Esta mañana tenía muchísimo trabajo. Y quiero decir: muchísimo.
Pero un productor me ha insistido para que fuera a ver su película. Le conozco de hace veinte años, podría decirse que somos amigos o que al menos nos conocemos bien. Así que porque me lo ha pedido, me he tenido que desplazar a la otra punta de la ciudad a ver su maldita película.
Se estrena dentro de un par de meses, así que no puedo hablar de ella.
Pero a pesar de todo les contaré algo: es –probablemente- la peor película que he visto en un lustro. Quizás una década. Ahora temo que me pregunte por mi opinión, porque me veré obligado a decirle la verdad. Que no he visto mamarrachada más delirante desde aquella A los que aman, de Isabel Coixet. O Mapa de los sonidos de Tokio, de Isabel Coixet. O La vida secreta de las palabras, de Isabel Coixet. O El ayer no termina nunca (como sus películas), de Isabel Coixet. En fin, como cualquier cosa de Isabel Coixet.
Una de mis grandes fortunas como periodista de cine (profesión que he ejercido durante más de 20 años) es que no he tenido que lidiar con el cine español. Siempre he trabajado fuera, haciendo festivales aquí y allá, sin necesidad de codearme con el star-system del país.
Eso es una ventaja bestial, porque muchos/as de mis compañeros/as han sufrido un descomunal síndrome de Estocolmo y cada vez que se enfrentan a una película de sus “amigos” o “amigas” deben hacer auténticas carambolas. ¿Qué no les ha gustado? Pues se le ponen tres estrellas. ¿Qué no les ha gustado nada? Tres estrellas. ¿Qué es un horror? Tres estrellas. Si es regular, cuatro. Si es buena cinco. Y si está muy bien, se sube uno a la colina y grita “obra maestra”.
Les contaré algo: yo tenía una amiga, muy amiga. Una actriz española. Muy buena.
Con muy amiga quiero decir que salíamos por ahí, y nos llamábamos y nos lo pasábamos pipa. Un día me invitó a ver una obra de teatro que protagonizaba. Fui, por supuesto.
La obra me pareció una patochada. Era pretenciosa, y estaba escrita por un mono cocainómano. Así que cuando salió (nos íbamos a cenar) me pregunto qué tal. Yo le dije la verdad. No dije ‘patochada’. Dije que me había parecido ‘floja’. Luego lo argumenté durante toda la cena, tratando de ser lo más constructivo posible.
Esa fue la última vez que salimos por ahí. Luego desapareció.
La volví a ver hace unos días, en un programa de tele. Nos saludamos como si fuéramos conocidos de poca monta. Ella no dijo nada y yo tampoco.
¿Hubiera sido mejor callarme y decirle que era la hostia? No, eso lo hizo mi acompañante.
¿Me arrepiento? Pues a veces. Echo de menos sus coñas marineras y su grandísimo sentido del humor. Pero al mismo tiempo me niego a ser amigo de alguien cuyo ego esté en la cima de sus prioridades.
¿Quiero decir con esto que los actores españoles son terriblemente ególatras y es imposible meterse en ese mundo si uno no está dispuesto a pagar un peaje de sumisión y peloteo?
Sí, justamente eso quiero decir.
¿Todos los actores y actrices? No. Eso sería injusto. En realidad, creo que no son más del 90%.
Con suerte, cuando se estrene la película que he mencionado al principio, ya nadie se acordará de este post y podré rajar sin que aten cabos.
¿El nombre de mi (ex)amiga? Y una mierda que se lo digo.
Abrazos/as,
T.G.
No cambie nunca, T.G.
Gracias,
Tengo la inmensa suerte de que mi jefe (directo) sienta su culo en USA. Ese horrible país del que hablamos pestes. Pero admite la crítica, e incluso la autocrítica dentro de nuestra empresa.
Vamos, igualito que lo que me ocurre en los asuntos locales con mis colegas de profesión.
Ay! país
Sustituya “de un actor/actriz” por “de alguien” y lo mismo aplica.
Entre otra cosas los amigos (los de verdad) se pueden permitir decirte la verdades a la cara. Por poco halagüeñas que sean.
Pues pensando en lo que ha dicho, la verdad que a mí me sienta fatal que hagan críticas aunque sean constructivas… y eso que no soy artista.
Yo la llamaría como si nada y me tomaría un café.
Saludos.
Mejor mantener los principios…sin duda.
Saludos/as
Muy señor mío,
Esta es la primera vez que tengo el honor (y/o atrevimiento, dependiendo del prisma por cual se mire) de escribir en su blog. Lo he hecho porque con respecto a este tema soy muy sensible, me ha tocado la patata.
Saber encajar las críticas puede convertirse en un arma de doble filo: muy bien para quien sepa aceptarlas (y muy sano, aunque joda cual agua oxigenada a una herida) pero muy mal para para quien no.
Situaciones como la descrita he vivido a patadas en mi corta vida y además desde muy joven. Creo que no hace falta contar que no era el mas popular y que mi circulo de amigos es reducido.
No me enrollo mas: la cuestión es que en un mundo ideal su amiga debería haberle escuchado y seguir tan normales… O si el mundo fuera ideal para ella, todos deberían alagara. Como un mundo ideal no existe (o existen tantos como personas en el planeta) pues esto es lo que hay.
Su acción está bien tomada, mas es normal que sienta añoranza para con su amiga. Mi consejo es que un roce no debe fastidiar una amistad (ojo, lo digo yo que he metido la pata hasta el fondo incontables veces) Tras esa especie de «shock» en la que dos amistades se enfrentan, pasado un tiempo, no pasa nada si os volvéis a juntar para tomar un café ahora que uno sabe un poquito mas acerca del otro. Me encantaría que este post continuase con la continuación de vuestra amistad.
En fin, ud. no cambie nunca y no deje de escribirnos, que me encanta.
Saludos de un fan.
Jo, jo, jo. Y eso que sólo dijo que la obra era floja. Si llega a decir lo mismo de la interpretación….