Señores y señoras,
¿Cómo están ustedes?
Veo que les ha gustado mi bonito post sobre ese genio llamado David Cronenberg y su horrorosa película llamada Maps of the stars: una película que puede provocar fracturas de mandíbula por bostezo.
Esta semana seguimos hablando de elecciones, y de lo ridícula que es House of cards cuando se compara con lo qué pasa en Madrid a diario. Esperanza Aguirre se comería a Frank Underwood con patatas y aún le quedaría hambre para comerse unas albóndigas y un cocido madrileño.
No me digan ustedes que no se han reído con la historieta de Espe, el tipo del ático, la delegada de Gobierno, el comisario Canillejas (igual acabo de inventarme el nombre) y los desayunos de trabajo en la Mallorquina. Ah, y me he dejado a Enrique Cerezo, que también es un hombre al que le gusta hablar por teléfono.
Hay algo que no entiendo, si toda esta gente representa que son genios del crimen, ¿cómo es posible que tengan la boca tan grande, sea en persona o por teléfono?
En fin, señores, viva la guerra sucia y estos momentos de asueto que proporcionan a mi alma atormentada todos estos botarates que se han forrado a nuestra costa.
Esta semana se estrenan un par de cosas interesantes. Una de ellas llama a gritos a mi freak anterior; la otra que confirma mis peores temores.
Pero vayamos por partes.
El primer estreno (y ya me imagino que va a ser limitadísimo) es el documental sobre la historia de Cannon Films.
Vale, lo admito. Mientras ustedes, hijos de Apolo y Afrodita, iban por ahí bebiendo, fumando y morreándose con desconocidos/as yo desperdiciaba mis años de adolescencia echando horas en el videoclub. El viernes salía del cole (y estoy hablando de cuando tenía 12 o 13 años) y me iba al videoclub. Llegaba allí antes de las cuatro y me pasaba en el sitio hasta que cerraban.
Allí vi más de 8000 películas entre el 83 y el 96. En ese tiempo no me bebí unos 5000 cubatas y dejé de besar… bueno, lo de besar lo dejamos, no era yo muy popular con las mujeres, viendo doce o quince películas cada fin de semana. Pero esa fue mi educación sentimental, y no las discotecas o las playas. Supongo que por ese motivo mis habilidades como nadador son tan limitadas y lo de ir en bici me parece más difícil que ganarle al ajedrez a Karpov.
Seguro que mi madre pensó que mejor aquello que tenerme en la calle entregándome a mis instintos más básicos.
(Eso lo hice luego, pero mi madre –Dios la tenga en su gloria- ya no se enteró de mis coqueteos con la oscuridad de mi alma, blablabla) Bueno, pues en esa parte de mi vida jugó un gran (GRAN) papel Cannon Films. Y esta semana estrenan Electric bogaloo: la loca historia de Cannon Films.
Juzguen ustedes mismos:
American ninja
Breakdance
Electric boogaloo
Delta Force
Invasion USA
Exterminador 2
Desaparecido en combate
Lifeforce
Bolero (¡Bolero!)
Señores y señoras: un mar de obras maestras.
Y sé que muchos de ustedes/as están ahora mismo con la mente perdida en aquellos años de películas locas, sin ningún tipo de corrección política, sin más ánimo que el de entretener o el de ofender a todos/as por igual.
Además, el docu es divertidísimo y cualquiera con un poquito de eso que llaman nostalgia en las venas va a soltar una lagrimilla recordando a todos esos hijos de puta que iban por ahí matando gente como si no hubiera un mañana.
Ah, sí, y la otra peli es una cosa que se llama Chappie.
Con ese nombre ya no se puede esperar nada bueno, pero es que la película es esperpéntica, y tiene además el concurso de uno de los peores actores del universo conocido: Dev Patel.
Qué malo es el tío, coño.
Lo peor de esta peli es que el director es Neil Blomkamp, un tipo que prometía mucho con Distrito 9, menos con Elysium y nada con Chappie, la historia de un robot policía que es muy bueno y muy inteligente.
Aún más increíble: este tío va a dirigir la próxima entrega de Alien y ya me están entrando los temblores.
No sé, oigan, vayan ustedes/as y me cuentan.
(eso sí, no es peor que la de Cronenberg. Por lo menos es lo que aparenta)
Abrazos/as,
T.G.