Hola de nuevo amigos/as. Este fin de semana no voy a quejarme (como tengo por costumbre últimamente). Esto sucede porque he visto El curioso caso de Benjamin Button y, chavales y chavalas, tengo que deciros que me parece la hostia.
He leído por ahí comparaciones con Forrest Gump (supongo que también por eso de que comparten guionista, el sensacional Eric Roth) y lo cierto es que algo hay, simplemente por la manera en que se cuenta la historia…que quede claro que a mi Forrest Gump me parece una película estupendísima pero Benjamin Button es otra cosa, y que pedazo de cosa amigos/as.
Voy a ahorrarme aquí los comentarios chafa-película (que tanto abundan por ahí y que destripan los detalles de cualquier pinicula, lo cual –digámoslo claro- es una jodienda) y voy a ir al grano: señores, señoras, este tal David Fincher es una auténtica bestia, un animal, el director más interesante que pulula hoy en día por ahí (con permiso de Eastwood, Mann , y cuando en plena forma, Spielberg) y el más perfeccionista.
Esta película tiene una obsesión tal por cada plano, por cada escena, por cada momento, que a uno se le caen las lágrimas viéndola. Sé que la cosa está chunga, que todos vamos justos de pasta y que cuesta salir de casa con la que está cayendo, pero os recomiendo (y lo hago de corazón) que hagáis de tripas corazón, dejéis de tomaros el café o de comprar el periódico y con lo que ahorréis os vayáis a un cine (si puede ser uno de esos en V.O. mejor que mejor) y os deis un maravilloso atracón de tres horas de cine. Brad Pitt, Cate Blanchett, la fotografía, la música, el diseño de producción, etc. TODO, absolutamente TODO es de 9’5 (uno siempre espera que alguien lo superará en el futuro, por eso me cuesta dar dieces).
De verdad, hacedme caso solo por esta vez…naturalmente espero que todos aquellos que ya la hayáis visto dejéis aquí vuestras impresiones. Y como creo que vale la pena os lo voy a pedir por favor.
Hala, buen inicio de semana.
T.G.
Estaba indeciso si ir o no ir a verla,y despues de leer tu comentario,sin duda,me estoy vistiendo para ir a verla.Gracias!
O esta noche o el finde semana la iré a ver, y mas ahora después de leer tu opinion ^^. Así que cuando la veo ya daré yo la mia 😉
Este fin de semana se dio una de esas raras conjunciones astrales que nos permitieron ir al cine (mi santa y yo). La idea era ir a ver esta película, pero en la cola había un cartel, con claros fines disuasorios, sobre la duración de la película y la existencia de un descanso. Comoquiera que, por falta de entrenamiento, se nos antojaba una tarea épica salir del cine a las dos de la madrugada decidimos cambiar de peli a última hora y vimos Revolutionary Road. Un «Mendes»muy pulido, por cierto. Fincher tendrá que esperar al DVD.
Ah, como anécdota. En la sala éramos seis personas. Contadas. Y dos llegaron tarde. Más que en un multicine de centro comercial parecía que estábamos en uno de arte y ensayo del centro. Bueno, salvo por las palomitas.
Estimado Sr. Q,
Para que vea que le tengo en cuenta en mis pensamientos, por si no puede esperar al DVD y desea echarle un ojo al cuentito de Fitzgerald que, salvo en el inicio y fin, creo que no tiene mucho qué ver con la peli, lo dejo por acá:
http://www.scribd.com/doc/10904195/El-Extrano-Caso-de-Benjamin-Button
Por cierto, Gándara en su Blog de El Escorpión, hace una reflexión del relato, que no de la peli. Aquí la dejo:
5 de febrero de 2009.- Hacia 1921, Scott Fitzgerald (1896-1940) publicó un cuento titulado ‘El curioso caso de Benjamin Button’, que ahora titula un volumen de relatos del autor lanzado por Lumen con traducción de Carlos Milla Soler.
Hay una película de David Fincher titulada igual que el cuento y que afronta una demanda por plagio presentada por la escritora italiana Adriana Pichini, que sostiene que el guión es una copia burda de un texto suyo escrito hace quince años. El guionista Eric Roth afirma, sin embargo, que la inspiración procede de Fitzgerald, pero que no está basada rigurosamente en el relato.
No he visto la película y nada puedo opinar, aun temiéndome lo peor por comentarios oídos y por los contenidos de la polémica suscitada. El caso es que el cuento, de asombrosa sencillez, y escrito cuando el autor tenía veintitantos, es una metáfora plena del paso de los individuos por este mundo.
La demandante italiana tal vez no conocía el cuento y por eso se atrevió a escribir una historia con la misma trama, la de un hombre que nace viejo y va rejuveneciendo; o lo conocía y no entendió que se trata de un relato terminal, que no admite versiones, excepto para malograrlo. Lo de leer bien en estos días anda mal. Al menos, los americanos admiten que no saben leer, atreviéndose, eso sí, a llamar a la película igual que el cuento, mientras declaran que solamente se ‘inspiraron’ (lo que hace probable que no comprendieran nada).
De modo que la pretensión de Fitzgerald es mostrar que nuestro primer sentimiento tras el alumbramiento es el de la vergüenza (propia y ajena). Una vergüenza que en los primeros años se condensa y nos constituye entre los otros. Lo que hacemos con esa vergüenza es lo que termina definiendo el carácter personal, digamos.
El segundo tiene que ver con la mentira y las distintas maneras en que, gracias a ella, obtenemos la felicidad, errática y contingente. En el placer y en los hechos felices hay una falsedad intrínseca, una mentira hacia adentro y una mentira hacia fuera. Finalmente, las mentiras no importan demasiado, pero no vale ocultarlas o justificarlas.
Un poco más allá, la vida nos depara un cierto grado de ceguera, pues para amar necesitamos volvernos algo ciegos, aunque lo más duro es admitir que los que nos aman lo hacen por el mismo motivo, su ceguera propia. De ciego en ciego, los amores (paternos, filiales, sexuales) van tejiendo el tapiz de nuestra biografía y también con esos hilos escribimos el relato que nos da sentido (siempre inconcluso, siempre por hacer y siempre escurridizo).
En cierto punto del existir percibimos que no somos más que un montón de disfraces superpuestos que arrastramos pesadamente por este peregrinaje, sin deshacernos de ninguno: simplemente se añaden como el cansancio. Y es que el cansancio no es más que el peso de las cosas con las que nos hemos revestido (Al final, efectivamente, volvemos a una infancia algo ingenua y bastante ilusa, pero, con suerte, desnudos y despojados de la vergüenza).
Ya concluyendo el periplo, percibimos que el mundo siempre ha sido un lugar opaco al que obcecadamente hemos querido dotar de transparencia, como si pudiera hacernos caso, como si nosotros fuéramos el mundo. Y, justo en la antesala de la muerte, sobreviene el olvido, una nada feliz y acunada por la falta de recuerdos. Esto era todo. Y no estaba tan mal.
http://www.elmundo.es/elmundo/blogs/escorpion/index.html
Yo también fui al cine, junto a unas 600 personas más que abarrotaron la sala, la más borrega de las 600 por supuesto detrás mío, y que me invitaron a volver a pensar, junto a los 7,20 euros dispensados, porque volvemos a ir mi mujer y yo una y otra vez al cine.
Pues yo voy a poner el contrapunto. Todo en esa película parece diseñado para llevarse todos los premios habidos y por haber, y eso acabe restándole una parte importante del encanto. Hay pasajes de la historia que se vuelven pesados, por largos, y prácticamente la esencia del filme desaparece cuando Pitt se hace reconocible (curiosamente).
Cómo no se va a comparar con Forrest Gump, si el recurso del capitán chiflado está tan presente como en la película pretérita, si pretende paso por la historia y biografía de un personaje. Cómo no, si el narrador nos cuenta el cuento como sucede en proyectos de tanta envergadura que no se puede dejar nada al azar del espectador atontado.
Todo huele o pretende holer a gran cine, a veces lo consigue y es perfume puro, otras se queda a medias y es agua de colonia, otras (pocas) se queda en una imitación barata. La parte más difícil del guión (ahí se puede usted guardar su 0,5 para otra ocasión), que es la parte final, cuando la infancia, está elípticamente obviada porque es tan difícil que ya no había ni neuronas ni presupuesto. Me sobran tópicos, la perfecta bailarina a la que la vida va golpeando, junto a los años, mientras el otro… en fin un larguísimo etcétera.
Técnicamente es abrumadora, inconmensurable, casi perfecta, indudablemente.
En general, me parece una peli que va al revés, como el reloj y su personaje, y como ocurre a tantas otras. Mejor cuando más al principio.
Un gran cuento, sólo posible en Hollywood, merece verlo, pero ni una lágrima por mi parte, emoción justa, poca.
Lo que no quita que sea una macropelícula, como corresponde a su macro presupuesto, y que se vaya a llevar por lo menos media docena de Oscars. Sí, Fincher es grande, su paso al clasicismo, notable alto.
Ponga en su lista de grandes directores a Paul Thomas Anderson, por favor.
Pues yo la había deshechado como posible película de ir a ver porque la novela que da origen a la misma (De Scott Fitzgerald) me parece un cognazo absoluto y con poca gracia.
Aparte del Gran Gatsby de este mismo señor, del que también se hizo un peliculón, creo que este autor, aparte de definir los ambientes de lujo con sensibilidad y precisión, aporta poco (mas bien nada) a la novela americana moderna.
Pero si la peli es una obra maestra…..tan larga…tan lenta….con Brad Pitt….sin Angelina y sus morritos….no se, no se….me dolerá el trasero?
Querido JFKa, efectivamente ir al cine se ha convertido en un suplicio…de eso hablaremos en el próximo post coincidiendo con la encuesta sobre hábitos de población que ha hecho la Unión Europea (o algunas de esas oscuras organizaciones que orbita en torno a ella y que dedica sus fondos a escribir absurdos estudios sobre obviedades cobrando un pastón), que solo sirve para eso, para hacer encuestas. La madre que los parió.
Lamento no estar de acuerdo con sus apreciaciones: a mi me parece una película emocionante, auténtica y ejecutada a la perfección pero al mismo tiempo reconozco mi debilidad por la parte más estética del filme y especialmente mi devoción por Fincher, al que he apreciado en todos los géneros (con la excepción de ese engendro llamado «La habitación del pánico»).
Cada uno tiene sus puntos débiles, y yo tengo muchos.
Y Alicia, he empezado a leer el análisis de Gándara pero debo decir que las introspecciones psicológicas no son mi fuerte y lo he dejado inmediatamente. Por esa misma razón no he dicho ni una palabra de «Revolutionary road», que me parece una película magnífica a la par que abrasiva y cuya visión desaconsejo a cualquiera que se considere mínimamente sensible. Señoras y señores, si quiero ver dramas pongo la tele.
Lo sé, soy raro, que le vamos a hacer.
T.G.
Yo no diría que Revolutionary Road es un dramón. Sí me parece una película que trata de reflejar una honda trsiteza. Me explico. O lo intento. Diría que es una película que habla de la pérdida de la ilusión. De la profunda tristeza que supone no tener alegría. Lo que pretende Sam Mendes (o lo que creo que pretende) es dificilísimo porque es una amaegura tan personal e intensa (a mi juicio) que resulta casi imposible de expresar. Creo que se concentra toda en la escena de la ventana.
La tristeza del discurrir de la vida, la tristeza de los telediarios o de los melodramas de los domingos es más real y, a la vez, más superficial.
Es como comparar un golpetazo en la cabeza con una depresión. ¿Cual de los dos duele más?
PD: Sin embargo y, pese a todo, no me he formado una opinión sobre si me ha gustado la película. Creo que peca de preciosismo, siempre ayudado por esa banda sonora de notas largas y graves de Thomas Newman que tanto me gustó en American Beauty pero que en esta vez me ha cansado un poco.
PPD: Ya sé que llevo (o lo intento) el ascua a mi sardina pero no es que no he visto la otra peli. Jo.
Ah, Alicia, gracias por tenerme en sus pensamientos. De verdad.