Ayer leí este artículo en La Vanguardia y como me gustó, porque dice muy bien dicho exactamente lo que yo pienso que somos, se lo enlazo y se lo copio aquí.
http://www.lavanguardia.com/opinion/articulos/20110825/54205075805/todos-somos-creyentes.html
Todos somos creyentes
A raíz de la venida del Papa a Madrid se suele hablar de los creyentes como sinónimo de los religiosos (en este caso los adeptos al catolicismo), diferenciándolos así de los no creyentes, aquellos que no profesan religión alguna. Todo ello suscita algunos interrogantes: ¿sólo son creyentes los religiosos, sean de la religión que sean? Aquellos que no creen en ninguna religión, en ningún Dios trascendente ni en otra vida, ¿no son, o no pueden ser, también creyentes, aunque sea en algo de naturaleza distinta?
Se me ha ocurrido que un método para abordar esta ardua materia e intentar responder a estas complejas preguntas, sea el de acudir al conocido ensayo de Ortega y Gasset Ideas y creencias, escrito en 1934, todo un clásico. Ortega siempre tiene una ventaja: te guía por sendas complicadas con una claridad de razonamiento que, al menos, evita que te pierdas. Puede ser que el punto de llegada, o el de partida, no sean convincentes; pero nunca dejas de seguir la argumentación por la que te conduce el maestro. Así pues, de su mano, intentaré contestar a las preguntas que formulaba al principio.
La creencia es aquel tipo de conocimiento que nos encontramos ya dado y que hemos incorporado a nuestro modo de ser sin ponerlo siquiera en cuestión porque lo consideramos indubitable o, mejor dicho, previo a toda tentación de duda. Es decir, creemos porque la verdad objeto de la creencia no necesita ser demostrada ni argumentada para que la consideremos como tal verdad.
«Creencias –dice Ortega– son todas aquellas cosas con las que absolutamente contamos aunque no pensemos en ellas. De puro estar seguro de que existen y de que son según creemos, no nos hacemos cuestión de ellas sino que automáticamente nos comportamos teniéndolas en cuenta». Para ilustrarlo no hay por qué remontarse a las grandes cuestiones trascendentales. Basta con un burdo ejemplo: «creemos» que los muros son impenetrables y, por tanto, para llegar al otro lado, sin pensarlo damos un rodeo.
De las creencias se distinguen las ideas, un concepto muy distinto. Así como las creencias son algo que nos encontramos dado y aceptamos sin plantearnos su verdad o mentira, las ideas se adquieren, son un producto del acto de pensar, el resultado de un esfuerzo de nuestro intelecto. Uno vive en una creencia, está en ella; en cambio, tenemos ideas, estas se obtienen tras un proceso cognitivo mediante el cual logramos alcanzarlas. «Las ideas son, pues –dice Ortega–, las cosas que nosotros de manera consciente construimos, elaboramos, precisamente porque no creemos en ellas (…) Las ideas nacen de la duda, es decir, de un vacío o hueco de creencia (…) actúan allí donde una creencia se ha roto o debilitado». La creencia es un legado de la tradición, la idea una creación propia producto de la operación de pensar.
Si aceptamos esta contraposición entre ideas y creencias, en nuestra tradición cultural el conocimiento surge de una enconada lucha entre ambas. En la historia del pensamiento occidental, las ideas procuran ir ampliando su campo en detrimento de las creencias: el objetivo es llegar a un mínimo de creencias y a un máximo de ideas. Es el combate de la razón contra la tradición. Ya los filósofos presocráticos empezaron a dudar que los fenómenos naturales –el viento, el fuego– encontraran su fundamento en la voluntad de los dioses. Más tarde, los clásicos griegos pusieron las primeras piedras de la ciencia en sentido moderno. Con el cristianismo, el conocimiento se hace teológico y se basa en una creencia: la verdad ha sido revelada por Dios en la Biblia. En coherencia con tal creencia, mediante el intelecto se establece un sistema de ideas: la escolástica.
La ruptura radical con este fundamento teológico lo formula Descartes. Su cogito ergo sum, el pienso luego existo, significa que para alcanzar el conocimiento toda creencia debe ser puesta en cuestión. No hay, pues, verdad revelada, sólo un método para alcanzarla basado en la razón, es decir, la posibilidad que tiene el ser humano, y sólo el ser humano, de pensar. Pero en el fondo, si bien se mira, el método cartesiano también se basa en una creencia: en que todo debe ser puesto en duda y sometido a la razón. A partir de ahí vendrán las ideas mediante las cuales podremos ir accediendo a la verdad, a una cierta y provisional verdad, siempre cuestionada.
Así pues, tanto religiosos como no religiosos son creyentes. Unos creen que sólo un Dios trascendente, que conoceremos con certeza tras la muerte, es la fuente que revela mediante un libro todo conocimiento. Otros creen en la capacidad humana de utilizar las ideas –producto de la observación, la experiencia, la argumentación, hasta la intuición– para que podamos irnos acercando a la verdad.
El progreso humano, hoy tan poco de moda, probablemente consista en ese camino que conduce al predominio de las ideas sobre las creencias. Al final sólo debería quedar una creencia: la duda como método. Todo lo demás serían ideas. Pero como la duda es también una creencia, ninguno dejamos de ser, ciertamente en más o en menos, creyentes.
Discrepo en mi insignificancia. La duda metódica no es una creencia. Es una idea que se rebela contra toda creencia. El autor, en un ensayo agnóstico, atribuye deliberadamente el significado de creencia al concepto «duda» en su séptimo párrafo. No es un Ortega razonando, como tampoco lo soy yo.
Aunque no tarda Descartes en aclarar en su Discurso del Método que para él todo empieza en la verdad indudable del dios cristiano. Me atrevo a ver sarcasmo cartesiano. Por si le quemaban los libros.
Las religiones tienen la mala e insana costumbre de apropiarse de cosas, conceptos, lugares, y de hacer creer a todo el mundo que son suyos y les pertenecen, cuando en realidad no lo son.
Un ejemplo son las fiestas, por ejemplo las navidades. Está más que demostrado que las Navidades son una fiesta NO religiosa, pero por algún motivo a los cristianos les fastidiaba que las navidades tuvieran más importancia que lo que ellos llaman «el nacimiento del señor», y decidieron cambiarla de fecha. La estrategia funcionó tan bien que incluso ahora los teólogos tienen muchísimas dificultades para establecer y llegar a un consenso sobre el nacimiento de Jesús de Nazáret, si es que algún día tal persona existió. Las mal llamadas navidades se llevan celebrando desde hace bastante más de los 2000 años que tiene la iglesia católica, y proceden de la celebración por parte de la gente del solsticio de invierno, la retirada de la penumbra a favor de días más largos y de disponer de más tiempo de sol
Hasta tal punto llega este disparate de las fiestas que hace poco estuve en Valencia en fallas y alguno pensaba que las fallas eran un acontecimiento religioso, y que la fallera mayor debía por ello hacer una ofrenda floral a la virgen, cuando en realidad las fallas salieron de la idea de un carpintero que, a finales de marzo, decidió limpiar como tantas otras personas de su oficio su lugar de trabajo, y con todo lo que le sobró de la campaña anterior decidió hacer lo que fue la primera falla.
Tal y como he mencionado atrás, también se apropian de propiedades que no les corresponden, baste con leer este artículo de elpais para darse cuenta:
http://www.elpais.com/articulo/sociedad/escuela/era/obispo/elpepisoc/20110716elpepisoc_4/Tes
Y por último, se apropian de conceptos tal y como el señor Moltó nos cuenta muy acertadamente en este post. Los creyentes y los no creyentes, y van diciéndolo y diciéndolo, repitiéndolo hasta hacerte sentir que tu si no perteneces a una religión, no tienes corazón, no crees en nada, tu vida se reduce a mera materia donde no tienen cabida sensaciones o sentimientos, cuando no es así, pongamos un ejemplo: John Lennon tenía creencias, que distaban mucho de ser una religión: Yoko y Él, así lo dejó para la posteridad escrito en esta canción: http://www.goear.com/listen/cb26b99/god-john-lennon . Luego John Lennon es creyente no religioso.
En fin, otra de las ideas de las que se apoderan, y que la usan mucho ahora y está muy de moda, el decir «Europa es de cultura, costumbres y creencias católicas», no me hagan reír por favor, Europa tiene bastantes más de los 2000 años que tiene la religión católica, y por centro Europa abundan ritos y costumbres milenarias mucho más antiguas.
Algo que escribí hace tiempo en el foro:
…Estoy aprendiendo que cuando pensamos, lo hacemos sobre el lecho de los presupuestos. Los presupuestos son lo que está previamente puesto por debajo del discurso. Discurso y discurrir, el cauce, para que un río fluya tiene que haber un cauce. El cauce en el que se apoya cualquier discurso es algo sobre lo que no se puede discutir porque es previo. Es lo que está ahí cuando uno se pone a pensar. Es lo que necesita el río para fluir, por mucho rozamiento que haya, por mucho deseo de saltárselo, no hay más.
Intentar pensar en lo que yo me apoyo para pensar sería como querer vernos los ojos o coger el puño con la mano o morderse los dientes o chuparse la lengua.
Para que haya juicio, para que se den las afirmaciones, son fundamentales los prejuicios. Los prejuicios están puestos previamente al juicio y el pensamiento no es más que el encadenamiento de juicios que corren. Sin cauce no hay río. Sin prejuicios no hay juicio.
Los prejuicios son las creencias.
Ortega y Gasset decía que existe una diferencia fundamental entre prejuicios e ideas: las ideas se tienen, en las creencias se está.
Las creencias son las que nos tienen a nosotros, en las creencias nos apoyamos, sin embargo tendemos a pensar que las creencias y prejuicios siempre son de los otros.
“El hombre racional moderno ve las cosas tal y como son”, y un cuerno. Hay cantidad de expresiones que usamos a diario de la forma más natural y no nos damos cuenta de que son metáforas. No podemos darnos cuenta de que son metáforas puesto que si nos detuviésemos a pensarlas, sería como caminar pensando en cada uno de los músculos necesarios para dar un paso y no nos moveríamos. Lo mismo sucede con el lenguaje, si te pones a pensar en todos los prejuicios te quedas en la primera frase, no dices ni pío.
Nietsche decía que el pensamiento funciona gracias a la cantidad de cosas que dejamos de pensar. El pensamiento funciona gracias a lo que ignoramos e ignorar es lo que nos permite creer que sabemos.
La mitología griega o los mitos quechuas nos parecen contradictorios, sin embargo, nosotros, que somos muy racionales, leemos en la prensa a diario que: “los Talibanes viven en la Edad Media porque son una sociedad muy atrasada”. Una frase llena de despropósitos, y nos quedamos tan panchos. Doy por hecho que puedo convertir el tiempo en espacio y que alguien puede vivir en una época anterior. Nuestras creencias vistas desde fuera pueden parecer tan raras y contradictorias como la mitología de otras culturas. Las creencias y los mitos son de los otros. Las nuestras son las que nos permiten pensar, las damos por supuestas, podemos entender y crear lugares comunes: los tópicos, lo consabido, lo sabido con los demás, el sitio en el que reside nuestra cultura.
No me gustan los prejuicios de los Talibanes y a los Talibanes no les gustan los prejuicios occidentales, nosotros los situamos en la Edad Media y ellos nos sitúan en la era de la perversión. Si no hay un acercamiento, preferible éste a través del diálogo y no las bombas, entonces el mundo seguirá siendo lo que es: una mierda.
Cabe preguntarse, cómo crear pensamientos nuevos. Me han mostrado que a través de la poesía, que viene del griego: Poieo = yo hago. El poeta es el que produce una realidad nueva.
Nietsche plantea que una de las formas más potentes de poesía es subvertir las metáforas comunes, lo consabido. Jugar con ellas.
“Fulanito está anclado en el pasado”. Pasado = espacio en el que se queda fijo, luego podemos pensar que el futuro también es así, y tenemos ahora a Fulanito anclado en el futuro. ¡Ooooh!, es verdad: la hipoteca, la planificación… hemos creado una metáfora nueva surgida del juego con una metáfora antigua.
Romper con las metáforas es romper con las contradicciones.
Se supone que en nuestra cultura el pasado es malo y el futuro bueno. El pasado es algo de lo que hay que huir y el futuro que abrazar: “Es una empresa con futuro”, se dice. Toma, todas tienen futuro, y uno de ellos es hundirse. En nuestra cultura el futuro es el lugar de la promesa.
Nos lo cargamos todo: “Fulanito huele”… ya no hace falta decir si bien o mal. Nos quitan hasta el derecho a oler como olemos. Un hombre un voto, un olor.
Las garrapatas sienten por cambios de temperatura. ¿se lo imagina? Yo quiero ser garrapata.
Con todas estas afirmaciones tan naturales, yo no pienso, ellas me piensan a mí.
Para un campesino el futuro no es necesariamente mejor, el campesino lo único que tiene claro es que el futuro va a ser igual que el pasado: cíclico.
Un buen mecanismo para encontrar nuestros propios prejuicios es instalarnos en los prejuicios de los otros y luego regresar.
Observar, escuchar nuestro lenguaje y el lenguaje de los otros: “he cogido una gripe”, ¡joder, qué pretenciosos!, pa’’chulo mi pirulo, que dice Atila. En Tojolabal, no hay sujeto, acción y objeto, (yo te digo), hay sujeto que habla con sujeto (yo te digo, tú escuchas).
Preguntarnos (qué demonios es eso de hacer una RAÍZ CUADRADA), ¿un cuadrado con raicillas? (qué demonios es eso de: someter a un gas a una presión de 20 atmósferas) ¿Quién somete? (qué demonios es eso de un gas que sufre una presión) ¿Por qué sufren los gases? ¿Quién los hace de’’sufri?
El pensamiento científico occidental está construido sobre los objetos y no sobre los verbos. El sujeto de la observación modifica la observación. En la mecánica cuántica para ver el comportamiento de un electrón he de bombardearlo. La unidad mínima que se puede pensar no es la cosa, sino yo observando la cosa.
Desde el principio de inercia de Newton, occidente se lleva siglos preguntando por qué se mueven las cosas, para el occidental las cosas son como son y sólo cambian si hay una fuerza que las hace cambiar, mientras que para los orientales el misterio es por qué algo permanece fijo.
Nuestro pensamiento desde Aristóteles nos enseña que pensar por analogía es pensar mal. Nos enseñan que luchar contra las metáforas es una forma de pensamiento ambigua, no precisa. Pues yo digo: el tronco es la sierra del aire y si no inspiro no me inspiro, así es que Sr. JA, si me lo permite, compañero de fatigas, me voy a ejercer de fumador y hacerme cosquillas con el edredón (libertaria modificación, original by Atila)…
http://www.km77.com/foro/Mensaje.asp?idmensaje=248745
No creo que nadie sensato diga eso, cuando mas de media Europa hace siglos que es luterana, anglicana, ortodoxa o musulmana.
Las religiones cuando se expanden incorporan ritos y fiestas locales para hacer el tragala mas aceptable. Multitud de fiestas cristianas recogen ritos paganos. Las virgenes y los santos catolicos conviven con santeros y sacerdotes vudu en America latina.
Esto me recuerda a cuando descubrimos el MP3.
Resulta que como el 90% de lo que pensamos en realidad no sirve para nada, adoptamos una forma de razonamiento optimizador.
Solo tomaremos lo que seamos capaces de percibir, el resto sobra, ya que , aunque pase delante de nuestras narices, no lo veremos.
Así triunfará el insensible pero práctico, el zafio pero duro y resultadista, el del balance saneado.
La filosofía fue la ciencia del pasado (fue, acción pasada y acabada), Descartes hoy sería ridículo (es) y Ortega me suena a naftalina. (Suena el olor?).
Sin embargo hay un 5% de sus pensamientos que siguen vigentes y esto lo que en realidad significa es que el 95% de sus creencias-ideas eran inútiles.
Facturarían en su época por la parte o por el todo?. Habría que denunciarles a la OCU.
En un momento (hoy) en el que la gente joven no sabe casi ni hablar llanamente, mal podemos esperar disquisiciones ontológicas. Para correr primero hay que andar.
No me rayes tronco.
Menos mal que la vida desmiente esto cada minuto.
Alicia!!! De eso hace más de 5 años. Se ha quedado anclada en el pasado.
#2 Marcos Truchado, ha escrito:
«…./…En fin, otra de las ideas de las que se apoderan, y que la usan mucho ahora y está muy de moda, el decir “Europa es de cultura, costumbres y creencias católicas”, no me hagan reír por favor, Europa tiene bastantes más de los 2000 años que tiene la religión católica, y por centro Europa abundan ritos y costumbres milenarias mucho más antiguas.»
Lamento decirle, que el que me provoca risa es Vd, porque Europa tiene sus raíces en la tradición, cultura y costumbres JUDEOCRISTIANAS, que no sólo católicas ( que es una parte del Cristianismo, católicos hay unos cuantos pero CRISTIANOS hay muchos más), y estoy de acuerdo con Vd. de que existen ritos ancestrales previos a éstas pero que NO han tenido la trascendencia en el devenir de la Historia europea, como pretende Vd. enfatizar o rebatir. Olvidarnos de ello, o no reconocerlo, hace que actualmente mucha de la juventud no sepa, por ejemplo, interpretar el Arte ( sí con mayúsculas, el del Renacimiento, el del Siglo de Oro español, por citar ejemplos, tanto las plásticas como la Música) por la sencilla razón de no impartir Historia sagrada o Historia de la religiones, o Mitología griega, romana o nórdica…..Por olvidarse de «esas historias» desconocen por qué se celebra la Pascua o Pentecostés en países tan «avanzados» como Alemania, Suecia o Francia, además de los más «folklóricos», como podemos ser los países de la cuenca mediterránea, o por qué se celebra San Juan el 24 de Junio y Nochebuena el 24 de Diciembre, o quiénes eran las walkirias, las sabinas o las musas.
En resumen, que el saber no ocupa lugar, y nos guste o no, esta Europa nuestra, hay que entenderla habiendo estudiado relaciones internacionales, enlaces entre monarquías, derechos sucesorios, quiénes eran y qué poder tenían los señores feudales en Inglaterra, que no tienen nada que ver con los de la península ibérica, cómo y por qué pudo triunfar la Revolución Bolchevique en su momento….y también qué papel han jugado la religiones, judeocristiana, islámica, vikinga…..Europa NO es una casualidad, es consecuencia de una larga, complicada y enrevesada Historia, y nos guste o no, es la nuestra.
«La realidad está entre dos palabras» (J.K)