Lo sé, lo sé. Voy con retraso.
Iba a hacer el chiste del retraso y mi edad y tal, pero me repito más que el ajo.
La vida me atropella constantemente y luego pasa lo que pasa: se me va el santo al cielo con lo importante. Este blog con el que -si no me fallan las cuentas- llevo ya más de una década.
Creo que solo hay tres personas en mi vida con las que haya tenido una relación tan larga.
No quiero que me feliciten ni nada, es solo una reflexión en voz alta.
Hoy les vengo a hablar de una buena película, una película sólida, una película que parece salida de las tripas del antiguo sistema de estudios en el Hollywood clásico: un western de la gloriosa vieja escuela.
Pero antes quiero contarles lo mal que están encajando las series policiacas auto-conclusivas estadounidenses los cambios sociales. No saben qué hacer con ellos. Cada vez que tratan de encajar alguna trama de Black lives matter o de abuso policial, lo hacen con el culo. Se les nota a la legua que no saben cómo cojones hacer que parezca orgánico. Obviamente, cuando uno mira esas series nota de inmediato que algo va mal: ya sea The rookie, Chicago PD e incluso Blue bloods. Nada rueda igual que antes, todo funciona a trompicones. Cierto es que no puedes ignorar la realidad, pero tampoco puedes meterla con palanca. Para eso se necesita paciencia y talento y parecen no tener ninguna de las dos cosas.
En fin, a ver si la cosa mejora porque me están jodiendo un montón de placeres culpables.
Y ahora, vamos a lo nuestro: Noticias del gran mundo.
Un tipo de pasado misterioso recorre los pueblos del viejo Oeste leyendo noticias a la concurrencia. Todo transcurre bien hasta que le encargan devolver a una niña a su familia.
Obviamente, la cosa se complica y al pobre hombre que solo quiere leer noticias de los periódicos, le empiezan a pasar mierdas varias. No quiero contarles nada. Así que lo dejaremos aquí.
Noticias del gran mundo es el resultado directo de trabajar con un actorazo. Nada puede salir mal si uno pone a currar a Tom Hanks. Le das un listín telefónico, lo lee, y te dan ganas de levantarte y aplaudir.
Aquí, en el papel de un tipo de vida anodina que parece huir a toda velocidad de su propia existencia, vuelve a demostrar que es el mejor actor de Hollywood. Así, sin más. No hay hombre más poderoso a la hora de transmitir desde el otro lado de la pantalla. Tiene un carisma tan descomunal que hace que cualquiera que trabaje con él sea mejor actor/actriz durante la duración de la película.
Hay un momento de la película, una escena, en la que se desmorona frente a una tumba (no contaré nada más), en la que ya hay más cine que en las últimas cincuenta películas que he visto. No es solo que me gusten los western, es que este señor es la hostia en vinagre.
El director es Paul Greengrass, que -no nos engañemos- es otra bestia parda y que aquí abandona su estilo de cámara que parece haber cogido frío, temblorosa y agitada, para demostrar que también se le da bien lo más clásico.
En fin, que yo no me lo pensaría mucho.
El Viejo Oeste les espera, y se está bastante mejor que aquí.
Abrazos/as,
T.G.