Amigos y amigas,

¿Cómo va todo?

Ya tengo la primera dosis de la vacuna y estoy un poco más cerca de volver a ser el mamarracho escéptico y descreído que era antes de que toda esta mierda nos golpeara con la fuerza de mil Bud Spencers. Seguiré informando puntualmente desde esta atalaya. Aunque sé que no les importa nada, que por algo es mi atalaya.

Esta semana he visto un montón de cosas, como siempre. La diferencia es que aún eran peores que la anterior. Y era difícil, pero lo han conseguido. Por eso, desde esta atalaya (la mía, ya saben) quiero felicitar de todo corazón a Movistar + y Netflix, por convertir mis noches en una tortura audiovisual continua. Claro que sí: yo me lo he buscado. Podría haber estudiao.

La primera que me ha atormentado durante las dos horas que le dediqué, ha sido Paraíso. Si tienen suerte, ni siquiera habrán oído hablar de la serie. Es Stranger things, con un sintetizador más chungo, menos presupuesto, un guion de papel de fumar y uno de los peores repartos de la historia.

Es una copia barata de serie de Netflix. Y si el original ya me da bastante igual, pueden imaginar mi opinión sobre esta especie de invento patrio sin sentido ninguno, en el que la desaparición de unos niños hace que otros niños se pongan a investigar. Toda la serie es una broma. Hay trocitos de Los goonies, de Verano azul, de Super 8 y de cualquier otra mierda que se puedan imaginar. No es necesario que algo sea original para que sea bueno (llevamos copiando a alguien desde los albores de la humanidad), pero al menos estaría bien pedir un poquito de estilo propio.

Véanlo y luego díganme que no es para cabrearse un poquito.

En fin, cada uno que haga lo que quiera con su dinero.

La otra cosa que he visto, y que sigue el mismo camino que la anterior, pero con distinto formato, se llama Xtremo. Se lo resumo rápido: imaginen un John Wick barato, pero mal rodado, pésimamente interpretado y montado por un lémur que ha pasado varias horas durmiendo la siesta en una bañera de absenta.

Empezando por el protagonista, Teo García, que era luchador de no-sé-qué y extra en no-sé-dónde y que -obviamente- sabe soltar una hostia, pero que es un actor terrible. La cosa sería más soportable con un realizador que supiera filmar peleas, pero no es el caso. Para rematarlo, Oscar Jaenada realiza la peor interpretación de su carrera, interpretando a un gánster muy malo, que ha vivido en Japón y que es muy malo. ¿He dicho ya que es muy malo?

Todo es una especie de comedieta sobreactuada, disfrazada de película de acción. Alguien ha dicho que estas cosas son necesarias para el cine español, que ábren nuevas puertas. Digamos que les doy la razón, pero: ¿no podríamos hacerlas un poquito mejor?

Ya lo sé. La vida es así.

Por lo menos, me lo he pasado relativamente bien con la tercera entrega de Expediente Warren. La historia -real- de un tipo que se cargó a otro y luego dijo que el demonio le había obligado a hacerlo. A mí me parece una excusa tan buena como cualquier otra, pero les hablo de ella en mi próxima entrada en este bonito blog.

Hasta entonces, pórtense bien.

Ya queda menos.

Abrazos/as,

T.G.