Señoras y señores,
Sí, soy un procrastinador. Encima he estado en Islandia, trabajando (ya saben, “trabajando”) y no he podido ponerme al día con este nuestro blog. Francamente, tampoco tengo mucho que decirles respecto a los estrenos de esta semana. Sólo confirmar mi sabiduría a la hora de hacer pronósticos y enfatizar mi capacidad para lograr que las películas que me gustan arrasen en la taquilla.
(Vale, a veces cometo pequeños errores, como cuando dije que Iron Man 2 era muy buena. Lo reconozco, no sé qué había bebido ese día… o quizás fueron las drogas. En cualquier caso, Iron Man 2 era una puta mierda)
El lobo de Wall Street lleva ya unos 7 millones de euros y sigue amasando la mejor media por sala de la última década (con la excepción de Avatar) además de gustar (y mucho) al público. La gente repite, amigos y amigas. ¿Se acuerdan de la última vez que la gente fue a ver una películas dos veces?
(Yo sí, pero yo soy un enfermo.)
En cualquier caso, de lo que quiero hablarles es de la muerte del mejor actor de su generación y de uno de los mejores de la historia: Philip Seymour Hoffman.
Ya habrán leído todo lo que hay que leer sobre el tema. Ya saben los detalles escabrosos y no es necesario repetirlo. También habrán leído toneladas de comentarios elogiosos (todos merecidos) y las consideraciones de los que le entrevistaron. Había uno que destacaba que el actor sudaba mucho. Es decir, que había pasado media hora con un tipo grandioso y lo que se le había quedado grabado es que el hombre sudaba mucho. Hay que ser mamarracho, señores y señoras.
Yo solo quiero hablar del intérprete. Del tipo que me emocionó en una docena de películas, al que me creí en las películas más absurdas. Al actor de Happiness, de Capote, de Casi famosos (¿alguien no se enamoró de su personaje en esa película?), Boogie nights, Magnolia, La duda, Los idus de marzo, The master, Mision Imposible III (uno de los mejores villanos de la historia del cine) o –la muy loca– Twister.
Puedo pensar en pocos actores que no tengan ni una sola película mala o –mejor dicho– que ni en las películas malas están mal. No recuerdo un papel de Seymour Hoffman en el que me dijera a mí mismo “qué mal está este tío aquí”. Seguro que ustedes (angelitos/as) me llevarán la contraria y es verdad que tengo una memoria lamentable, pero cuando salía el pelirrojo se hacía el silencio.
Le entrevisté cuatro veces. La primera –si no recuerdo mal– fue por Misión Imposible III. La última por The master. Le recuerdo gracioso y jovial en la primera y arisco y cabreado en la última. Si yo fuera un periodista de verdad sacaría un montón de conclusiones de este tema y seguro que llegaría a la verdad absoluta: estaba drogado en una y normal en la otra.
Igual en la que sonreía estaba muy drogado y cuando no se drogaba esta muy serio. O igual era al revés.
¿A quién cojones le importa?
Se ha ido uno de los grandes, un actor de plomo, infranqueable. Uno de los mejores que dio el séptimo arte en las últimas décadas. Me da igual la heroína, las papelas de su casa, que arrastrara los pies o que sudara. Me la sopla.
Como siempre, la muerte de alguien tan importante para el mundo del cine y especialmente cuando alguien muere de una forma poco elegante, demuestra que el apetito periodístico por las noticias macabras no se acaba nunca y que las prioridades pueden torcerse en cuestión de segundos: ya no importa quién era o por qué importaba; lo que importa es cuánta heroína había en su casa o si llevaba 10 años de fiesta.
¿Y ustedes? ¿Qué película recuerdan del mítico pelirrojo?
Abrazos/as,
T.G.
Pues me ha tocado especialmente la desaparición de este actorazo. Pocos en España conocen su profunda voz.
Yo lo recuerdo muy jovencito en escencia de mujer. Ya apuntaba maneras en ese papel de niñato cabroncete. Y el otro día, antes del fallecimiento, me lo encontré de casualidad en la tele, no recuerdo en qué canal, en Mission impossible 3, glorioso cuando despierta secuestrado por Tom Cruise y, lejos de amedrentarse, comienza a enumerar los pasos que va seguir en venganza por el secuestro, cabreando/acongojando notablemente al bueno de Tom.
Una gran gran gran gran gran gran pérdida.
Te respondo sobre todo porque no has mencionado una de las películas donde participó e hizo un papelón y que me gusta mucho : 25th hour -aquí traducida la última noche- donde interpreta al amigo de infancia del protagonista. Philip, que trabaja de profesor de instituto, esta atormentado/obsesionado por culpa de una alumna/lolita (Ana pankin).
La guerra de Charlie Wilson
Capote no he querido verla.
Actor enorme, infalible y de trágico final, como John Cazale.
También a los cuarenta y tantos y en NY.
Bye
Es lo que usted dice: después de ver una película podías decir «no me ha gustado», pero añadías «y qué papelón de Hoffman, cómo actúa este señor».
Siempre te lo creías.
No puedo añadir nada más, sólo darle las gracias también por la columna de El País. Me quedo con «The boat that rocked».
saludos
En Hapiness lo hace tan bien que me creí q era así, que no era un personaje… Y en misión imposible III está brutal.
Por tocar las narices:
«y entonces llegó ella».
Perdón. Ya cierro la puerta al salir.
Hola T.G.:
Totalmente de acuerdo. Para mí saber q salía en la película era motivo, a ves el principal, para verla. Siempre creíble te llegaba al corazón y a la mente, desde luego. Su minuciosidad, su fuerza. En fin, me ha dejado impactada su dramática pérdida. Estos días re-viendo Capote he vuelto a quedar enganchada a su absoluta genialidad. Le echaré de menos.
Saludos cinéfilos 🙂
Les recomiendo «Jack Goes Boating» (Una cita para el verano) que dirige y en la que actúa Philip Seymour Hoffman. Exquisita.