Amigos y amigas,
¿Cómo va todo?
Después del tremendo apretón socio-político que estamos sufriendo, no sé si debería comentar algo del asunto, pero ya estamos todos lo suficientemente tensos como para añadir más leña al enorme fuego que nos invade. Solo espero que no nos consuma. De lo que estoy seguro es que no vamos a salir mejores de esto y tampoco estoy muy seguro de que vayamos a salir. Pero, oye, arriba con todo.
Esta mañana he visto una película que acaba de llegar a Filmin y que se llama El héroe de Berlín. Ciertamente, tiene cosas de telefilme (y es de 2016), pero lo compensa un reparto sensacional y el hecho de que lo que cuenta el filme es cojonudo: la historia de Jesse Owens y su paso por los Juegos Olímpicos de Berlín. Hay detalles que yo no conocía (como el papel del tipo que interpreta Jeremy Iron, un alto mandatario del Comité Olímpico con escandalosa connivencia con los nazis) que siguió tranquilamente en su puesto hasta los años 50. Por cierto, la Casablanca no reconoció ni las medallas, ni los méritos, ni la figura de Owens… hasta los años 90.
Si tienen Filmin (por cierto, la única plataforma de streaming que paga impuestos en este país), no dejen de verla. Llena dos horas bastante bien, aunque el director sea un poco pedestre.
Pero de lo quiero hablarles hoy, después de esta pausa provocada por diversos asuntos profesionales que tengo que aprovechar porque cuando volvamos al confinamiento igual se me acaban rápidamente los asuntos profesionales, es del estreno del último Bond.
Como sabrán si están un poco al tanto de las noticias o son un poco cinéfilos, la película tiene previsto su estreno en abril de 2021. Y como sabrán si están un poco al tanto de la situación global, es bastante difícil que acabe estrenándose en abril de 2021. Así que su productora (EON) ha decidido empezar a buscar alternativas porque un blockbuster no puede estar eternamente guardado en un cajón. Especialmente uno que aspira(ba) a recaudar 1500 millones de euros.
Total: ha empezado una subasta entre las grandes plataformas de streaming para quedarse la película. Amazon, Netflix y Apple TV se están dando de tortas por la película. Por supuesto, para cerrar el tema, no basta con quedarse con un Bond. Todos quieren tener otros Bond. El resultado es que si No time to die acaba vendiéndose a una de ellas (Apple TV está -de momento- mejor posicionada que su competencia), probablemente no vaya en solitario, sino que forme parte de un paquete más amplio. Un paquete que va a joder vivos a los cines. A los que queden, claro.
Si ha habido en estos últimos meses alguna señal de que se avecina un gigantesco cambio de paradigma para los aficionados al cine, pueden jurar que se trata de este asunto. El problema es que los exhibidores siguen creyendo que esto es solo una mala racha y no algo definitivo, que está aquí para quedarse.
Hasta que los propietarios de los cines no entiendan que hay que empezar a repensar toda la política de estrenos que ha regido el séptimo arte desde los años 50, porque se ha ido a tomar por culo.
No es fácil aceptar que todo ha cambiado para siempre, pero es aún peor negarse a aceptarlo.
Abrazos, cuídense mucho ustedes y los suyos,
T.G.