desnazi

 

Buenas, he vuelto, no he tardado mucho así que no quiero quejas.

 

Voy al grano si les parece, que es domingo y quiero ir a comprarme un pollo asado y unas patatitas, o igual me quedo en casa y como fruta, tócate los cojones.

 

Alta films cierra sus puertas. ¿Qué es Alta films? Se preguntarán muchos de ustedes: pues la distribuidora de cine independiente más longeva y potente de España. Gracias a la que hemos visto, por ejemplo, las películas de Paul Thomas Anderson.

 

Ya sé, hay muchas empresas que cierran, los tiempos cambian, blablabla.

 

Lo que me preocupa del cierre de Alta films no es sólo el cierre en sí (que es preocupante ya no como fin sino como síntoma), sino lo que conlleva: 180 salas de cine podrían irse a tomar viento. Salas donde uno puede ver películas en V.O. (sí, soy un bicho raro, me gusta oír a los actores con su voz de verdad y no la que se inventa un señor de Malasaña) y pelis pequeñas que es difícil ver en las multisalas.

 

Además hay una réplica de este terremoto (porque eso es lo que va a ser para el sector) y es la nula capacidad de reacción del mundo del cine, anquilosado en modelos del s. XVIII y que ni siquiera se plantea que en tiempos extremos hay que imponer medidas extremas.

 

Esto es, reducción del precio de las entradas, insumisión fiscal ante la subida del IVA, mejora de las condiciones de exhibición (esas salas con la intensidad lumínica de una bombilla y el sonido de una radio mono) y –sí– adopción de medidas antipiratería.

 

En un país civilizado, podríamos sentarnos en una mesa y hablar de todo ello. Analizar en profundidad porque las plataformas VOD (video on demand) no funcionan (más allá de los precios, Filmin –por ejemplo– es altamente competitiva en ese aspecto), por qué el espectador ha cambiado sus hábitos culturales (más allá de la coyuntura económica y el brutal auge de las descargas) y qué soluciones a corto y medio plazo pueden tomarse.

 

Sin embargo, me juego con ustedes el cuello que al ministro se la sopla que el sector las esté pasando canutas. Así mismo, (algunos de) los dueños de las salas seguirán metiéndote el sablazo por ver películas mal proyectadas y te cobrarán dos euros por unas gafas de mierda que a ellos les cuestan tres céntimos. Al mismo tiempo cualquier discusión sobre la piratería entrará en conflicto con el tejido social español y “los internautas” se pondrán en pie de guerra (poderosos deben ser cuando han conseguido que PSOE y PP miren a otro lado en este asunto, por miedo de cabrear al personal).

 

En resumen, tenemos la cultura (y el cine, qué duda cabe, lo es) que nos merecemos, en el lugar que nos merecemos y en el estado que nos merecemos.

 

Llámenme antiguo pero para mí nada sustituye al placer de ver una buena película, bien proyectada, a un precio justo, en un buen cine, en una pantalla grande, o muy grande.

 

Lamentablemente, en España no puedo hacerlo.

 

(hay que joderse)

 

Abrazos/as,

 

T.G.