de una en una, a veces las tres cosas de golpe. Que alguien utilice a los muertos para imponer su propia agenda ya me parece triste, que sean montones los que hagan lo propio (y algunos lo reconozcan abiertamente y sin problemas) es alarmante. Le dan a uno ganas de irse a vivir a la Antártida.
Los barceloneses no somos especiales: nos unimos a los madrileños, a los parisinos o a los londinenses, en tanto que víctimas del terrorismo islamista (hoy veía a una señora con velo decir que no tenemos que llamarlo ‘islamista’ porque si es islamista no puede ser terrorismo. Repito: terrorismo islamista) y parece que ‘culpables’ de no haber sabido ver que una pandilla de niños estaban entrando en un grave proceso de psicopatía.
Una de las cosas que más gracia me hacen es escuchar a todo ese grupo de expertos echar la culpa a la sociedad occidental de que unos tipos se hagan volar por los aires, te atropellen o te acuchillen. “¿Qué hemos hecho mal?” se repiten unos a otros como si fueran el Oráculo de Delfos. Pues yo nada, oiga, yo paseo a mi perro, escribo, tengo una relación más o menos decente con mis vecinos (a veces aprieto el botón de ‘subir’ cuando les veo entrar por la puerta, pero es solo porque su conversación es terrible) y procuro no discriminar a nadie. Sin embargo, resulta que cuando ellos te matan sin más, somos nosotros los que debemos hacer una profunda reflexión.
Lo sé, me estoy haciendo muy mayor.
El otro día leí a una periodista que decía que los actos de estos jóvenes ‘mujaidines’ se debe a que ‘sufren un gran conflicto interior’. Pues nada, a la que alguien me moleste me lo cargaré a cuchilladas y luego le diré al juez que es que sufro un gran conflicto interior.
Por suerte, me he decidido a abandonar twitter, no tengo cuenta de Facebook y leo la prensa extranjera o miro la BBC. No por esnobismo, por pura higiene mental.
No me apetece hablar hoy de cine, perdónenme. Debo sufrir algún conflicto interior.
Intentaré solucionarlo hoy y volver mañana con ánimo renovado.
Abrazos/as fuertes amigos y amigas. Seguimos vivos/as, al menos por ahora.
T.G.
Poco que añadir, salvo que me siento totalmente identificado con el sentimiento que explicas y compartes. En cierto modo es un alivio ver que uno no es un bicho raro. Un abrazo.
Pues disfrute del Brave New World
https://okdiario.com/espana/cataluna/2017/08/21/fundacion-internacional-ddhh-regana-mossos-decir-terrorista-tenia-piel-oscura-1256869
Si, lo se, la fuente es una mierda
No se si he entendido bien la «critica» al «¿que hemos hecho mal?» pero creo que si es periodista tampoco parece muy difícil de entender.
Por ejemplo titular de ayer-hoy: Mueren al menos 42 civiles por bombardeos de la coalición en las últimas 24 horas en Raqa (tiene pinta de noticia de agencia occidental … pues se repite en todos los medios y no quiero imaginarme que pueden decir las agencias «islamistas»).
Igual que los de Barcelona seguro que todos tenían amigos, familiares, conocidos, vecinos,…
Es el pan de cada día, ¿Que espera que pase?
Ademas seguramente no les quedara ni el consuelo de que hayan matado o detenido a la «célula» que organizo y ejecuto el bombardeo, al que gestiono y guió el dron,… etc. porque eso no pasará.
Aunque no lo sintamos en el día a día hay varias guerras por el mundo y tienen sus «efectos colaterales»
Totalmente de acuerdo; el sentimiento es compartido..
Háganme caso:
Hagan menos consumo de petróleo (no solo el combustible, también plásticos y cierto edulcorante que se echa al café).
Serán menos ingresos para los gobiernos y particulares de estados que promocionan el asesinato con polonio, con furgoneta o dejarnos sordos a base de chillar todos siempre. ¿Hay algún venezolano que sepa hablar sin chillar o es que los técnicos de sonido de radio y TV suben a posta el volumen de los anuncios y de los venezolanos?
Otra opción es hacer una ley que impida que ningún estado extranjero financie a organizaciones religiosas en nuestro país ni nos envíen predicadores. Nada de admitir dinero salafista, ni pastores wahabíes ni monjitas jóvenes del tercer mundo y sacerdotes católicos de Sudamérica. Si una religión no puede sostenerse con personal y medios exclusivamente de aquí, pues que desaparezca. Que ya no adoramos a Júpiter y los templos tartésicos los enterramos nosotros mismos y no pasa nada.
Así que si no hay «vocaciones» (católicas, musulmanas o lo que sea) ni dinero local para donaciones y una o más religiones desaparecen, pues es lo que Dios / Alá / Teshub quiere que pase. Loada sea su mano con guante aislante para asir rayos.
Entiendo lo que dices. Lo comparto en buena medida.
Sugerencia personal al paso: el asesino no era un «hijo de perra». Mejor métete con él, no con su madre. Aunque se entienda lo que quieres decir, mentar a la madre es una herencia que no tiene nada positivo que preservar.