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Hasta siempre, preciosa

A los habituales de este blog les sonará un post llamado ‘Ella’. Lo siento, no sé cómo enlazarlo, soy un analfabeto tecnológico. Seguro que hay un botoncito apropiado pero ahora mismo no me apetece buscarlo.

En ‘Ella’ yo contaba la historia de una amiga, la mujer de un amigo mío, cuyo cáncer la había dejado en un estado muy cercano al adiós, al adiós definitivo.

 

Se ha ido hoy. Hace unos minutos. Y por mucho que lo esperáramos, nos ha pillado de sorpresa. Da igual que estuviera en el hospital y que todo fuera cuesta abajo, no lo esperábamos. Como si no pensando en ello pudiéramos extenderle la vida unos cuantos meses más.

 

Así que otro año y otra vez el mismo ritual: las lágrimas, la mala hostia, la pregunta sin respuesta –‘por qué- que el universo siempre contesta igual: ‘¿y por qué no?

Y empezamos 2016 con otro funeral, como si no hubiera habido bastantes ya en 2015. Un amigo mío me ha escrito y me ha dicho: ‘ya está, a tomar por culo 2016’.

Pues sí, amigos y amigas, a tomar por culo 2016.

 

Por favor, no vengan a contarme las mandangas de ‘era la voluntad de no-se-quién’, una persona de 29 años no puede irse a los 29 años. Las buenas personas (como le dijeron a Groucho Marx) no deberían morirse nunca, pero aún menos a los 29 años.

 

Y nada, te echaremos de menos, rubia, ‘vikinga’ como te llamaba Alberto. O ‘valkiria’ como te llamábamos otros. Espero que te reencarnes en una de esas personas que tienen una vida deliciosa y viven hasta los 100 años. Alguien a quién nunca le pase nada malo.

 

Para ti, hermano, no hay consuelo. Así que hoy abriré una botella de vino a vuestra salud y dentro de unos días nos iremos a cenar y la recordaremos con la boca llena de buena comida y el mejor alcohol que puede comprarse con dinero. Estoy seguro de que ella estaría de acuerdo. Y una vez más, no diremos nada, fingiremos que esto nunca ha pasado, que somos tres colegas en una noche cualquiera. Luego, cada uno se comerá el alma en su casa, que para algo somos hombres, dignos herederos de una estirpe de cazadores que no lloran, ni se lamentan.

 

Ojalá no haya más funerales este año, ni malas noticias. Ojalá este sea el último post de mierda que me vea obligado a escribir, cuando debería estar viendo películas para contárselas a ustedes.

 

Hasta siempre, preciosa. Y descansa: te lo has ganado.

 

T.G.

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