Icono del sitio Revista KM77

La eterna maldición de los boomers

Amigas y amigos,

Qué tal todo? He faltado a mis obligaciones estos últimos días gracias a una crisis de insomnio que me ha dejado completamente zombi. Es fascinante lo que puede hacer una persona que no ha dormido en un largo periodo de tiempo: nada.

O sea, no podía escribir, hablar o razonar sin oír una voz interior que me gritaba, ‘qué coño haces?’. Terrible.

No se lo recomiendo.

No les cuento el tratamiento porque este no es un blog de medicina y porque no le importa a nadie, pero háganme caso y no tengan insomnio nunca.

Hoy vengo a hablarles de una película que se ha estrenado directamente en Netflix y que me ha gustado porque soy un boomer y porque apela de la forma más rastrera y miserable posible a esa planta carnívora llamada, ‘nostalgia’.

No hay peor droga que la maldita nostalgia, ni existe en el planeta (en este o en cualquier otro) nada tan efectivo a la hora de crear un vínculo entre un ser humano y una obra de arte. Puede ser un libro, o una película, o una serie o una canción.

Activas en el cerebro esas lucecitas que un día recorrieron tu espina dorsal. Lucecitas que probablemente habías olvidado. Pero ellos saben cómo apretar el interruptor. Solo un poco. Y de repente te encuentras andando por un paisaje que en su momento te resulto plácido, divertido, sereno o -simplemente- agradable. Un lugar al que siempre puedes huir con el estímulo adecuado.

La película es Superdetective en Hollywood: Axel F. Es un remake de una película de 1984 llamada Superdetective en Hollywood. Estoy seguro de que muchos/as de los que están leyendo esto ahora mismo recuerdan esa película y que una gran mayoría (incluso aplastante) la recuerdan con muchísimo cariño.

La protagonizaba Eddie Murphy y explicaba la historia de un policía de Detroit que se iba a Beverly Hills para tratar de resolver el asesinato de su mejor amigo. Fue un bombazo en la taquilla de todo el mundo, generó dos secuelas de mierdas, vendió un montón de copias de su enorme banda sonora y después quedó para la posteridad en ese baúl de los tesoros que para muchos cinéfilos representan los 80.

Ahora llega a Netflix este remake en el que aparece el 90% del reparto del original y que sigue paso a paso el camino del original con el único objetivo de penetrar como una bala en el corazoncito de los que vivimos aquella época de despiporre videoclipero en las salas de cine, cuando las salas de cine eran un lugar con el que uno se citaba constantemente a pesar de que el VHS había entrado ya con fuerza en muchas casas de este país.

Qué les voy a decir? Pues que Axel F nunca pretende ser nada más de lo que todos sabemos que es: un artefacto articulado en torno a la idea del regreso de ese amigo al que no vemos desde hace años. No nos importa que siga contando los mismos chistes o usando la misma ropa. También nos da igual que todo lo que hace él y la gente que orbita a su alrededor lo hayamos visto cinco mil veces antes. Hasta sonreímos cuando la película arranca con la misma canción que usaba el original hace cuarenta años.

Para los tipos como yo, que admiten abiertamente los inmensos agujeros que se abren en su criterio cada vez que alguien le recuerda una cosa que en el pasado le pareció bonita o le hizo pasar un buen rato, Axel F es una trampa mortal: la veo, me la como, sé perfectamente que es una película absolutamente plana e irrelevante, pero no puedo dejar de mirarla con la cara de un imbécil que acaba de pillar vacaciones.

Les podría engañar, pero no lo haré.

Soy un bommer y me gusta Axel F. Es muy probable que ustedes la odien, pero al menos no he intentado venderles la moto.

Algo es algo, no?

Abrazos,

TGR

Salir de la versión móvil