Señores y señoras,
¿Qué tal están?
Hace unos meses pensaba que había encontrado la inscripción perfecta para mi lápida (tengo pensado incinerarme si no muero antes de un ataque de hipo, o algo semejante). Ponía “Deberías ver cómo quedó el otro”. A mis íntimos les hizo gracia. Incluso hubo quien fantaseó con ir a mi lapida con colegas para presumir (no sé si le hacía más ilusión ir a mi lápida o lo de presumir). Pero en estos últimos días se me ha ocurrido una mucha mejor: “Mi vida no ha dado ni para un telefilme de Antena 3”. Ya, ya sé, pensarán ustedes/as que ya estoy de nuevo con mi vena fatalista y no les falta razón.
Mi madre se incineró (no ella misma, obviamente) lo cual me pareció bien en principio. Lo peor fue (pocas horas después de que mi progenitora se fuera al otro barrio) ir con un señor al que el traje le iba pequeño y que no podría ni venderle heroína a un yonqui, a contemplar una gran variedad de urnas, vendiéndome sus múltiples ventajas para acabar abriendo una de ellas y mostrándome como las cenizas irían en una bolsa abre-fácil que según sus propias palabras llevaban un cierre como “el del pan Bimbo”. Por si me apetecía ir soltando cenizas de mi madre por ahí sabiendo que con el abre-fácil del pan Bimbo luego quedaría bien cerrado.
Sin embargo, lo que en principio me pareció bien (el dramatismo de una cremación es mucho menor que el de un entierro, parece más bien un proceso industrial) hace días que me parece incómodo (quizás no sea esa la palabra). El otro día vi una mala película donde salía Clint Eastwood. Era mala, pero salía Eastwood.
Y –sobre todo- tenía una escena preciosa donde su personaje iba a la tumba de su esposa el día de su cumpleaños, a llevarle flores y hablar con ella. Al final le cantaba una canción. La suya.
En aquel momento pensé que si tuviera una tumba a la que ir no tendría que tener blog. Tiene muchas cosas positivas: en primer lugar no admite comentarios (no se lo tomen a mal, son ustedes un encanto, es solo una observación). En segundo lugar (consecuencia de lo primero) uno llega allí, canta, llora, se marca una parrafada todo lo intensa que quiera y nadie pone pegas, nadie se queja y hasta –con un poco de imaginación- crees que de verdad has estado hablando con alguien. No he visto nunca a nadie hablar con una urna de cenizas. De hecho, mi padre nunca ha querido ni tocarla. Ahora sería el momento en que debería contarles cuando fuimos con mi cuñado y mi hermana a arrojar las cenizas de mi madre a una montaña catalana y éste protagonizó una bonita anécdota cuando mi hermana (que como no lee este blog puedo afirmar que creo que es adoptada) se empeñó en tirar las cenizas con el viento en contra y llenó a mi cuñado, que se estaba fumando un porro, por aquello de la educación victoriana, de las cenizas de mi madre.
Confieso que intenté no reírme y lo conseguí. Sin embargo pronuncié la que considero una de las mejores frases de mi vida (en el ámbito de la comedia) cuando le dije: “Hazte así en la cara que tienes a mi madre”.
A él no le hizo gracia. A mí sí.
¿Y a qué viene todo esto? Bueno, es mi blog y tampoco debería dar muchas explicaciones pero si mi madre estuviera enterrada en algún lugar creo que me acercaría allí de cuando en cuando a darle charleta y por eso mismo motivo voy a pedir que a mi padre lo entierren en algún sitio cercano. Lamentablemente, con mi amado progenitor (un buen hombre) no habré cruzado más de 1000 palabras en los últimos cinco años así que nuestras conversaciones (mis monólogos) van a ser más bien breves, pero al menos sabré seguro dónde está y –lo más importante- no acabará en la cara de mi cuñado.
Este fin de semana estoy en Roma haciendo una cosa de Guy Ritchie y de su última película. No les puedo contar mucho (ya saben, me matarían y entregarían mi cuerpo a una secta satánica, o al revés) pero les voy a decir que tiene muy buena pinta y que Armie Hammer y Henry Cavill hacen buena pareja.
Eso y que me he ido a la tienda de Fabriano, una de las compañías más antiguas del mundo (y que se dedica al papel) y me he comprado cuatro libretas pequeñas. Las voy a llamar verano, otoño, invierno y primavera. Empezaré a escribir en ellas cada día desde el lunes y espero que cuando llegue a primavera mi estado mental haya llegado a un nivel aceptable. Sino me envolveré con las mismas y me prenderé fuego (no se preocupen, he ideado un sistema infalible para que funcione).
(Prometo volver a hablar de cine algún día. En serio. El próximo lunes, por ejemplo).
Sean buenos/as. Resistan.
T.G.
No sé si es su mejor frase, pero debo confesarle que me ha arrancado una de esas carcajadas «inoportunas» en el silencio oscuro ( y tétrico) de un hospital. Curioso, considerando que ha sucedido en la habitación donde mi progenitora pasa, según nos ha anunciado el galeno, las que pueden ser sus últimas horas.
Le entiendo. Se lo aseguro.
No sé si es su mejor frase, pero debo confesarle que me ha arrancado una de esas carcajadas «inoportunas» en el silencio oscuro ( y tétrico) de un hospital.
Curioso, considerando que ha sucedido en la habitación donde mi progenitora pasa, según nos ha anunciado el galeno, las que pueden ser sus últimas horas.
Le entiendo. Se lo aseguro.
Yo me fui un día a esparcir las cenizas de mi abuela y se me ocurrió llevar dos perros. Ahora sé que, desde un punto de vista estrictamente ortodoxo, fue una mala idea: primero se rebozaron en las cenizas y luego hicieron pis encima. Confieso que me reí mucho 🙂
Saludos y ánimo.
Jaime
Siempre he pensado que el sentido del humor es señal de buena salud mental.
Por otra parte, si al final la idea es conectar espiritualmente que estaba y ya no está, ¿realmente importa que este enterrado en un cementerio o esparcida en un monte? Al final tampoco nos va a contestar y si lo que importa es la paz de espíritu, lo importante es la conexión emocional, no la física.
Personalmente, iría a la montaña donde está su madre y hablaría con ella. Para mi lo importante está en creer, no en si alguien está allá de verdad o no. Si queremos que esté, estará.
en mi ranking personal de objetos inútiles, la urna portacenizas va en el tercer lugar, después de la yogurtera y el exprimidor eléctrico.
Pues invítele a unos spritz de mi parte al Sr Ritchie, a ver si con el aperol se nos inspira y vuelve a sus orígenes, que falta le hace. si dice vd que la última está bien, me fío.
saludos,
@5,
http://www.downvids.net/el-liberador-de-zumo–449631.html
Puede hacer lo que nosotros hicimos en su momento: Enterrar la urna con las cenizas.
Pero como ya las ha esparcido sobre su cuñado, no le debe quedar mucho.
Y para objetos inservibles, la licuadora.
Muy buenos sus epitafios. Mi epitafio preferido es «Te lo dije».
Muy bueno el exprimidor también.
La verdad que por mi experiencia personal creo que en nuestra imaginación queda muy bien lo de esparcir las cenizas, pero luego la realidad se convierte más bien en una peli de Berlanga.
Saludos.
@7,
subo la apuesta.
puede enterrar la urna, las cenizas y al cuñado (vivo) en plan Tarantino. con eso conseguirá dos cosas, a saber:
1.-no desperdiciar nada de ceniza.
2.- librarse del cuñado lo cual es de agradecer si la relación es la habitual en la familia media española.
saludos,
Si le sirve de consuelo, yo estoy en plan «Ciudadano Ejemplar», buscando en este instante un AK-47 en buen estado en e-Bay. Como usted es un tipo inteligente, no hará caso de la tontería esa del «mal de muchos, consuelo de tontos», frase tonta y sin sentido, así que consuélese, ¡hombre!
Una amiga me contó su experiencia de esparcimiento de cenizas, y lamentó haberlo hecho por haberse quedado sin un sitio ‘físico’ donde ir a llevar flores y todas esas cosas. Pero una urna, en casa, al lado de la Larousse, tampoco es mala opción. Con cenizas, claro.
#6 Lo siento, pero les gano a todos:
https://www.youtube.com/watch?v=3V4Tdn4C0Js
Manda huevos que tengamos aquí un blog de cine que se llama «Cine a las cuatro ruedas» que no hable ni de cine ni de coches y que nos guste tanto a tantos.
Gracias T.
En mi parroquia (100 habitantes mal contados) hay un nicho sin fecha, sin apellidos, sin tarro para flores y el epitafio dice: Antonio, nació, vivió, murió. Ya me gustaría haber conocido al tal Antonio.
Sr. cuatroruedas, ¿ha visto Pride? ¿la tiene pensado ver? que «Jartá» de risas y alguna lágrima y que recuerdos me trajo.
Saludos.
Diosanto. Yo solo quería poner el enlace del vídeo y resulta que se ha incrustado. Se ve enorme y horrible. Mis disculpas por mancillar su respetable blog.
Buenas, hace tiempo que quiero escribirle y darle ánimos y decirle que estoy en una situación parecida a la suya, no es que tenga un blog y vea cine gratis…. créame, pero solo comentarle que aquí en Madrid las cenizas de mi madre las esparcieron en un jardincito en la Almudena y hay un murete con un placa con su nombre….. y bueno, puedo ir allí a hablarle a la plaquita…….
Chorradas, por comentar, algo que compartir con usted, que últimamente me tiene muy conmovido…. resistiremos.
Que hacer!