Amigos y amigas,

Pensaban que se habían librado de mí, pero no ha podido ser.

Empieza otro bonito mes de 2020. Sé que creen que no puede ser peor, pero puede ser peor, en serio. Así que vamos a cruzar los dedos. Yo dije en 2019 que 2020 iba a er mi año, y es verdad que no especifiqué más. Esta vez no voy a decir nada, a ver si tenemos más suerte y la cosa nos permite respirar. No cuento con ello, pero seamos optimistas.

No se me da bien ser optimista, pero qué coño.

Hoy les voy a hablar de una serie de televisión que nos viene al pelo.

Ahora que se acercan las elecciones estadounidenses y ya nos hemos acabado todos/as siete veces El ala oeste de la Casa Blanca, Movistar + estrena The Comey rule (aquí titulada La ley de Comey) sobre el gigantesco lío que precedió a las elecciones estadounidenses de 2016, en las que venció -contra todo pronóstico- ese señor llamado Donald J. Trump.

La ley de Comey, que cuenta con solo dos episodios de hora y poco, explica el gigantesco escándalo que se produjo al otro lado del Atlántico con la filtración de decenas de miles de correos electrónicos de la campaña de Hillary Clinton. Algo que muchos expertos consideran fue vital para su derrota en la contienda.

La serie se centra en la historia de James Comey, que en aquel momento era el director del FBI y que sufrió una enorme presión para convertir la investigación en un asunto de estado. El problema es que la agencia temía convertirse -como así sucedió- en un instrumento usado por los asesores de Donald Trump para inclinar definitivamente la balanza a su favor.

La tonelada de filtraciones, la presión del entorno de Trump, el papel de Rudy Giulani en todo el embrollo y la presencia al final del propio Trump, son el corazón de la serie, con un papel impresionante de Jeff Daniels.

Daniels interpreta a James Comey con ese tono entre nostálgico e hiératico que ve como de un día para otro la responsabilidad de decidir si algo puede cambiar un país entero, recae de repente en sus hombros. Solo le faltaba a Comey ser poseedor de una estricta moral judeocristiana y un extraño -por extremo- sentido del deber, que resulta inquietante incluso para sus allegados y compañeros de trabajo.

Como resultado de todo lo anterior, Comey se convirtió en el tipo más odiado de Estados Unidos, por todos/as aquellos/as que consideraban que por su culpa, Trump era presidente del país.

El show refleja muy bien la naturaleza casi estoica del personaje, en contraste con lo mal que lo está pasando su familia, y la feroz contestación interna en el FBI, donde muchos creían que la investigación sobre Hillary no era pertinente y que hecho vulneraba las reglas del Bureau.

Me he dejado para el final lo mejor: Brendan Gleeson interpretando al propio Trump.

No voy a hacer spoiler, pero coño con Brendan Gleeson.

Desde el momento en el que sale, ya no quieres mirar a nadie más, ni saber nada más de nadie más.

La ley de Comey.

Si les interesa aunque sea un poco la política estadounidense y cómo de endemoniado es el sistema cuando se topa con anomalías, esta es su oportunidad.

Abrazos/as,

T.G.