La Palma. Caldera de Taburiente desde el Pico Bejenado

La Palma

Antes y después del volcán

La lava ha existido siempre en la isla de la Palma. No siempre ha sido lava incandescente, recién salida del cráter. Es la isla más septentrional del archipiélago canario y, a juicio de mis recuerdos, la más salvaje, en el sentido de difícil y dura para el habitante. Hace dos años estuve una semana en La Palma. Hice muchas fotos y escribí este texto. En los próximos días publicaré más fotos de la isla de La Palma, como recuerdo y abrazo lejano por los tiempos duros  que están viviendo.

Durante la semana que he pasado en La Palma no he podido dejar de pensar ni un momento cómo debía de ser la vida aquí antes de la llegada del motor de combustión y de la potencia de las excavadoras. Me ha faltado por recorrer la franja norte de la isla, la que va pegada al mar por lo que no me refiero a esa zona. Sí puedo decir que en el resto de la isla no hay un palmo llano. Es una isla, sí, con valles en su interior, pero que surge del mar como una montaña. No hay respiro para el habitante. Incluso al lado del mar las pendientes son agotadoras. Antes de la existencia de los coches y de la red de carreteras actuales imagino a los habitantes atados con una cuerda a sus casas para no despeñarse. La agricultura en muchas zonas parece imposible y acceder a pie a otros lugares, en los que se contruyen planicies en la montaña mediante terrazas, parece tarea ciencia ficción, salvo para las cabras.
La energía del petróleo, con toda la maquinaria asociada, ha permitido construir carreteras y túneles formidables. Carreteras plagadas de curvas y de paellas, en las que distancias de pocos kilómetros en línea recta se multiplican por un factor indeterminado, en función de la pendiente y la orografía.

Calles y carreteras con pendientes superiores al 10 por ciento son relativamente frecuentes.

Caldera de Taburiente desde el Pico Bejenado

Coches específicos

Las pruebas de coches que hacemos en km77 no sirven para los habitantes de la isla de La Palma. Sus condiciones son particulares. De hecho, a mi juicio, los fabricantes de coches tendrían que crear unidades con características específicas para La Palma. Por ejemplo, las cajas de cambio. Los desarrollos larguísimos que se configuran en el mundo para reducir el consumo y los agentes contamientes tienen poca utilidad en La Palma. También hay que tener cuidado con los motores que se adquieren. Un motor de poca potencia no dará un servicio adecuado. Por último, también el embrague puede resultar un elemento al que se debe prestar atención especial en La Palma. Tanto arranque en pendiente seguro que lo hace sufrir en damsiadas ocasiones. Un convertidor de par parece una solución sensata para el ahorro.

La alternativa al coche en La Palma son los pies. He visto alguna bicicleta y alguna moto por las carreteras, pero la maravilla de La Palma se esconde en los sendereos que cruzan la isla por todos sus rincones. Hace falta un desarrollo corto también para los humanos. No son caminatas fáciles para las piernas, pero tienen la ventaja de que la vista te lleva y con ansia de ver más y más.

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