En una reunión de trabajo, Javier nos contaba que no tenía claro si iba participar en el próximo Eco Rallye Bilbao-Petronor. En la misma reunión, hablamos sobre la conducción por Madrid y cómo nos sentíamos José Manuel, mi marido, y yo hace ocho años cuando llegábamos a la capital y a las rotondas sólo entraban los valientes o en un túnel de la M30 había que adivinar la salida porque el GPS dejaba de funcionar… Ahí fue cuando decidimos que José Manuel era mejor pilotando y yo copilotando, nos entendíamos mucho mejor que invirtiendo los papeles. Justo en ese momento de la reunión a Javier se le ocurrió decir que por qué no corríamos el Rallye juntos y yo era su copiloto. Al principio me lo tomé a broma, ¿yo de copiloto en un Eco Rallye? ¡¡Pero si no tengo ni idea!! Una semana más tarde, estábamos inscritos.
El rutómetro, un libro desconocido
Llega la semana del Rallye. Maletas preparadas y Escuela Infantil avisada para recoger a Clara antes de tiempo. Clara tiene 22 meses y sigue mamando, por lo que nos vamos a Bilbao la familia al completo. Sin embargo, el miércoles recibo un mensaje de Javier en el que dice que no sabe si podremos correr o no. Al día siguiente, dos horas antes de la hora prevista de salida de Madrid hacia Bilbao, me confirma que corremos.
El jueves llegamos a Bilbao y Javier me recoge en el hotel con el coche que nos habían prestado, un Porsche Taycan Turbo S. Vamos a hacer el tramo de calibración y yo sigo un rutómetro para guiarle (primera vez que veo un chisme de esos). Mi objetivo principal era no perdernos… con leer el rutómetro y darle las indicaciones a Javier de manera clara (y despacio, que si no dice que no me entiende), era suficiente. El uso del Blunik era secundario. Bueno, no era secundario, pero era Javier quien lo toqueteaba.
El loco del tramo
El viernes empezamos el primer tramo por la tarde. El tramo de enlace lo hacemos sin ningún problema y parece que tenemos el Blunik bien calibrado. Mis ojos no veían coche ni carretera, solo enfocaban el rutómetro y la pantalla del Blunik.
Empezamos el tramo y lo vamos clavando hasta que nos topamos con un Ford atravesado en mitad de la carretera, impidiendo el paso. Primero nos dice que nos esperemos, pero luego echa hacia adelante dejando el espacio suficiente para que pase el Porsche Taycan. Javier continúa (teniendo que pisar la hierba del borde de la carretera) y cuando la puerta de Javier está a la altura del culo del Ford, inexplicablemente, el señor del Ford decide echar marcha atrás y nos raya las dos puertas de la izquierda del Porsche. Nada de lo ocurrido tenía sentido. Javier estaba fuera de sí, cabreado e indignado. No he visto sus ojos tan rojos en la vida… Y es que no había motivo para estar atravesado y parado en mitad del camino, no había motivo para echar marcha atrás mientras pasábamos, no había motivo para rompernos el coche y no había motivo para machacarnos el Rallye nada más empezar. Era una situación muy frustrante. Javier no daba crédito. Le dijo a este chico que debía ir a un psiquiátrico porque su acción-reacción no tenían otra explicación que la de estar loco.
Segunda posición en un tramo
Ya no teníamos ninguna oportunidad de hacerlo bien. Javier recortó segundos en los siguientes kilómetros (estuvimos parados unos cinco minutos) y en cada control la penalización fue menor, pero ese primer tramo nos machacó. Javier estuvo a punto de tirar la toalla. Se lo noté. Le vi cara de desesperación y desilusión. Le dije que si abandonábamos y dijo que no. Todavía no tengo claro si lo hizo porque en el fondo le apetecía seguir o por mí. En cualquier caso, continuamos. Al día siguiente teníamos seis tramos por delante en los que divertirnos e intentar hacerlo bien. Javier, además de estar pendiente del Blunik, iba clavando tiempos. Yo solo conseguí no perdernos (que para mí ya era mucho). Llevar a una copiloto como yo, sin experiencia y apoyando solo en la lectura del rutómetro, no podría hacerlo cualquier piloto.
En el penúltimo tramo, conseguimos ni más ni menos que la segunda posición. En la clasificación final de Regularidad del campeonato de España acabamos en el puesto 11 de 46 participantes.
Ambiente maravilloso
Me ha encantado esta experiencia, aunque también reconozco que he pasado mucha, muchísima tensión. Tensión por no equivocarme y tensión por esas curvas cerradas tomadas a una velocidad que para mí era “demasiado”. No llegué a pasar miedo en ningún momento (ni siquiera en ese tramo nocturno por un camino de curvas imposibles hacia el puerto de Las Muñecas), porque estaba segura de que mi piloto controlaba y el coche respondía, pero he estado dos días enteros con agujetas de la tensión que pude pasar en más de 10 horas de Rallye. Además del cansancio. Al terminar cada etapa, José Manuel y Clara me esperaban en el parque cerrado y nos íbamos al hotel directos. A esas horas, Clara solo quería engancharse a la teta de mamá y dormir.
Si algo me ha sorprendido ha sido el ambiente tan maravilloso que me ha rodeado. Desde la organización preocupándose porque el hotel nos pusiera una cuna para Clara hasta los participantes (y amigos de Javier) que me acogieron desde el minuto uno y me ayudaron en cada momento. Alfonso, Pilar, Txema, José Ignacio, Maite, Rubén y Nacho, mil gracias. Y por supuesto, gracias a mis dos JM. Javier, por darme la oportunidad de vivir una experiencia así, y José Manuel por animarme a vivirla.
Os dejo una selección de las mejores fotos del Rallye
jajaj, me gustaría ver su cara cuando D. Javier le dio caña al Taycan para recuperar tiempo.
Ya veo las trazas negras de las gomas en el asfalto y sus amígdalas intentando atravesar su cuello.
Le felicito por la experiencia. Atesore el recuerdo de esos días en familia.
Jajajaja, EJ25MT5. No le di caña al Taycan. Recuperé tiempo porque las medias son muy bajas, no por ir rápido. Estas pruebas se realizan en carreteras abiertas al tráfico. No hay posibilidad de correr.
Por otro lado, para dar caña hay que estar concentrado. Estaba tan cabreado, me hacía tantas preguntas todo el rato, que en lo que menos pensaba era en conducir. Me resultaba tan inexplicable todo, me arrepentía tanto de no haber esperado y de no haber bajado incluso del coche para indicarle las maniobras a este hombre enajenado, que era incapaz de pensar ni en el coche, ni en la carretera, ni en el rally.
Tiene que ser extenuante una situación como la suya. Una actividad nueva, muy exigente por el grado de concentración y para terminar de rematar, acabar los tramos y ponerse con la peque. ¡Se merece unas vacaciones!
Ricardo!!!! No hay mejores vacaciones que un Rally!! (Jajajaja) 🙂
Bienvenida al estresante mundo del copiloto Mamén!! Tu satisfacción de hacer P2 en ese tramo, me hace revivir el primer scratch que hicimos, en Llanes, en el Mazucu, eh Javier!!!
En cada tramo que mirábamos las clasificaciones, después de situar a los rivales, os buscaba, qué rabia me dio veros tan pronto tan abajo. Pero las remontadas molán!!
Suerte para Madrid?¿???¿?¿??¿?
Como miembro del equipo organizador del II ECO RALLYE BILBAO PETRONOR (nos conocimos, al final final, en la puerta del hotel), sólo decirte tres cosas.
1.- Nos encanta tener gente nueva en nuestras pruebas. El mundillo de la regularidad, tanto de clásicos como eco, es así, siempre hay gente estrenándose porque es algo fácil de apuntarse y de hacer, nada que ver con otras modalidades de automovilismo.
2.- Por nuestra parte, dejando de lado lo obvio que es intentar organizar el mejor evento posible (prueba deportiva + todo lo que le rodea), una de las cosas de las que nos jactamos en general, y buscamos, es el buen ambiente que hay. Tanto entre organizadores y participantes, como entre los propios participantes. Y nos encanta leer cosas como ésta.
3.- Profundamente apenados por el incidente en la prueba. Suerte que Javier es como es, competitivo ante todo, y a pesar de las circunstancias quiso luchar hasta el último metro.