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La vergüenza nacional

Disculpen la brevedad de este post, estoy ahora mismo más débil que José Luís Rodríguez Zapatero. Una otitis tremebunda me tiene recluido en casa, lo cual no deja de ser otra señal de lo mucho que me odia el universo.

Sin embargo no he podido resistir la tentación de escribir unas líneas sobre el atropello cometido con esa película llamada Paul.

No sé si han tenido ustedes/as la oportunidad de verla pero deberían… en versión original.
Ya saben ustedes/as mi aversión por el doblaje, no creo en él, no me gusta, no lo soporto. Sí, hay grandes dobladores en este país y espero que sigan trabajando en las películas de Disney y en otros menesteres pero en cuanto a las películas con actores de verdad y destinadas a un público adulto me parece que su trabajo es innecesario.

Dicho todo esto: les he echado de menos en Paul.

Tuve oportunidad de ver la película al otro lado del Atlántico y la disfruté muchísimo: me reí, gocé y sentí algo de nostalgia. En resumen: lo pasé muy bien.

Paul explica el viaje de dos frikis con pedigrí (los deliciosos Simon Pegg y Nick Frost) a una famosa convención de cómics estadounidense (la Comic-Con de San Diego por más señas). Los frikis son ingleses por más señas, y después de lo de los cómics y demás tienen previsto darse un tour por Las Vegas y similares en busca de avistamientos OVNI y demás.
El caso es que los dos se dan de narices con un extraterrestre que se encuentra en un apuro. Lo demás, pueden imaginárselo, es un rosario de malos entendidos, problemas y encontronazos con diversas autoridades y agencias secretas.

En versión original la voz del extraterrestre la ponía ese actor de baratillo (malo de solemnidad) llamado Seth Rogen y que por motivos que se me escapan tiene muy buena prensa por el mundillo cinematográfico (hay gente a la que incluso le hace gracia).

La peli, que quede claro, la disfrutará sobremanera el público adulto porque los referentes que maneja van desde ET a Encuentros en la tercera fase, películas que no son demasiado juveniles/adolescentes/infantiles en el S.XXI.

Vale, pues en España van y ponen a Santi Millán a doblar al maldito alienígena.

Lo han oído bien.

Así pues, no solo jodemos al público poniendo al tal Millán (contra el que no tengo nada, me parece mal actor pero nada más) a cargarse la película sino que encima le hacemos un corto de mangas a los profesionales del doblaje.
La cuestión (nada baladí) es que en primer lugar cualquiera que tenga dos dedos de frente sabe que la película no es para niños y, segundo, aunque lo fuera poner a Santi Millán en ella no le asegura ni un espectador más. Si el que le ha puesto ha visto la película y cree que va a gustar al público adulto es que es aún más limitado de lo que cabe esperar en una mente pensante de un estudio de cine.

La he visto doblada porque una amiga me ha dicho que era para no creérselo. De hecho ella no se lo creyó hasta que volvió a casa y vio que le faltaban nueve euros y que quería pegarse un tiro en el pie.
Después dicen que algunas películas no acaban de funcionar en taquilla.

Hay que joderse.

Abrazos/as,

T.G.

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