Amigas y amigos,
Se acerca ya peligrosamente el 2024 y ya puedo incluir que este año ha sido una ruina. Bueno, han pasado cosa normales y hasta algunas que no estaban mal, pero en general me ha parecido mediocre: como un programa cualquiera de El hormiguero.
Alguien me dijo ayer, ‘si el año que viene no sea mejor, al menos que no sea peor’. Creo que es lo único que le pido ya al futuro: si no es mejor, que no sea peor.
Así que eso mismo les deseo a todos ustedes: si 2024 no es mejor, que no sea peor.
Y ahora hablemos ya de la serie de Netflix que se estrena mañana o pasado (no lo tengo claro): Berlín.
Los que siguen este entrañable foro ya sabrán que no era yo muy fan de La casa de papel, una serie eminentemente tramposa, llena de recursos baratos, con una insufrible voz en off, pero que de algún modo se las apañaba para funcionar. No era algo hecho para mí, pero entiendo que uno llega a casa cansado y quiere algo entretenido y no que le den la turra con memeces.
Dicho esto, es improbable que Berlín guste ni siquiera a los fans de La casa de papel, tal es la ridiculez que han perpetrado sus responsables.
El actor protagonista, Pedro Alonso, siempre me ha resultado algo desconcertante. Me funcionaba como secundario, siempre con esa voz de feriante al que han dado demasiados finitos y hace esfuerzos titánicos por vocalizar, pero le vi luego en una película como protagonista y sentí vergüenza ajena. El hombre igual funciona muy bien en las tablas de un teatro, pero en la pequeña pantalla tiene el carisma de un geranio al que han estado regando con gasolina.
Berlín es un spin-off de La casa de papel y persigue al personaje de Pedro Alonso con otra banda y haciendo exactamente lo mismo, en una serie que básicamente es una fotocopia de la otra, pero con menos pasta, con menos guion y con un protagonista tan pesado que al cabo de diez minutos dan ganas de romper la tele.
Me parece muy comprensible que Netflix quiera exprimir a tope la vaca de su serie más célebre (con permiso de The Crown, House of cards y Stranger things) y que se dedique a hacer de todo con productos que son suyos. Es absolutamente legítimo que una compañía trate de rentabilizar sus inversiones, pero si gasta dinero en cosas como Berlín, me temo que la vaca va a actuar igual que si se hubiera incendiado la granja.
De qué va la serie? Pues en realidad no tengo ni idea, porque solo me da dolor de cabeza escuchar la voz de ese hombre y sus secuaces y sus planes y sus robos. Menuda turra, amigos y amigas.
No he entendido muy bien el propósito de este proyecto ni veo ningún futuro en el mismo, pero qué demonios sabré yo de nada.
Lo que me atrevería a solicitar a los que mandan es que si tenemos que tragarnos series de mierda al menos sean entretenidas. No creo que sea mucho pedir, la verdad.
Por lo menos se estrena la nueva película de Ari Kaurismäki, Fallen leaves, que es una incalificable comedia romántica sobre dos outsiders que son incapaces de comunicarse debidamente pero que están conectados de un modo a prueba de de explosiones atómicas. Un film extraño, enigmático, totalmente distinto a lo que estamos acostumbrados a ver. Olvídense de películas acomodaticias, diseñadas para que podamos mirar el móvil sin perdernos nada importante.
No. Nada.
Aquí hay que ir borrachos y con ganas de disfrutar y con el móvil apagado metido en el bolsillo.
Abrazos,
TGR
Feliz 2024!!