Buenos días señores y señoras,
No sé si alguna vez les he hablado de mi condición de culé, si no lo he hecho hoy es un mal día para empezar.
(hasta ahí mi reflexión futbolera)
Ya han visto que este mes estoy (semi)cumpliendo con mis obligaciones blogueras. Debe ser la primavera, que me obliga a dejar mi procrastinación y afrontar mis deberes.
Qué horrible es la primavera. Y lo peor es que después llega el verano, con esa sobre exposición de cuerpos al sol, camisetas imperio, tatuajes tribales, gafas de espejo y guiris a la plancha.
Qué horror es el verano.
(hasta ahí mis consideraciones metereológicas)
Bueno, entremos en materia, el jueves se estrenó Godzilla. ¿Y por qué se estreno el jueves? Pues porque era fiesta en Madrid. Desconozco si era fiesta en algún otro sitio, pero ya se sabe que cuando se para Madrid se para el mundo. Ejem.
En fin, que estrenaron el jueves en toda España y se quedaron tan anchos.
¿Y qué tal Godzilla? Pues para el que escribe ni chicha, ni limoná.
La película contiene todo el dinero que se han gastado, y eso quiere decir que si uno busca un espectáculo colosal va encontrárselo en las narices : efectos especiales de primera división, apabullante diseño de producción, magnífica música, increíble producción de sonido, etc. Es decir, que en los apartados técnicos la película brilla con luz propia.
Luego está lo demás: el guión (que tiene un arranque somnífero para quién esto escribe, otros lo encontrarán interesante, de todo hay en la viña del señor) con un exceso de cháchara pseudo-científica que no acaba de encajar demasiado bien en un filme con vocación de Blockbuster; las interpretaciones, que van desde el estupendo Bryan Cranston, siempre excelente, hasta el coñazo de Aaron Taylor-Johnson, con el mismo carisma que un geranio que tengo en mi balcón. Luego están David Strathairn y Elizabeth Olsen, dos actores como la copa de un pino que no sé muy bien qué hacen en la película. Y, finalmente, la percepción de que la voluntad ecologista de la película parece un poco forzada y no resulta del todo efectiva.
Eso, y la sensación de hay partes de la peli que ya he visto en Monstruoso y otras que no me interesan demasiado (la eterna lucha entre las criaturas) me alejan un poco de un filme que tiene momentos absolutamente alucinantes: la primera aparición de Godzilla, el accidente en la central nuclear (fantástica Juliette Binoche), la escena de destrucción en Las Vegas o la fabulosa ambientación que rodea a Godzilla en Chinatown son momentos gloriosos pero no me bastan para compensar esos instantes (eternos) en los que siento la tentación de echar una cabezadita.
No les quepa duda de que esta película es mucho mejor que la anterior versión de Godzilla (aquella infumable cosa de Roland Emmerich de 1995) pero sigue sin ser lo que me gustaría ver en una gran pantalla: es un gran espectáculo pero no el espectáculo que debería ser.
No sé si me explico.
Dicho esto, por la potencia de su imaginería visual (ya solo por eso), Godzilla bien vale el precio de una entrada. Búsquense un cine con una pantallota bien grande y un sistema de sonido potente y relájense durante dos horitas, igual les gusta más de lo previsto.
Eso sí, luego vengan y cásquenlo aquí: me encanta que me lleven la contraria.
Abrazos/as,
T.G.