Señores y señoras,
¿Qué tal están? Efectivamente, aún no han procesado mi anterior post y ya he vuelto. Así soy yo: el emperador del caos, me rebozo en el como un gorrino en la lluvia, sin prejuicios, ni malas caras.
Como ya les dije en mi anterior post he estado en un rodaje, como ya les dije no puedo darles detalles del asunto (añadiré que estuve en una ciudad de la costa Este, muy cerca de Nueva York, que junto a la pista de la otra vez, debería serles de gran ayuda.
La cuestión –y ahora me explico- es que allí tuve la oportunidad de ver la mejor serie (documental) de los últimos tiempos. Se llama James Cameron’s Story of science fiction y son seis episodios de gozosa conexión con mi pasado.
Les cuento.
Mi padre tenía tres obsesiones: el Barça, el coñac y la ciencia-ficción. El primero me lo pegó porque era impensable que no fuera culé. De hecho, no tuvo que insistir mucho para que militara en las filas de los seguidores azulgranas.
En lo del coñac fracasó. No hubo manera y he acabado siendo de vino y gintonics (como mi madre).
En cambio, creo que en lo de la ciencia-ficción fue donde más triunfó. Más allá de leerme todos los libros de JJ Benitez, empezando por Incidente en Manises y los Caballos de Troya y repasar después la bibliografía de Erich Von Daniken y acabar viendo 200 veces Encuentros en la tercera fase. Mi madre estaba ya hasta las cartolas de que los domingos (muchos domingos) mi padre y yo nos pusiéramos a ver esta obra maestra de Spielberg. Muchos años después, yo me lo llevaría a él al cine a ver la película en pantalla grande. En una de esas cosas que consiguen encaramarse muy alto en el pódium de los recuerdos cuando pienso en él. Recuerdo sus ojos abiertos como platos mirando una pantalla descomunal mientras la nave nodriza aparecía por detrás del Monte Diablo en Wyoming.
Unos meses después de su muerte vi la película allí mismo, en Wyoming, en una gigantesca pantalla situada enfrente del mismísimo monte. Si alguna vez he echado de menos a mi padre en mi vida, fue ese día.
Dicho esto, yo ya estoy predispuesto a que cualquier cosa relacionada con la ciencia ficción me seduzca sin mucho esfuerzo, pero es lo que ha hecho el cabronazo de James Cameron es gigantesco. En primer lugar, ha convencido a todo el mundo (de Spielberg a Lucas, pasando por Zemeckis, Ridley Scott, Will Smith o Denis Villeneuve) para que aparezca hablando de su amor/contribución al género, de sus referentes o de sus recuerdos. Y amigos/as, cuando se habla de nostalgia y me enseñas a Welles leyendo La guerra de los mundos, pues no hace falta mucho más.
Muchos/as verán la serie (se estrena en AMC Spain en septiembre) y pensarán que hay algo aleatorio en todo ello: no existe un argumento excesivo rotundo en la narrativa y me parece obvio que está hecho a propósito. No hay una cronología del género y puedes pasar de La invasión de los ultracuerpos a La llegada y de ahí a Alien y luego a La cosa sin que medie ninguna excusa de guión. Y es que la nostalgia funciona así, camaradas. Intentar encasillar lo que se cuenta en una escaleta hubiera desvirtuado la función, lo hubiera convertido en un relato robótico en lugar de lo que es. Y no es otra cosa que una impresionante recolección de recuerdos que acaban evocando lo que cualquier fan del género desea cuando se encuentra frente a un documental de esta clase: que le emocione. A mi padre le hubiera encantado, de eso no me cabe ninguna duda.
Espero que lo haga también con ustedes/as (emocionarles). Háganse con él y cuéntenme. Aquí les espero.
Abrazos/as,
T.G.
Si Philly está cerca de NY entonces la peli es Rocky Resurrection Releoaded XXIII…
Lamento discrepar. No puedo aceptar a JJ Benitez y Von Daniken como ciencia ficción . Lo suyo es otro genero, que a falta de otra definición clasificaría como historia alternativa vinculada a la intervención de los extraterrestres en el planeta Tierra a lo largo de los tiempos.
Lo cual ni dudo ni creo , solo quisiera comentar que de ser así nos han ayudado mas bien poco.
Ficción científica es la historia de Asimov sobre cuál, de entre todos los elementos químicos conocidos por el ser humano, es el más excepcional.
Ya. Pues Sheldon Cooper seguro que lo hubiera cogido a la primera. Que poco sentido del humor tienen ustedes.
Y luego está lo que aquí llamamos ciencia ficción. Si de verdad ese documental seriado merece la pena, no puede dejar de referirse constantemente a Jules Verne.
Verne era, es y será la hostia.
El espacio, el aire, el mar y la tierra. La tierra en su superficie atravesando un continente para entregar un twit, bordeando el Mar Negro para ahorrarse el peaje del Bósforo y hasta por dentro de la tierra. Pero es que también escribió sobre cómo la estúpida rivalidad nacionalista entre los germanos francos de las Galias y los germanos suevos, sajones y teutones (de Prusia) llevaría a la construcción de una bomba capaz de destruir toda una ciudad. ¡El mayor secreto de la segunda guerra mundial predicho!
Verne es…
Joder. Es Verne.
A su lado Juan, el autor del Apocaclipse, parece tan poco imaginativo como un político. Qué digo, como un senador.
Verne