No es noticia y menos en un lugar en el que predominan los coches. Y, sin embargo, quiero escribir de ellos, aunque ustedes no sepan ni quienes son. O sí.
—Nos guste o no, el pádel es un deporte de parejas.
Confieso que yo no sabía ni que existía, que no había oído nunca su nombre y que no tenía ni idea de que existía algo que se denominaba World Padel Tour. Sin embargo, nunca olvidaré la frase que dijo Paquito Navarro el día que lo conocí. No sé por qué motivo, los responsables de KIA que organizaron ese encuentro entre periodistas y jugadores de pádel patrocinados por KIA Renting nos sentaron a Alfonso Herrero y a mí con Gemma Triay y con Paquito Navarro. Éramos cuatro en la mesa. Dos figuras enormes de pádel (yo no había oído hablar nunca de ninguna de las dos, ni de ningún otro jugador profesional de pádel), Alfonso Herrero que no sé si las conocía o no y yo.
La comida fue el jueves 15 de abril de 2021, después de que un grupo de periodistas paquidermos (al menos yo), pasáramos dos horas mezclados en una pistas de pádel con unos seres extraterrestres que eran capaces de hacer cualquier filigrana para volver a colocar una pelota pequeña y amarilla al otro lado de la red, una y otra vez. Por más imposible que te pareciera que fueran capaces de devolver la bola, se estiraban y agachaban sin aparente esfuerzo, rastrillaban la moqueta con su pala y exraían la pelota de la profunidad del océano para colocarla al otro lado de la red. Una y otra vez. Sin aparente dificultad.
Virginia Riera
Aquel día coincidí con otros jugadores y jugadoras y fue el día que me enamoré de por vida de Virginia Riera. En el primer partido que me tocó, me tocó contra ella. Yo le tiraba todas las bolas porque ya que tengo la suerte de jugar contra seres inmortales prefiero tirarles las bolas a ellos que a mortales con los que puedo jugar cualquier día. Recuerdo que mi compañera, otro de esos seres inmortales, me dijo: «No la piques, que te va a machacar».
¡Qué va! Virginia es mucho más inteligente que eso. Se dio cuenta inmediatamente de que yo no quería picarla ni demostrarle nada. Sino que quería jugar. Y me empezó a tirar las bolas fáciles, pero difíciles. Muy fáciles para ellos, pero muy difíciles para mí, por lo que tenía que esforzarme mucho para llegar y devolverlas, hasta que las fallaba. Recuerdo aquellos minutos como los de mayor felicidad en una pista de pádel. Gracias, Virginia, por cuidarme tanto sin conocerme de nada.
Después de jugar, de correr y de sudar, llegó la ducha y la comida. Nos dieron a elegir entre pescado, creo que bacalao, y solomillo de ternera. Paquito y Gemma, los dos, pidieron solomillo. Por si no lo sabían, los seres inmortales necesitan comer lo mismo que los mortales.
Deporte de parejas
Fue una comida sorprendente. Estábamos dos periodistas que no teníamos ni idea de pádel, al menos yo, mezclados con dos supercampeones de pádel. Lo más sorprendente es que lo pasé de maravilla y que me interesaba mucho todo lo que decían, sobre un deporte del que yo no tenía ni idea.
Por ejemplo, hablamos de la discriminación salarial de las mujeres en el pádel. En 2022 se han igualado los premios del World Padel Tour entre hombres y mujeres, pero en 2021 nos contaron que los premios que correspondían a las mujeres eran exactamente la mitad que los de los hombres. «Antes quizá pudiera estar justificado —decía Gemma Triay en abril de 2021— porque había más público cuando jugaban los hombres que cuando jugábamos las mujeres. Pero ahora no hay esa diferencia».
Y hablamos de pádel. O, mejor, hablaron de pádel. Fue entonces cuando Paquito Navarro dijo esa frase que es una obviedad porque el pádel, a diferencia del tenis, se juega siempre por parejas. Pero me imagino que como nos vio tan novatos, nos la tuvo que decir. Y a mí me interesó mucho, porque esa frase implicaba que cuando juegas al pádel intervienen muchos más factores que los deportivos. Los equipos de dos, probablemente, sean mucho más difíciles de gestionar emocionalmente que los equipos de cualquier otra cifra per integrantes.
Objetivo: Número 1
Alfonso y yo tuvimos la suerte en esa comida de que nos tocó estar a solas con dos número uno de este deporte y con dos número uno que acababan de cambiar de pareja. Cuando comimos, aquel 15 de abril, ya se había disputado un torneo y ni a Gemma ni a Paquito les había ido todo lo bien que deseaban.
—Yo estaba muy nerviosa porque nos tocó jugar contra mi anterior pareja. No conseguí jugar bien. Y perdimos. Pero estoy muy contenta, porque jugar con Ale (Alejandra Salazar), lo hace todo muy fácil. Es muy buena compañera.
Creo que fue aquí cuando debí de preguntar sobre qué aspecto de la pareja podía ser más importante: compenetración, nivel de juego, capacidad de sacrificio, compañerismo… Y fue cuando Paquito Navarro dijo algo así como:
—Nos guste o no, el pádel es un deporte de parejas y las relaciones de pareja normalmente son complejas. No basta con tener al mejor jugador al lado, ni siquiera el mejor para ti. tú también tienes que ser el mejor para él, porque si no lo eres, ese que está a tu lado no es el mejor para ti. Tiene que haber respeto, compañerismo, esfuerzo, complicidad y calidad. Mucha gente no ha entendido que nos juntemos Martín de Nenno y yo. Sin embargo estoy convencido de que es lo mejor para los dos. Martín es un jugadorazo y mi objetivo es que alcancemos el puesto número uno del ránking. Martín es buenísimo y estoy seguro de que nos complementamos perfectamente. Estoy seguro de que podemos llegar al número uno y vamos a trabajar muy duro para alcanzar ese puesto.
Éxito y separación
Enlos siguientes campeonatos busqué los resultados de Gemma y Ale, de Paquito y Martín y de Virginia y Patricia Llaguno, su nueva compañera. Gemma y Ale, ganaron en el siguiente campeonato y fueron durante todo 2021 las número uno indiscutibles. Virginia Riera y Patricia Llaguno también empezaron a tener muy buenos resultados e incluso ganaron una final, precisamente a Gemma y Ale. Paquito y Martín, sin embargo, tuvieron un inicio de temporada más difícil y hasta mediado el campeonato no ganaron una final. Sin embargo, en la segunda mitad de la temporada empezaron a ganar con frecuencia y estuvieron muy cerca de alcanzar la primera posición del ránking en la última prueba de la temporada. El objetivo de Paquito parecía al alcance en 2022.
Sin embargo, este año los resultados de la pareja no han sido buenos y han descendido posiciones en el ranking. Ahora, a principios de octubre han anunciado que se separan. Hace un año estaban a punto de salirse del mapa y ahora anuncian el fin de su etapa juntos.
El anuncio de su separación ha supuesto una tragedia para muchos de sus seguidores. El lamento por su separación es unánime en redes sociales. Incluso a mí, que ni siquiera sabía de su existencia hace un año y medio, me da pena que se separen. De su mano entré en este mundo. No conocía a otra pareja de pádel. Jugaran contra quien jugaran, a los únicos que conocía eran ellos dos. Poco a poco he conocido a algunos más y he visto capacidades inverosímiles con una pala y una pelotita dentro de una pecera.
Lágrimas inolvidables
A raíz de esa comida, de lo que nos contaron Gemma y Paquito, y al peloteo con una red de por medio con Virginia Riera, he conocido un mundo peculiar. Un mundo en el que el cambio de parejas parece imprescindible y que visto desde fuera se gestiona con una profesionalidad y aparente cariño que probablemente fuera bueno que aplicáramos a otros aspectos de nuestras vidas.
No sé si se trata de una pose o si es sincero, pero el buen ambiente que trasluce, principalmente entre las jugadoras, a pesar de la competitividad feroz dentro de la pista, debiera servirnos también como aprendizaje.
Hoy no puedo olvidar las lágrimas de Martín Di Nenno el día que ganó su primera final junto a Paquito Navarro. En aquel momento no entendí ni sus palabras ni sus motivos para el llanto. Tuve que informarme para entender.
Hoy, cuando escribo estas líneas, Martín y Paquito están a unas horas de jugar la final del torneo de Santander. Han anunciado que se separan, pero han ganado las dos últimas rondas jugando a nivel excelente con resultados apabullantes. Y parece que el objetivo principal de una pareja de pádel sea la de tener capacidad para jugar finales y ganarlas. Sin embargo, se separan.
Fácil pero difícil
Lo más sorprendente es que quizá genere más desolación y pena entre los aficionados que a ellos mismos. Es cierto que las relaciones de pareja son complejas. También lo son las relaciones que se crean entre deportistas y aficionados. Para mí es inexplicable por qué los aficionados sufrimos y disfrutamos con las derrotas y con las victorias de personas a las que ni siquiera conocemos.
Sólo sé que es así. Que ocurre. Que algunas personas llegamos a sufrir por lo que les ocurra a personas que no conocemos de nada. Que la derrota de un equipo de fútbol, de un jugador de tenis o la separación de una pareja de pádel puede puede generar malestar físico y sufrimiento. Las relaciones de pareja son complejas. Las de los deportistas con los aficionados, también.
Suerte Martín. Suerte Paquito. Suerte en esta última final. Suerte también para el futuro. Sin embargo, es prácticamente imposible que a los dos a la vez os vaya mejor de lo que os va ahora. ¿Os dará pena por el otro? ¿Os alegraréis de que al otro le vaya mejor?
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