El otro día fui al cine. Sí, ya sé que como titular no es muy prometedor pero sigan conmigo.
En mi pueblo (a varios kilómetros de Barcelona) no hay muchas opciones para alguien que quiera ir al cine: todas las salas normales cerraron y ahora solo quedan los multisalas, ese invento de Satán para condenar a todos los cinéfilos a un purgatorio sin fin. Una muerte en vida donde venden containers de palomitas, perritos calientes, nachos, ositos de goma y –si te empeñas- hasta te entierran allí, pagando un poquito más.
Aquel día no me iba bien acercarme a la capital, así que me arriesgué a ir allí, sabiendo que podía ser fatal. Fui un martes, naturalmente, no hay suficientes drogas en Colombia como para que yo me acerque por allí un fin de semana.
Ya en la cola miraba ansioso el número total de asientos de la sala donde pensaba sentarme minutos más tarde. Yo creo que es algo cruel: puedes ver como el lugar donde se proyecta la película que quieres ver se va llenando poco a poco… ves el infierno en forma de adolescentes con crestas y piercings de bolitas blancas que usan su móvil como si fuera un radiocassette, que si “gasolina” por aquí, que si “gasolina” para allá.
Por fortuna, parece que mi sala iba a estar prácticamente vacía.
Compré mi entrada, pasé –aguantando la respiración- por ese lugar donde el aceite y las palomitas se alían para emitir un olor que no soportaría ni un jabalí.
Entré en la sala, me senté en mi sitio, respiré hondo.
Un anciano entró después de mi. Aparcó su bastón y se sentó.
Las luces se apagaron.
Empezaron los trailers…
(No les he dicho que había ido a ver La cosa, aunque soy fan de la película de Carpenter pensé que –quizás- se merecía una oportunidad).
La cosa iba bien, el logo de Universal apareció en pantalla.
Entonces la puerta chirrió y entraron ellos.
Él llevaba unos pantalones de esos llenos de bolsillos, una camisa que suplicaba que alguien la liberara de esas terribles estrecheces y una gorra que no le cabía en la cabeza. Caminaba hinchado, como una vaca adicta al clenbuterol que un día decide que quiere tener vida social. Me refiero a esa clase de músculos hipertróficos que solo pueden ser producto de una vida dedicada a esa terrible plaga llamada «ejercicio» (con algo de hormonas).
Ella parecía un tronco de lomo ibérico que ha pasado demasiado tiempo en el microondas y lo poco que pude atinar de su rostro denotaba que recientemente había recibido malas noticias, como si la señorita de la entrada después de preguntarle qué película quería ver le hubiese comunicado que acababa de recibir un comunicado de la policía y que debía informarla de que su familia al completo había sido ejecutada por un pensionista esquizofrénico. O era eso o es que era el eslabón perdido en persona. Estoy seguro de que en lugar de ir al médico iba al antropólogo, pero no quiero aventurarme.
La cuestión es que los dos se sentaron realmente cerca de mí, quiero decir muy cerca.
No me cambié porque me daba vergüenza hacerlo, pensé que al primer momento de oscuridad total huiría a otros lares.
Ni él ni ella dijeron nada hasta que la criatura de la película apareció por primera vez:
“Buah, ¿qué bicho eh cari?”.
Creí que allí se acabaría la cosa pero de repente la hermana secreta de los Calatrava abrió la boca.
“Pero, ¿el mostruo quién es?.
Él, que seguramente se había informado de todo en una pausa de su lectura de Los hermanos Karamazov y justo antes de empezar con En busca del tiempo perdido, le dio una respuesta muy razonada:
“Aún no se sabe cari”.
Ella insistió.
Él le contó que “el bicho” se te “metía en las tripa” y se quedaba ahí hasta que tenía “hambre”.
Confieso mi maldad absoluta cuando reconozco que entonces ya no quise irme, me pudo el interés por aquella pareja.
“Buah, ¿qué bicho eh Cari?” sonó una docena de veces en la sala, en ocasiones acompañado de un “¿Tas quedao?”.
Por aquel entonces hasta el anciano de la primera fila se había ajustado el sonotone para oír qué cojones decían quince filas más atrás y de cuando en cuando miraba como un niño que va al zoo por primera vez y al que le han prometido que hoy verá a los monos, decepcionado porque desde su posición no había manera de ver a aquellos animales que gruñían y emitían risotadas.
Finalmente, cuando la dialéctica de ambos entró en un bucle causado por el intento de Conan de contarle a su novia que “el mostruo venía del espacio”, decidí que era el momento de huír.
Estuve a punto de acercarme y pedirles el teléfono, seguramente me podría ser útil si algún día resucitan a Darwin y necesita pruebas de lo de la evolución, aunque bien pensando igual no sacaba nada en claro.
El abuelo me asaltó a la salida y me dijo “quins collons” mientras señalaba a aquel par de tortolitos. No dijo nada más. Tampoco se lo pedí.
A veces, cuando está oscuro, en la soledad de mi hogar me oigo decir:
“Buah, ¿qué bicho eh cari?”.
T.G.
😀 😀 😀 😀
Sigo pensando que un cine/café/restaurante que recurra al «derecho de admisión» (gracias a nuestras magníficas leyes, no podemos impedir que un Neanderthal entre en ningún sitio, lo máximo que podemos es pedirle que entre sin porra y sin herramientas de sílex) podría ser rentable, al menos en las grandes ciudades. Basta con limitar el acceso mediante precios elevados, pero no exagerados; nada de palomitas y demás (que es lo que realmente rinde en los multicines), una entrada a 15 € y no hay cani que se acerque; un complejo de tamaño mediano, con suficientes salas pequeñas como para estrenar películas que jamás se estrenarían en un multicines normal, y con una cafetería y un restaurante de cierto nivel, ambos con pantalla y proyección, por supuesto.
Si alguien está interesado, que me pase unos cuantos millones de Euros y empezamos las obras en un par de meses ;D (o que lo levante él mismo, y me pase un 1% de la taquilla en concepto de propiedad intelectual ;D)
Siempre he abogado por la necesidad de una guerra termonuclear, por un apocalipsis, que libere a este mundo de una serie de lacras.
Comenzaria, sin dudarlo, por un centro comercial un sabado tarde / noche. Zona multicines.
Celebro descubrir que no le pillaria alli.
PD: ahora piense: el voto de esos dos seres vale lo mismo que el suyo. Apocaliptico, ¿no?
Impagable el artículo de esta ex-TPC comentando las preguntas de una manada de chonis que quieren ser azafatas: http://bit.ly/rCMxDC
Le aconsejo a usted el uso del chonizador (diccionario castellano-choni realmente útil). Búsquelo en Google.
Apoyo lo de la bomba termonuclear
@3 «el voto de esos dos seres vale lo mismo que el suyo.»
No estoy del todo de acuerdo. Sólo valdrá lo mismo sí están empadronados en la misma provincia.
Aún así, a mi me dan escalofrios de pensarlo.
@5,
He dado por supuesto que asi es, puesto que comparten multicine (jo, jo, jo).
Pero si: tiene razon.
Sus aventuras y desventuras tan sólo son comparables al periplo que me ha llevado ya 5 días distintos a una comisaría de policía para denunciar el robo de una bicicleta. Una sala de espera de urgencias, la sala de espera de una comisaría, un cine… son dos lugares donde la comedia humana se muestra en todo su esplendor.
Por lo demás, haciendo grandes aspavientos y gritando a pleno pulmón, debería de haberse levantado, girado y haber dicho: ¡¡¡¡¡El monnntro, el monntro cari ereh tú!!!!!
(y acto seguido haber salido corriendo cobardemente, como corresponde a la jugada, antes de que el engullebatidos hidrogenados tuviera tiempo de reaccionar).
Porque mira que ir a ver el remake de La Cosa… ya le vale, hoyga, ya le vale. Dentro de ná harán el remake hasta de «¡Están vivos!», con Mickey Rourke hormonado de protagonista.
Quefaltimaginación, Jesús.
Adjunto vídeo del primogénito de la pareja
http://www.youtube.com/watch?v=209U5Jm5ync&feature=related
«Estoy seguro de que en lugar de ir al médico iba al antropólogo»
¿Usted sabe que va camino de tener club de fans, verdad?
De momento, eso se lo copio…
“Buah, ¿qué bicho eh cari?”.
————————-
Mal.
“-Buah, qué bicho ¿eh cari?”
Así.
Si va a ver películas de chonis, normal que tenga chonis en su misma sala. Si ejque…
¡Ay, Dios Santo! ¡Un divertículo!
Siempre creí que sin boxeo ni barriga cervecera me libraría. Pero tenía que llegar usted con su prosa hilarante para provocarme la diverticulitis.
(Kuato, hijo, no llores, que ya mismo comemos).
@1 Ayatollah, coincidimos en que es muy conveniente limitar el acceso a determinados servicios y bienes elevando sin motivo el precio para imponer una barrera de entrada que impida el acceso a los mismos de individuos subestándar.
Pero resulta que eso ya existe.
Y se le está aplicando a usted ahora mismo. 🙂
[Es la sonrisa serena en el busto marmóreo de una matrona romana casada con un senador del bando de los «optimates», los mejores por derecho de nacimiento]
¿Acaso cree que los asalariados y los pequeños empresarios que los fines de semana pretenden ser «algo más» gastando más que de costumbre pueden mezclarse con los verdaderos dueños de todo esto?
¿También creerá que una persona cualquiera puede llegar a lo más alto por su propio esfuerzo (es decir, acumulando esfuerzos ajenos) y codearse con quienes llevan poseyendo el mundo desde hace generaciones?
Por favor, déjele el humor a T.G.
@3 Slayer
Ciertamente, el voto de las personas que no meditan su voto no debería valer lo mismo que el de aquellos que se informan sobre todas las opciones, los ciento y pico partidos que han concurrido a las últimas elecciones, que han leído todos sus programas electorales, que han analizado las declaraciones de todos los candidatos.
Y es verdad: El voto meditado no vale nada. Nada en absoluto.
El otro día lo confesaba un diputado turolense: «Quien crea que Zapatero manda más que Botín es tonto».
Sigan votando a los galgos y los podencos que les persiguen, tiernos e inocentes conejitos. Porque mordidos por unos o por otros, ustedes indefectiblemente colgarán del cinturón del Patrón.
He vuelto… he discutido con ocho personas en el aeropuerto… no han podido conmigo. Ni siquiera el bigotudo australiano hijo de un canguro y una langosta (el insecto, que no el marisco) que intentó sobrepasarme en la cola de seguridad por la derecha, haciendo como que se abrochaba el zapato con la vista. Juro que dos agentes de policía se rieron cuando le desenmascaré.
Mañana se lo cuento.
Por cierto Manoloster, el remake de Están vivos parece que está en marcha. A mi no me mire oiga, yo no tengo la culpa.
In time… ¿merece la pena? ¿O es una metáfora sencillota sobre el abuso de los ricos sobre los demás? Es lo que aparenta en el trailer. Y, la verdad, para eso…
¿Dios mío,es que ya no se respeta nada?¿Están vivos tambien? Blade Runner,Mad Max…
¡Vaya con el siglo 21! ¿Seguro que los mayas estan equivocados y el mundo no se acaba el
año que viene?
Saludos
In time está bien durante un rato. Si durará 30 minutos sería cojonuda.
Parece que el mundo no se acaba en el 2012, sólo se repite.
Me molan tus entradas, tronco, passha, ¿que no?
Croq.
¿¿¿ ???
Gracias por el consejo. Si lo único interesante es la exposición inicial de la distopía y después solo hay juicio moral de (contra) la misma y ánimo de combatirla, creo que me ahorraré ir a verla.
Como si fuese preciso hacer películas de ficción científica para explicar qué hemos hecho con nuestras vidas y las de nuestros hijos. Si la gente no pilló qué coño es Madrix, por más clarito que se lo explicaba Morofeo, y se fijaron casi solo en los efectos especiales, en los ropajes y hasta en la flacucha amante (que ya es fijarse en cosas sosas), ¿cómo puñetas van a entender metáforas azuladas de una vida llena de avatares o un esquizofrénico club de la lucha anticrediticia o el sobrehumano hartazgo de un Kal-El mahdídico ante nuestro constante empeño autodestructivo?
Sí. Que venga 2012. Ya amorticé mi hipoteca. Ahora estoy en paz con Botín. Mi balance está cerrado y hace tiempo que solo espero la liquidación final. El sincrético arcángel San Miguel 0,0% (de incremento salarial) puede pesar mi alma en su balanza.
Y si en 2012 no llega el fin de los tiempos, ya pegaremos fuego a Roma para acelerar el retorno del Mesiah, el Mahdi o el prototípico Osiris, ejemplo de todos los que se fueron y algún día volverán, incluida la serpiente emplumada y el trabajo productivo, el trabajo sometido a alta plusvalía, el trabajo que llena de alegría porque genera un alto valor añadido y con él fuertes beneficios al capital invertido en el pago de la fuerza de trabajo. El trabajo digno que algún día volverá.
El próximo año… en Jerusalén.
Troceador, ya me dirá donde compra lo que se fuma. O bebe. O inhala. O come.
Yo también quiero ver a la serpiente emplumada.
#7, Juas, juas, juas
Como no puedo editar el mensaje anterior, tengo que poner uno nuevo para añadir que se me saltaban las lágrimas de risa (y ellá al verme a mi así, pues casi también) al leerselo a mi mujer.
¿Película de chonis?
En Cataluña nunca había habido «chonis» hasta la primera generación de natalidad de todos los inmigrantes andaluces y extremeños que inmigraron durante el franquismo y nos inundaron los extra-radios.
Aquí había de todo, analfabetos, gente trabajadora, nacionalistas, no nacionalistas. Y sobretodo gente más gente trabajadora. Pero «los chonis» es un producto importado, made in Ejpain. Además, el sistema educativo no ha surtido ningún efecto en la contención de dicha plaga, que cada día prolifera más. Es lo que hay.
#27 Don uno…
Si cree usted que lo esencial de una persona es el lugar donde nació o habita, el color de su piel o las lenguas que aprendió a hablar… Bienvenido a la primera Conferencia Internacional de Xenófobos.
La celebramos en internet porque ninguno de nosotros querría ver a un tipo como cualquiera de nosotros paseando por nuestro país. Eso sí, como no vamos a aprender la lengua de los demás xenófobos, necesitamos contratar interpretes multilingües. Vale, aunque sean chonis.
@27 Bamboo ha vuelto!!!!!
27 UNO: ¿ quien te crees que eres ?, ¿ todos los andaluces y extremeños «paren» chonis ?… si es cierta tu teoría clasista (por ser suave) a ver si va a ser que se transforman en chonis al contacto con catalanes….
Paz por favor. Les aseguró que he sufrido a personajes de todos los estratos, nacionalidades, etnias y religiones. Cuando se trata de pasarlo mal en una sala no hay distinciones posibles: todos/as son capaces de lo peor.
Los peores son los Jackie Rippers: «¿Ves a Brusgüilis? Pues resulta que está muerto». Y al final resulta que el fill de puta tenía raó.
¡Ups! Atila, el «Uno» me ha contagiado y ahora parezco una víctima de la ESO autonómica: No sé hablar sin mezclar idiomas. =8^o