Leo a Javier Bardem diciendo que “es una película muy profunda” y a Julia Roberts diciendo otra tontería semejante. En mi mente imagino una cena a cuatro manos con Hannibal Lecter en que esos dos actores fueran el menú. Creo que hasta rebanaría el plato.
Y es que después de ver Come reza ama (así, sin comas, que queda más “cool”) a uno el canibalismo le parece una opción razonable y está un poquito más cerca de ver con buenos ojos el terrorismo gastronómico… “exagera” pensarán algunos/as. Pues no, amigos/as, estamos hablando de la película más torticera, cutre, patética y maloliente de la temporada. Una especie de metáfora hiperbólica sobre perderse y volver a encontrarse en que lo único realmente chocante es que la protagonista pueda ser tan estúpida.
No he leído el libro (preferiría que me dejaran en pelotas en el Polo Norte y que un oso me hiciera el amor agarrándome con sus zarpas. Sería más breve y más agradable y al menos podría ir a La Noria a contarlo y ganar algo de pasta) y dudo que vaya a hacerlo nunca… bien pensado: no lo haré nunca.
Digamos que cuenta la historia de una señora podrida de dinero que un día decide ir a encontrarse a si misma. Lo hace pegándose un viaje del carajo donde va cruzándose con tíos de buen ver, les pega un buen meneo y después sigue buscando. Por el camino come como una cerda, balbucea cuatro palabrejas aquí y allí y va construyendo su filosofía de hula-hop. De cuando en cuando sonríe como si un platillo volante se le hubiera incrustado entre los carrillos y no pudiera cerrar la boca y pestañea para que veamos que podría seducir a un koala y hacerle correr los cien metros.
Personalmente creo que es mejor hacerle una felación a un cactus que ir a ver esta película, pero son ustedes/as sabios y pueden decidir por si mismos. Lo único que les pido es que a posteriori no desahoguen sus instintos homicidas con el taquillero de turno: ellos/as no tienen la culpa de su poca cabeza a la hora de escoger algo que ver el fin de semana.
Me pregunto como es posible que alguien se atreva a firmar algo tan profundamente pésimo e insista en defenderlo. Obviamente Roberts y Bardem están obligados por contrato a decir que “estamos orgullosos y blablabla y blablabla” pero cualquier otro/a no tiene ninguna excusa. Es más, Bardem hace lo que puede con lo que le han dado pero a la novia de América hace tiempo que se le acabó la bula: no basta con tener boca de rape y cabellera de caviar para ir por ahí diciendo que eres actriz. En Come reza ama la Roberts demuestra que la única diferencia entre ella y un caniche es que el caniche cobra mucho menos. Y pido perdón a esa noble raza canina por las comparaciones.
Lo sé, me he pasado. Pido disculpas. No saben ustedes/as la mala leche que le entra a uno cuando tiene que tragarse semejante bodrio.
Por mi parte, y para acabar con esto, propongo que los responsables de semejante memez sean envueltos en los negativos del filme, rociados con colonia (la gasolina es demasiado cara y no se la merecen) y quemados en plaza pública al amanecer.
Al menos así los demás mamarrachos que tienen previsto amargarnos con su onanismo fílmico se lo pensarán dos veces: es lo que tiene el olor a chamusquina, que induce a la reflexión.
¿Hay entre ustedes/as algún/a valiente/a que se haya atrevido a visionar semejante insulto a la inteligencia y/o al entretenimiento?
Buen fin de semana,
T.G.