Amigos y amigas,
¿Qué tal todo?
Ya. La cosa está jodida. Aquí también.
Bares y restaurantes cerrados. Y no van a ser 15 días.
Sé que es difícil, pero a veces me gustaría que no nos trataran como a personas adultas que pueden encajar una mala noticia. A lo mejor es que no. Que no podemos.
Pero me gustaría que lo intentaran.
Ahora mismo estoy viendo una de esas películas producidas por Disney en las que seguramente vaya a suceder un milagro. Va de un chaval con un cáncer terminal que quiere grabar un disco antes de morir. Así de simple.
Yo espero que se salve, porque hoy no estoy para estas mierdas. Porque he visto morir a amigos y a mis padres y a más amigos por culpa de la maldita enfermedad, y porque a medida que envejezco me gustan más y más los finales felices. Para finales de mierda ya tengo la vida real.
En fin.
Les contaré en el próximo post cómo ha ido el asunto.
A ver si Disney es Disney y no me joden la noche.
Ayer me vi de una tirada todos los episodios de Antidisturbios.
A ver, cómo se lo diría: tengo sentimientos contradictorios al respecto.
La serie está muy bien hecha. Bien filmada. Ninguna queja.
El director es Rodrigo Sorogoyen y el tipo sabe lo que se hace. No creo que nadie pueda discutir su pericia.
Mi problema desde el primer momento es que no me creo la historia. No me creo a los policías. Creo que los malos están dibujados con un lápiz y los buenos con un rotulador; los villanos parecen culpa del mal tiempo y los héroes forjados en los fuegos del Olimpo. Y no me lo creo. La vida no es así. Todo es más ambiguo, hay hijos de puta en todas partes. No hace falta buscar demasiado.
Cada vez que la serie pasa de lo abstracto a lo específico, uno se da bruces con el miedo. El miedo a no ofender a nadie. Como si el hecho de ser policía te empujara automáticamente en brazos de la buenaventura.
Por supuesto que hay polis buenos. Coño, solo faltaría.
Y polis malos. Coño, solo faltaría.
Pero hay muchos más que no son ni una cosa, ni la otra. Como yo. Como nosotros.
Que a veces son unos cabrones, y otros son gente maravillosa. La existencia nos hace ambiguos, nunca somos solo una cosa. Y supongo que esa es la gracia.
La serie explica las peripecias de una unidad de Antidisturbios y empieza justo después de un desgraciado accidente (no quiero hacer spoilers), que deja al descubierto unas cuantas lagunas en su propia jerarquía interna.
Repito: la serie está muy bien hecha, pero no me creo a esos tipos. A pesar de estar interpretados por actores maravillosos, dirigidos con buen pulso, hay algo en el guion que me rechina. A lo mejor es que me he vuelto muy maniático. O muy gilipollas.
Todo puede ser.
La pueden ver en Movistar + a partir de hoy mismo.
Luego -por favor- vuelvan a aquí a decirme que no tengo ni pajolera idea. No se lo tendré en cuenta.
Abrazos fuertes, cuídense mucho.
T.G.
P.D.: me cagoen Disney.