Amigas y amigos,
Qué tal están ustedes? Cuento con que bien. Si no es así, hagan todo lo posible para cambiarlo. Y si no es posible cambiarlo, intenten que la mala racha dure lo menos posible.
Hasta ahí mi consejo de mierda, porque son los únicos que puedo dar con confianza plena.
Bueno, esta semana toca hablar de C Tangana y de David Fincher.
Del documental (o no documental, dependiendo de a quien le preguntes) del primero puedo hablar con propiedad porque acabo de verlo hace unas horas y lo tengo fresco; del de Fincher no voy a decir nada hasta que algunos de ustedes puedan verlo, porque hay mucha tela que cortar. Además, se estrena en dos semanas en Netflix y no quiero empezar a dejar spoilers aquí y allá.
Vamos con Esta ambición desmedida, el docu del señor Tangana.
Debo confesar que tengo admiración por el tipo y su compromiso con su carrera, con un plan determinado, muy específico, muy bien pensado. Un artista de primera clase que parece no tener nunca suficiente y que en la cima del mundo se siente tremendamente insatisfecho.
Esa es la parte que más me gusta del documental: la capacidad que tiene Tangana para golpear con fuerza el pedestal en que el mismo se pone para luego volverse a bajar. Esa autocrítica salvaje (‘la verdad es que no sé cantar’) contrasta con el gigantesco aparato humano e industrial que le acompaña a todas partes en una gira monstruosa, titánica.
Creo que C Tangana tiene talento a raudales y que eso se nota en la cuidadosa producción de sus temas y la maravillosa puesta en escena de sus conciertos. No soy un experto, pero creo que se aprecia a simple vista que no deja nada al azar y en un mundo en el que todos parecen hacer lo mismo, que alguien decida buscar su propio camino a pesar de tener que lidiar con un millón de inconvenientes, me resulta ciertamente fascinante.
El docu está muy bien producido, impecablemente dirigido y consigue encontrar el equilibro entre la fuerza del espectáculo y la potente reflexión sobre su propia vida.
Vayan a verlo: vale mucho la pena.
En la parte negativa, porque este es un espacio de servicio público en el que quiero ayudarles a no perder el tiempo, hoy toca hablar de dos series.
La primera se llama Memento mori y es sobre un asesino en serie de Valladolid. Es tan sumamente estúpida, está tan mala pergeñada y tiene un casting tan terrible, que verla es casi un acto de auto-castigo. No sirve ni para reírse un rato de lo malas que pueden ser las series que no saben lo que son. Uno de esos proyectos que debería haber sido liquidado en su génesis en lugar de dar dinero a algún pazguato bien intencionado para que lo gastara en esta mamarrachada. Está en Prime, por si son ustedes masoquistas.
La otra cosa, que es incluso más dolorosa porque trata de una violación en grupo y de la consecuente venganza de una de las amigas de la víctima, es un desastre sin paliativos. No se entiende absolutamente nada, tiene trazos de comedia, el drama es blando y barato y toda ella tiene una pátina de moralina que estaría bien si no fuera tan pedestre. Se llama Noche de chicas y es mala de solemnidad. En Disney +, aunque yo no lo haría.
Y ya está. Gracias por leer hasta aquí y mucha suerte.
Disfruten del fin de semana y vayan al cine a ver a Tangana o a Fincher. Se lo pasarán pipa.
Abrazos,
TGR