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¡A mis brazos Capitán América! (Oh Capitán, mi Capitán)

El otro día (no me pregunten donde) tuve ocasión de ver por primera vez en pantalla grande y en 3D el trailer del Capitán América.

Antes de entrar a ese tema déjenme decirles que estoy ya un poco hasta el gorro de superhéroes. Sí, me encantan los cómics, y sí, los he leído toda mi vida y sigo haciéndolo cuando puedo, pero lo cierto es que hay demasiada morralla asomando la jeta y así les va. Volví a ver antes de ayer la segunda entrega de Iron Man (que puse aquí por las nubes) y me temo que ese día iba más drogado que de costumbre. O eso o había olvidado tomar mi medicación.

Lo mismo me pasó con Thor: me lo pasé bien, me entretuve y poco más. Temo lo peor de Green Lantern, con el mindundi este de Ryan Reynolds haciendo el burro vestido de verde. También temo a Los Vengadores, aunque esté al timón Joss Whedon, que es un tipo que me merece mucho respeto.

Luego están esas cosas que dicen por ahí: el nuevo Hulk (no, gracias); una revisión de Daredevil (no, gracias, aunque el guión sea de Chris Claremont); otra entrega de Lobezno (no, gracias, ya sufrimos bastante con el original); otro Supermán (aquí tengo mis dudas porque el de Bryan Singer era absolutamente deficitario y cualquier cosa será mejor).

Y suma y sigue.

Ya se sabe que en Hollywood todo funciona a base de inercias: si el superhéroe funciona pues te encajamos el embudo en la boca y vas a tragar superhéroe hasta que te ahogues. En esas estamos ahora, en tratar de atragantar al personal con tanta capa, tanta bota y tanta explosión.

Dicho todo esto, Capitán América es mi gran esperanza para este verano. Cuando era niño y a pesar de su –obvio- cariz propagandístico este señor era mi ídolo. Ahora, y a pesar del –obvio- cariz propagandístico, sigue siendo mi ídolo.
No sé si han tenido ustedes oportunidad de ver este trailer en pantalla grande pero probablemente sea mejor que muchas películas enteras. Y eso que debo confesar que al principio mis expectativas eran nulas: cuando dijeron que la película la iba a protagonizar Chris Evans (ese tipejo que había convertido la Antorcha Humana de Los 4 Fantásticos -otra película lamentable- en un personaje menor) me empezaron unas cosquillas intensas en las pantorrillas, que es lo que me pasa antes de intentar estrangular a alguien.

Cuando llegaron noticias de que el malo iba a ser Hugo Weaving (Matrix, la trilogía de El señor de los anillos, V de Vendetta) mis pantorrillas adquirieron inesperado brío. Después confirmaron a Stanley Tucci y una lagrimilla brotó de mi ojo izquierdo (el ojo de llorar de alegría, el derecho me lo guardo para las películas de Almodóvar). Después vi las primeras fotos de la película y caí. Lo confieso: me la tragué con todo el aparato (no busquen dobles lecturas en esta frase que son ustedes/as muy dados a este tipo de cosas).

Con el primer trailer, con Chris Evans de enclenque digital y Hugo Weaving arrancándose el rostro para convertirse –por fin- en Cráneo Rojo ya me convencieron definitivamente de que esta va a ser una aproximación seria a un personaje mítico, con la suficiente caña y chicha para pelear por un puesto en el panteón de los superhéroes cinematográficos.

Les dejo el trailer (que seguro que ya habrán visto porque están ustedes/as en todo) pero les recomiendo que traten de cazarlo en algún cine. Mientras tanto recuperen la precuela de X-Men, que es canela fina oígan.

Por cierto, ya ven que el doblaje sigue siendo un asunto delicado. Propongo que quedemos todos en el campo ataviados con palos y sacos de estiércol y procedamos a combatir sin tregua hasta que lleguemos a un acuerdo. Yo miraré y sacaré fotos.

Siempre a sus pies,

T.G.

P.D.: por cierto, Slayer, recuerde que el doblaje de El resplandor lo dirigió Carlos Saura y fue autorizado por el propio Stanley Kubrick. Pa habernos matao.

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