Hola amigos y amigas,
¿Cómo están ustedes? Espero que al menos a alguno le haya tocado la lotería y se haya dedicado a pasarles por la cara a sus amigos y vecinos lo afortunado que se siente con ese dinero que han ganado con el sudor de la cola que hicieron para comprarlo.
Naturalmente, a mí no me ha tocado nada y sigo siendo el mismo miserable que era hace unos días.
Para aquellos/as que hayan palmado pasta y no hayan visto ni un euro les digo que aquí tienen este bonito post que les limpiará el alma de cualquier resentimiento y les llevará a ver a ese vecino hijo de puta que lleva 20 años haciendo obras y darle un fuerte abrazo.
Ya se acaba el año y seguimos para bingo: hoy mismo Esperanza Aguirre ha anunciado que se presenta como candidata a la alcaldía de Madrid después de decir (hace unos años) que se retiraba y que se especulara con que la señora estaba cerca de la muerte (cáncer, se dijo) y recibía un homenaje casi póstumo por parte de su partido y de otros muchos advenedizos.
Unos meses después la buena mujer ya se postula como alcaldesa y ni rastro de la gravísima enfermedad que la asolaba (ojo, no digo que no la sufriera, sino que el show que se montó para volver por las de Villadiego ha sido espectacular) y que amenazaba con dejarnos huérfanos de una de esas personas que cree que la calle es suya.
En fin, amigos y amigas, que estamos a las puertas de un año sensacional en el que vamos a reírnos mucho (también podríamos llorar, pero optemos por lo primero, si les parece).
El último fin de semana del año estrenan una serie de memeces innombrables que no le recomendaría ni a mi peor enemigo pero, oigan, les animo a ser valientes y a pasarse por las salas de cine (eso sí, luego no me vengan con quejas).
Noche en el museo: el secreto del faraón. Yo es que me cansé ya con la primera, aquella del guardia de seguridad que descubría que el museo en el que trabajaba estaba vivito y coleando. Luego hubo una segunda, que me salté (o quizás la vi, no lo recuerdo) y ahora llega la tercera, por aquello de rematar a los incautos que aún se atrevan con el asunto.
Un auténtico desastre sin ritmo, con Ben Stiller pasándose por el forro cualquier atisbo de amor por la actuación que pudiera quedar en su cuerpo y un buen montón de actores que parecen estar allí porque vieron luz y entraron.
No vayan.
Luego está eso de El club de los incomprendidos. No voy a hacer chistes fáciles, sólo diré que es incomprensible que produzcan algo así, una película destinada a los más jóvenes que los trata como si fueran una panda de mamarrachos. A ver, que yo no dudo de que algunos jóvenes sean unos mamarrachos y demás, pero es que tampoco hace falta echarle leña al fuego.
No vayan.
Finalmente, (y vaya decepción) tenemos lo último de Tim Burton, Big eyes.
La primera pregunta que se me ocurre es: ¿qué cojones le ha pasado a Tim Burton?
Estamos hablando del tipo que dirigió maravillas como Eduardo Manostijeras, Bitelchús, Ed Wood o Pesadilla antes de navidad y que ahora hace películas como ésta, que son un auténtico aburrimiento.
No les voy a contar de qué va, pero oigan, es para cabrearse. No es que sea mala: es que no es de Tim Burton.
Entre este hombre y Woody Allen me tienen contento en la última década. Mucho.
Ah, también está eso de Musarañas cuyo tráiler es tan lamentable que hasta me da miedo ir a verla… pero iré. Me sacrificaré por ustedes porque alguien debe hacerlo.
Hala, feliz navidad. Aprovechen para ver algo chulo en blu-ray en casita. O miren la tele, que parece –sólo parece- que es gratis.
Un abrazo/a,
T.G.