Ante todo amigos/as disculpadme por esta larguísima ausencia. He tenido un problemilla de salud que parece ya solucionado y me propongo compensaros por haberos dejados colgados/as y sin noticias de esa obra maestra llamada Avatar.
Sí, lo sé, llego provocando.
He visto a algún bloguero realmente enfadado con el filme (y probablemente conmigo) pero solo puedo refugiarme en mis argumentos anteriores: mi experiencia fue inigualable. No os devolveré el dinero pero a cambio podéis optar por no fiaros nunca más de mi. Sí, también lo sé, es poca recompensa por tanto sacrificio. Que le vamos a hacer.
Hoy quiero hablar de Up in the air, la película de Jason Reitman (hijo del legendario Ivan Reitman, aquel señor que –entre otras cosas- nos regaló Los cazafantasmas, película que a día de hoy sigue siendo un pequeño clásico. ¿En eso estamos de acuerdo o tampoco?).
Bueno, la cosa es que Reitman, que dirigió Juno (película que me gustó pero sin aspavientos y sin entusiasmos) vuelve con la que fue una de las mejores películas de 2009 y la sorpresa más agradable de la temporada. Up in the air cuenta las aventuras de un tipo solitario cuyo trabajo consiste en echar a la calle a trabajadores de empresas varias y hacerles ver –con la mejor de sus caras- que sería inútil revelarse contra este hecho.
No contaremos nada más porque no es necesario, simplemente nos limitaremos a decir que el protagonista es un señor llamado George Clooney (que pasa por ser uno de los mejores actores del planeta ahora mismo) cuyo acercamiento –por talento y carisma- a la figura de Cary Grant es cada día más obvia. Un hombre que domina todos los géneros con una facilidad pasmosa y que además transpira inteligencia, sarcasmo, fragilidad y consistencia a partes iguales.
No, no estoy enamorado de él pero podría estarlo. Que pedazo de actor Dios mío.
A su lado la maravillosa, perfecta, preciosa Vera Farmiga. Una actriz llamada a las más altas cotas de excelencia por culpa de un rostro inequívocamente excepcional y una capacidad apabullante para transmitir emociones (sí, emociones, eso que los humanos sienten a veces ante ciertas situaciones).
La película se balancea entre la comedia y el drama más suave con un equilibrio francamente increíble. Cuesta pensar que nos encontramos ante la película de un chaval de 32 años ya que es esta una obra madura y valiente, sobre asuntos que pareciendo mundanos a primera vista acaban acercándose a territorios bastante más complejos.
Obviamente y después de lo de James Cameron seguro que –algunos/as- creéis que Up in the air va a ser un churro pero dadme un voto de confianza. Os aseguro que saldréis del cine con un estupendo sabor de boca: el que dejan las grandes películas.
Un solo pero: el final es bastante molesto, perdonable, pero molesto. Quede dicho.
Un abrazo amigos/as,
T.G.
P.D.: si alguien ha pensado en ir a ver La herencia Valdemar puede ir olvidándose de ello. No queréis ir, de verdad que no…