Señores y señoras,
Ayer cometí el grave error de trasnochar para ver los Goya.
Empecé con buen ánimo, ya saben: una cervecita, unas patatitas, la soledad de mi comedor calentito (en Barcelona no se recuerda un frío así desde que el Barça perdió la copa de Europa en Sevilla con el Steaua en 1986, en Sevilla).
Sin embargo, lo primero que me encontré fue a un señor de pelo raro, con un traje estrecho, una corbata horrible. Un tal Jesús-no-sé-qué (he dicho Jesús pero puede que fuera Miguel o Pedro) que era el presunto experto en moda de TVE para los Goya.
Lo primero que noté es que al hombre no se le entendía absolutamente nada, hablaba como Ozores pero sin ningún tipo de propósito comédico: a veces lograba pillar (yo) un adjetivo aquí o un sustantivo allá, pero cuando se trataba de nombres de diseñadores no entendí una mierda. Más allá de su falta absoluta de vocalización (que nadie hubiera advertido este detalle en los ensayos demuestra que 1) no les importó; 2) este señor es amigo de alguien) lo peor eran sus comentarios absurdos sobre mujeres ‘raciales’, lo mucho que habían trabajado los estilistas (como si los Goya fueran los Oscar) o lo absolutamente fabulosas que iban todas. Ayer no había nadie en Madrid que no fuera fabuloso o fabulosa. Ni el perro de Massiel.
Luego estaba el presentador, un tal Carlos del Amor, que tiene la manía de imprimir a la narración un gesto de dandy, como si el tipo estuviera ligando contigo. Pues la verdad, Carlos, chavalote, con esa pinta de gigoló de serie B, tu nula capacidad de improvisación y esa mentalidad de que eres tú y no el actor/actriz/director el que tiene que ser noticia (por no hablar de tus comentarios en off, que recorrieron de arriba abajo cada tópico y lugar común que podáis imaginar, queridos y queridas amigos/as de este blog/a) lo llevas clarito.
Es triste que una televisión que pagamos con nuestros impuestos se vea sepultada por este nivel de incapacidad… o eso pensaba yo. Porque si la incapacidad resultaba cómica lo que llegó después fue descorazonador.
Dos palabras: Dani Rovira.
No hablemos de la realización morosa de TVE, de los planos a sitios donde no había nadie, de la censura (no dejar que Carlos Areces presentara un premio por negarse a firmar un papel en el que se le obligaba a no salirse del guión o la extraña desaparición del lazo naranja –en solidaridad con los trabajadores de TVE- del director de la noche, Alberto Rodriguez), de los patéticos números musicales, o de los dos sevillanos (aparentemente muy graciosos, pero ayer no… y sí, a mí también me gustan sus cortos) del final, imitando a Faemino y Cansado… no, hablemos de Dani Rovira.
Yo entiendo que después de Manel Fuentes hasta Paco Marhuenda nos parecería bien pero lo de este cómico (actor no es, lo siento mucho, yo también he visto Ocho apellidos vascos) no lo veo claro: no me río con sus chistes, no entiendo sus gracietas como presentador, no entro en sus juegos de palabras y –en general- se me escapa su predicamento.
Lo de sus ‘trailers’ fue terrible. Supongo que nadie se lo dijo a tiempo pero eso no le exonera de repetir un chiste que no funciona e incluso extenderlo.
En su defensa diré que el presentador de una gala es tan bueno como lo sean sus guionistas, y los guionistas de la edición de 2015 de los premios Goya eran francamente malos.
Si a eso le sumamos el patético numerito de Alex O’Dogherty (¿por qué parece que hay que verle en cada gala?) y el mini-concierto de Miguel Poveda (a la una y media de la mañana lo único que me apetecería menos que unas canciones de Miguel Poveda sería que me besara el Mono Burgos) irse a dormir a las dos fue una de las peores ideas de mi vida.
Nunca más.
La próxima vez veré el resumen por la mañana o me lo cuentan ustedes en los comentarios.
¿Los premios? Bien. Viva La Isla mínima y Bárbara Lennie… ¿Dani Rovira actor revelación?
No me jodas.
Abrazos,
T.G.