Amigas y amigos,
Hoy vamos a hablar de Barbie.
Sí, sé que no han podido dormir todo este tiempo sin saber mi opinión, y por eso me dispongo a dársela inmediatamente.
Ni es la obra maestra que pregonan algunos, ni la película de mierda que pregonan otros. Si tuviera que darle estrellas, le daría cuatro. Sobre cinco, no sean mal pensados.
El problema de Barbie es que se quiere demasiado a sí misma.
Pasa a veces: el precepto de una película es tan original que la película no puede pasar de allí.
Recuerdan Yesterday? Acontecía en un mundo en el que después de un apagón global, todos olvidaban la existencia de los Beatles. Todos excepto un tipo cualquiera. Un músico de medio pelo de Londres que de repente tenía en su cabeza el archivo musical más importante de la historia de la música contemporánea.
El concepto de la peli era tan bueno, tan elevado, que era imposible mantenerlo vivo más de veinte minutos. A Barbie le pasa lo mismo: la idea de una muñeca pija convertida de repente en símbolo de una feminidad rebelde, anticonformista y ferozmente anarquista. Sí, he dicho anarquista. Porque a falta de un adjetivo mejor, me viene bien la palabra.
La obsesión de Barbie es pervertir su propia naturaleza y demostrar que lo hace. Se empeña en subrayar durante todo el metraje su radicalidad y acaba mirándose al ombligo con tanta tozudez que se acaba olvidando de lo que quiere contar. Se regodea en su propio mensaje hasta hacerlo obvio y así es como toda esa promesa de peli casi punk que prometía al inicio se desvanece como por arte de magia.
Y ojo, la peli no es un bluf porque tiene gags que funcionan, un dueto protagonista de muchos quilates y muy mala leche. Pero no veo por ningún lado la obra maestra que algunos contemplan con insistencia. Es una buena peli, notable a ratos, que insinúa mucho más de lo que acaba mostrando.
Otro de los problemas (al menos para mí, humilde servidor de ustedes) es que la peli viene precedida por una de las mejores campañas de marketing que se han visto en los últimos años. Una campaña muy astuta, que se aprovechaba de la imagen que todos tenemos de la muñeca más famosa de la historia, para repartir unos cuantos mamporros cargados de doble sentido, alineados con esta época que nos ha tocado vivir, en la que nada es lo que parece.
Cuando uno viene de algo tan sumamente estudiado, ese bombardeo constante de temazos en rosa, es casi imposible no acudir a la sala con unas expectativas del tamaño de Júpiter.
La recomiendo? Sí. Creo que es uno de esos blockbusters que merece la pena ver en el cine. Pero no estoy entusiasmado con ella, quizás porque soy viejo y duermo mal.
Ha habido además una batería de comentarios en las últimas horas de peña que ni siquiera ha visto la peli, poniéndola a parir o calificándola de obra magna, que tiene mucho más que ver con la ideología y los prejuicios que con la propia Barbie. Mi consejo, como siempre, es que antes de opinar de una película, vean la película. Las opiniones de los demás deberían ser siempre un simple complemento. Algo que uno lee para saber algo más de aquello que quiere. En el momento en el que uno empieza a leer a otros (sí, me incluyo en el pack) y convierte eso en las tablas de Moisés, ya la hemos cagado.
Parece que me tire piedras contra mi propio tejado, pero lo cierto es que los que nos dedicamos a esto tenemos la misma relevancia que un político de la oposición. Los hay que tratan de sentar catedra (los peores) y los que simplemente tratan de aportar algo pre o post visionado, aunque sea un matiz. O dos. Espero no ser nunca de los primeros, aunque me temo que cada vez quedan menos de los segundos.
Hala, muevan el culo, vayan al cine. Sean felices.
Abrazos,
TGR
Esta muñeca fue, es y será la gran manipulación para crear un sistema de belleza. La superficialidad es lo que manipuló las mentes. Y hay que aplaudir a sus creadores porque se ha demostrado y se sigue demostrando su gran triunfo y éxito.
El mundo del cine es una maravilla. Hacer que los estereotipos giren de una forma y al cabo de unos años al contrario. Por ejemplo hacer que los indios sean los malos, que un sistema de belleza sea de una forma, que los sicarios sean malos y después hacerlos ver como personas que son buenas. Si para tener poder tienes que hacer maldades, guerras, asesinatos , torturas…y estas maldades las suavizas y las normalizas con series y películas, la gente quedará confundida y no lo verá tan mal. Que gran mundo el cine y que mentes más degeneradas sus mandatarios. Todo para marear al gran público. La ficción que a veces enseña más que la propia realidad. El cine da a conocer las diferentes formas de ver la vida y puede cambiar a las personas. Con la aparición de varias plataformas han contribuido a crear diferentes formas de ver la vida y esto hace que la gente tenga muchas formas de pensar y que esté más separada que nunca. Y eso favorece al gran poder. El gran poder que no tiene límites y disfruta mareando en todos los sectores al gran público.
Bien Moltó, bien.
Después de tantos años en el mundillo del periodismo del motor, al fin se ha dado cuenta de que los aficionados a los coches, en realidad, no lo son tanto, sino que en su mayoría son una banda de betas acomplejados que únicamente usan esta afición como fachada, como un caparazón que les protege del heteropatriarcado, pero que lo que de verdad les gusta son las barbies.
No sean tímidos, no tengan miedo, no pasa nada por reconocer que uds. también juegan a escondidas a las muñecas.
A mi me ha gustado un montón, una fantasía feminista muy graciosa. Claro que me gusta mucho esa directora. Me parece una peli muy difícil de hacer, y creo que podría hasta repetirla y sacar cosas que se han pasado por alto. No la pondría de obra maestra, pero creo que va a ser una peli importante el día de mañana. La sala estaba llena, no había ni un asiento libre! Y yo me reí muchísimo. Saludos