Ayer Samuel Eto’o marcó cuatro goles en un partido de liga, Barça—Valladolid. El Barça ganó 6—0.
Hace casi un año y medio, el día 12 de junio de 2007, hice de chófer de Samuel Eto’o durante una mañana. Una experiencia bonita. Esta es la crónica de esas horas.
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El balón en la guantera
El dedo pulgar de la mano derecha de Samuel Eto’o tapa el «40» del titular del diario Sport que dice: “El Milan ofrecerá 40 millones por Eto’o”. Está a mi lado, en el asiento delantero derecho del Ford Mondeo. Toda la prensa habla de él. De las ofertas del Milan. El «40» le queda justo al final de primer renglón del titular, en la página impar del diario, justo a la altura de donde se agarrra con la mano derecha. No le cuesta ningún trabajo ocultar la cifra, casi de forma espontánea. Lo único que sorprende es la precisión con la que queda oculto el guarismo. Y yo, periodista, no le pregunto nada. Hoy sólo soy chófer. Su chófer.
La cita era en su casa a las 9:30. Espero a dos manzanas de la dirección convenida, porque no hay donde parar delante de su casa. Mal cálculo. La llegada de los niños a los colegios que hay alrededor atascan las calles y llego un minuto tarde. Samuel me está esperando en la calle. Alto, esbelto, serio, con un paquete de pañuelos de papel y el teléfono en la mano. Nada más. Pantalones vaqueros rotos y camiseta azul.
Yo preveía una calle ancha, la posibilidad de esperarle en segunda fila, tener la puerta abierta, saludarle desde fuera: “Buenos días, señor”. Todo al revés. Intento abrirle la puerta trasera desde el interior del coche, donde hay algunos periódicos esperándole. Abre directamente la puerta de delante y sube. Advierte inmediatamente la presencia de los periódicos. Se pone el cinturón de seguridad y me pregunta ¿Puedo?. “Por supuesto, son para ti”. Segundo error y acaba de subirse al coche. Pretendía tratarle de usted, como haría cualquier chófer la primera vez que trabaja para su nuevo jefe.
—¿A dónde vamos?
—Al campo de fútbol.
—¿Sabe la dirección?— le pregunto con intención de apuntarla en el navegador.
—Al campo del Barça.— repite incrédulo, como si fuera imposible que yo no sepa ir.
Efectivamente, mi intención era practicar el camino por la mañana, para llevarle al Barça como un buen chófer, pero con los atascos la zona era impracticable y no pude practicar.
—Hacia el Hotel Princesa Sofía.— dice después sin mucha convicción.
—De acuerdo.
Un chófer que vive en Madrid se apaña mal por las calles de Barcelona. Yo había previsto que quizá tuviera que ayudarme en algún momento. Pero está claro que quien no sabe cómo llegar al Campo del Barça no puede ser un buen chófer de Eto’o. Por fortuna, acierto con algunas calles (estudié algunos años cerca del campo del Barça), y llego hasta muy cerca del Princesa Sofía, aunque no acierto con el desvío adecuado. Lo noto en su gesto imperceptible, aunque apenas separa la vista del periódico. En la siguiente salida, de General Mitre, me dice:
—Por aquí.
—Gracias.
La solemnidad del campo ya se adivina, pero yo todavía no consigo divisarlo. Le pregunto.
—¿Voy bien por aquí?
—Bueno sí. La próxima a la derecha.
En el complejo del Barça ya me conduce él. Toma el mando de la situación, sin dejarse llevar más. Me dirige hasta el subterráneo donde todos los jugadores aparcan el coche.
—Déjame aquí.
—De acuerdo. ¿A qué hora le recojo?
—A las 12:00.
Tengo algo más de dos horas libres hasta mi siguiente turno. A pesar de los errores y atascos, hemos llegado de los primeros. Quiero ir a comprarle más periódicos, pero me pregunto cómo tengo que hacer para que me permitan regresar al garaje, donde van llegando el resto de jugadores. No sabría decir sus nombres, pero su físico es inconfundible. Y su forma de andar. Todos arrastran los pies. Me suenan sus caras. Son jugadores del Barça. Llegan en grandes coches, que aparcan sin demasiado cuidado (ocupan dos plazas) en un garaje semivacío.
Hablo con los vigilantes, y me permiten salir y volver a entar. Durante el tiempo de espera leo los periódicos para ver qué dicen sobre “mi jefe” y me entero de que en diferentes lugares se publica la noticia de la oferta del Milán y el desmentido del representante del jugador, Josep Maria Mesalles, que está a punto de llegar al Club a las 12:00 y que nos acompañará durante el resto de la jornada. “Llego tres minutos tarde. No te preocupes porque Eto’o es tardón. Pero llamo por si acaso, no vaya a ser que haya un milagro”. Se interesa por cómo ha ido el primer trayecto:
—¿Habéis hablado algo o se ha pasado todo el rato hablando por teléfono?
—Ha estado muy amable y ha leído el periódico. No te preocupes que todo ha ido bien.
—¿Era lo que querías? ¿Te ha servido?
Me sirve de maravilla. A las 12:35 Samuel Eto’o sale del vestuario hablando por teléfono en francés. Pretendo cerrarles las puertas desde la calle (ya estaban abiertas) pero Jose María no me deja. No me trata como el chófer que yo quiero ser. “Corre, vámonos”. Eto’o tiene un acto previsto a las 12:30 en una discoteca del norte de Barcelona. Salimos del campo del Barça 5 minutos después de la hora de llegada. José María me guía. Eto’o sigue hablando por teléfono en francés. Con su madre. La conversación es relajada, con varias sonrisas tiernas que percibo de refilón. Se depide cariñoso. Un bizou.
En cuanto se sube al coche, Eto’o se ata el cinturón de seguridad. Yo tenía previsto decirle, en nuestro primer encuentro que estaba a su servicio y que sólo le iba a pedir una cosa, que se atara el cinturón. No ha hecho falta. Inmediatamente, sólo subirse al coche, él siempre en el asiento delantero, se ata el cinturón. No se despista ni cuando habla por teléfono.
Camino de la nueva cita, en una discoteca, en una rueda de prensa con Jorge Lorenzo, Eto’o indica la ruta. El mánager y el futbolista hablan ya sobre lo que ha aparecido en la prensa del día. Hablan de cosas de las que un chófer no puede escuchar. Qué es verdad y qué es mentira de lo que aparece publicado, cuáles son sus planes de futuro. Es doce de junio de 2007, la liga está a punto de concluir, el Barcelona va por detrás del Madrid y en el equipo azulgrana todo son rumores y contrarumores. Cuando acaban de hablar de proyectos de futuro, José María Mesalles le pregunta a Eto’o
—¿Cómo ha ido el entrenamiento?
—Fatal.
En ese momento pasamos por delante de una casa que por lo visto se ha comprado Pujol, el defensa del Barcelona. La cifra que dice Eto’o que ha pagado tampoco puede decirse.
Llegamos a la discoteca y bajo del coche para hacer fotos en la rueda de Prensa. Me voy a buscarlo antes de que se acabe y espero a Samuel Eto’o y a Mesalles en la puerta, para salir a toda prisa hacia el Hotel Reina Sofía donde el jugador está invitado a un acto de presentación de un videojuego que lleva su nombre. Llegamos muy tarde. La rueda de prensa ha empezado sin él. No es culpa del chófer. Por llegar con Eto’o me han permitido aparcar en la puerta del hotel. A la salida le hago fotos al lado del coche. Se le nota cansado del reportaje. Por suerte, ya lo llevo para casa. Es la hora de la comida. Por el camino, unos transeúntes lo reconocen en un semáforo. Se acercan al coche y golpean en la ventanilla con fuerza y levantan el dedo. Les saluda sonriente. Llegamos a casa. Termina el primer “chófer de”. Josep Maria Mesalles se queda con los periódicos. Quiere leer despacio todo lo que dicen. Lo acerco hasta su coche, en el campo del Barça. Quizá el Milan hizo la oferta. Quizá no. Un año y pico después, Eto’o sigue en el Barça.
Hola a todos.
Samuel tiene una deuda con la afición del Real Zaragoza; hace tiempo que nos hizo un feo queriendo abandonar un partido a mitad, en mi opinión más porque no rascaba bola que por la excusa racista. La afición de este equipo no lo somos ni más ni menos que la de su club o la de cualquier otro; cuando Dios repartió la inteligencia estos intolerantes estaban los últimos de la fila.
En casi todos equipos de fútbol hay jugadores de raza negra, pero pocos se han atrevido a afirmar -debido al subidón que proporciona el haber firmado el contrato de tu vida- «voy a correr como un negro para vivir como un blanco», como hizo él. Puede que estas declaraciones den barra libre para que los aficionados le hayan perdido un poco el respeto.
Saludos desde Zgz.
Ya me gustaria a mi ser su chofer, menudo lujo, con lo que me gusta a mi Samuel, vamos que lo haria gratis e incluso pagando yo
Samuel no tiene ninguna deuda con el Real Zaragoza, más bien es la afición del Zaragoza con él por la falta de respeto que tuvieron. Y si no te parece bien vuelves a ver el partido por si te has quedado con dudas o ¿es que tu estabas el último de la fila?
Que te vaya bien Eto’o!
Hola Aída.
Yo no, pero no descartaría que tú sí, viendo tu ramalazo intolerante (» y si no te parece bien … eres tonto»). Si lo tengo que interpretar de otra manera, dilo.
Yo donde estaba era en el campo, a mi pesar porque por el Barcelona no voy ni de aquí a allí. Hubiera preferido un club normal, no uno que sus dirigentes lo instrumentalizan como bandera separatista y parte de su afición es intolerante (o irrespetuosa como prefieras llamarlo) con el himno o con el máximo responsable -con r de Rey- del Gobierno de España.
Con este panorama, como comprenderás no me pareció bien que un jugador, que hasta el momento no había hecho nada reseñable en lo futbolístico, decidiera irse del campo porque se sentía vejado por su color de piel. Y más bochornoso fue que el árbitro, en vez de sacarle tarjeta amarilla por abandonar el terreno de juego -como dice el reglamento-, le parase. En su día, cuando dijo lo de <>, su pigmentación cutánea le daba igual; hasta se reía de él mismo. No entiendo porque no seguía siendo fiel a esta forma de pensar en nuestro campo o en todos los demás. Si no se respeta él mismo, ¿qué espera encontrar en los aficionados? A Ronaldinho no le insultaron. ¿Por qúe a él sí?
Los estúpidos que encuentran el color de la piel una excusa para insultar existen en el fútbol, hasta en la Romareda, pero ya de por sí que les hace falta poco para mostrarse, no les demos pie, no les provoquemos, o no los pongamos de excusa para justificar que no te estás enterando del partido. Los deportistas de élite tienen que saber concentrarse y abstraerse de estas cosas,no utilizarlas para justificar su falta de rendimiento como profesional en circunstancias puntuales ( a no ser que vayas a sacar un corner y te lancen una cabeza de cerdo, que no hay más remedio que abstraerte físicamente). Él mismo, el año anterior cuando marcó un gol se marcó un baile imitando a un mono.
Por vergüenza, por miedo o por lesión, desde entonces nunca ha pisado La Romareda; sólo él sabe la verdadera causa. Y es un pena porque a los jugadores que tienen talento cuando lo enseñan da gusto verles jugar. Otro cantar es que lo que gana en el campo, este chico a veces lo pierde cuando abre la boca: Guardiola lo ha botado inmisericorde, a pesar de sus inmejorables números personales y de la alargada sombra de su presidente.
Es un buen futbolista y los buenos jugadores tienen cabida en todos sitios. En Italia le irá muy bien incluso con el ex-zaragocista Diego Milito.
Saludos desde Zgz.
hay ser chofer de samuel…yo seria hasta su empleada lo q sea…….contal de cpnocerlo muy buen jugador y q muchos futbolistas sean como el frontal t beeeelloooooo jeje saludos desde Ecuador
¿pero sabe frances? a mi que mi inporta su chofer
Sr. Altro71:
Eto’o no tiene ninguna deuda con ningun club de futbol español y menos con el de su ciudad. Que una persona haya pagado lo indecible para ver un partido de futbol no le otorga impunidad para comportarse como le de la gana. En el futbol, y en el deporte en general, hay actitudes que hay que erradicar, y la que demostro una parte mas o menos significativa de la Romareda fue lamentable y ahora, aun hay gente que lo recuerda.
Lo que pasó ese dia ha pasado y seguirá pasando en otros campos de futbol, no sólo en la península. De hecho, hace poco le pasó lo mismo a Samu en un Cagliari-Inter (http://www.lavanguardia.es/deportes/noticias/20101017/54024684997/canticos-racistas-contra-etoo-en-el-cagliari-inter-milan-champions-league-samuel-etoo-lazio-milan.html). Pero es nuestra responsabilidad que eso siga ocurriendo en mayor o menor medida, y decir encima que Eto’o actuó mal, es de mala fe y da que pensar sobre su integridad moral, Sr Altro71.
Respeto a su frase de «… club normal, no uno que sus dirigentes lo instrumentalizan como bandera separatista y parte de su afición es intolerante (o irrespetuosa como prefieras llamarlo) con el himno o con el máximo responsable -con r de Rey- del Gobierno de España». ¿Es el Zaragoza un club normal, cuando en las visitas azulgranas a la Romareda es habitual escuchar una parte del público insultar a Catalunya, su bandera y sus símbolos? ¿No será eso también, según su criterio, signo inequívoco de intolerancia por parte de la afición del Zaragoza?
España fue en un tiempo una, grande y libre, pero no por iniciativa propia, sinó por obligación e imposición. De hecho, España es una invención relativamente moderna que la incultura de la caverna mediática castellana ha colocado encima de un pedestal y el concepto ha cuajado en las provincias.
A, y como profesional del deporte que soy nunca me gustó la actitud prepotente y egocéntrica de Samuel, ni las formas que utilizaba para decir las cosas, o las extrabagancias de su bien nutrido garage. Pero un pedazo de jugador es, lo fue y lo sigue siendo. Guardiola le colgó la curz al llegar, sí. Pero las vacas sagradas del vestuario (Puyol, Xavi e Iniesta) deseaban que se quedase.
Lo que sucedió ese dia en la Romareda fue deplorable y para mi, un claro ejemplo de lo que no debe ser el deporte en el siglo XXI. De cada uno de nosotros depende que esto siga siendo así o no.
Sr Moltó, buen reportaje. A menudo se habló de Eto’o y de sus percances al volante. Imagino que por esto siempre, nada mas subirse al coche, se ponía el cinturón.
Hola Castell.
Eto’o actúo ese día como un niño enrabietado echando la culpa de su escaso rendimiento a un grupo de energúmenos que le faltaban al respeto. Actúar así es poco profesional y de cobardes, y decir esto no supone ningún ataque a la integridad moral de nadie. Te repito que, él mismo, el año anterior había provocado a la grada celebrando un gol haciendo el mono; viendo esto y escuchándole lo de «quiero correr como un negro para vivir como un blanco» se presupone que no le molestan este tipo de burlas.
No es de extrañar que en Italia le hagan lo mismo: ahora ya han visto como «sacarle» del partido. No quiero decir que esté de acuerdo con estos comportamientos racistas, pero ya le digo, a Ronaldinho no se le decía nada.
[Como profesional que eres seguro que tú has sufrido ataques personales en algún momento de tu carrera, y seguro que no te han afectado en tu concentración.]
Por otra parte, no entiendo esa fijación de Laporta y de cuatro borregos más que le siguen de identificar el Barça con la idea de nación catalana, països catalans y demás memeces separatistas. Barcelona fue una simple provincia cuando pertenecía a Aragón y no estamos a todas horas recordando a Jaime I el Conquistador, aunque al menos ésta es una historia real, no como la invención de la «diada», «san Jordi» y algunas otras tergiversaciones interesadas de la historia de España.
Su moderno concepto actual sí que es cavernícola, disculpe que se lo diga: imponer una lengua que hablan apenas 6 millones de personas -por obligación e imposición una parte- a costa de erradicar un idioma que hablan 400 millones es todo un acierto. Si usted apoya esto no puede decirme a mí lo que es integridad moral, a no ser que sea un aspirante a político.
Saludos desde Zgz.
Para el sr Altro71:
No tengo mucho tiempo para escribir, pero sólo quiero decir una cosa:
El fútbol es fútbol y no política!!!!
Laporta ha cometido muchos errores, pero hay jugadores en el Barça que son unos iconos del fútbol y nunca dejaran de serlo…
Samuel es un gran tío, a parte de ser uno de los mejores delanteros del mundo…
Aquel día le trataron como a un mono, como a un ser inferior a la raza humana aragonesa, lamentable momento…
Yo, lo que te puedo decir es que he tenido la gran suerte de conocerle personalmente y te aseguro que realmente es un ser superior, tiene una calidad humana excepcional y un corazón enorme que no le cabe en el pecho, así es Samuel!!!
Y si a veces es arrogante y se defiende de una forma un poco violenta, es porque se tuvo que buscar la vida sólito en la calle desde que tenia 11 años…
Hola Helen.
Lo de distinguir el deporte de la política no me lo digas a mí, díselo a los que pitaban al Rey cuando estaban en el palco o a los cerebros que en el centro del Nou Camp pintaron la silueta de los països catalans. Parece que hay algunos que se empeñan en lo contrario y, lo que es más preocupante, hay borregos que les siguen.
Yo no defiendo a los que le denigraban ese día en La Romareda: son unos cobardes amparados en el anonimato. Lo que yo trato de aclarar es que él mismo provocó al graderío con su historial de declaraciones y/o con sus gestos simiescos el año anterior al celebrar un gol. Hay jugadores de color que no reciben ese tipo de insultos: qué medite a ver por qué a él sí y a otros no.
Yo no dudo de que Samuel sea una excelente persona, pero como profesional a veces deja mucho que desear: aquel momento fue uno. No sabía por dónde le daba el aire, no estaba concentrado y estaba dando un rendimiento pésimo. La solución fue la niñería de abandonar el campo echándole la culpa a los gritos de unos cuantos cabrones y decepcionar a los que habían pagado la entrada esperando espectáculo.
Un saludo.
hola samue eto megusta como juegas
samuel eres mejor le puse tu nombre a mi hijo en ono ati y ees mi unico hijo, y quiero que el algundia sea como tu en tu noblesa y tu maravilloso futbol