Este fin de semana se estrenan un buen montón de películas. Como cada fin de semana.

Nadie irá a verlas. Como siempre.

 

Mejor dicho, muchos irán a ver una; algunos/as irán a ver un par más. La mayoría tendrán un público residual y la semana que viene no estarán ni en cartelera.

 

Entre esas estarán (por ejemplo) la enésima nadería de Isabel Coixet, un documental de risa sobre Santiago Bernabeu y un filme de terror de no-sé-qué con el esquema de bosque/psicópata/grupo de amigos de excursión.

 

Thor seguirá reinando una semana más e igual queda algún espectador suelto que vaya a ver Algo muy gordo, de Carlo Padial, que es un estupendo experimento sobre la comedia con Berto Romero de actor metido en un embolado gigantesco. No es posthumor (como odio esa palabra) pero huye de los protocolos de la comedia convencional y se mete en un laberinto bastante más interesante que el de Torrentes y Apellidos y demás memeces patrias. Yo iría, pero me cuesta recomendarla porque igual después me persiguen para intentar apuñalarme y no estoy yo para correr demasiado.

 

El peor estreno de la semana (y siento horrores decirlo) es el de Musa, la película de Jaume Balagueró.

 

Conozco a Jaume, le sigo desde aquella aterradora opera prima que fue Los sin nombre. Creo que pocas películas me han dado tanto miedo y han resultado tan atmosféricas utilizando tan pocos elementos. Si no la han visto y tienen ganas de pasar un mal rato, échenle un ojo. Habla de una secta que nació en los campos de concentración y no diré nada más.

 

Musa habla de un profesor de literatura y aprendiz de poeta que un buen día se enamora de una alumna. Ya saben, romance, amor, sexo… hasta que a ella le pasa algo terrible.

 

Ahora voy a explicar un poco más, así que si no han visto la película y desean verla dejen de leer aquí mismo. Si no lo hacen, no quiero quejas.

 

 

 

 

 

Bueno, después de lo de la chica, el poeta frustrado descubre una extraña secta (no sé si ‘secta’ sería palabra) que se dedica a estudiar a los clásicos y a buscar claves ocultas en sus textos. Todo para descubrir que existen unos seres que entran en nuestro mundo a través de la poesía y que esos seres son malos, malísimos.

 

¿El problema? Que el axioma de la peli (su núcleo conceptual) es ridículo y tanto da que Balagueró sea un tipo visualmente brillante y un excelente realizador. No hay manera de que pueda ponerse a salvo con un guión tan torpe y pedestre, lleno de ridiculeces y palabras altisonantes. Por eso Musa es una película pomposa, con hombreras de ‘tío, qué profundo es todo esto’ y con ese aire de obra pretenciosa, que trata de trascender como si el cómico que resbala todo el rato con la piel de plátano finiquitara su número y en su interior tuviera la certeza de que es mejor que Harold Lloyd y Charlie Chaplin a la vez.

 

He visto pocas películas (este año) tan absurdas como Musa, que cae en el ridículo una y otra vez. Empezando por el reparto, con ese protagonista lacónico e incapaz sin más carisma que el de un ficus marchito y acabando por un diseño de producción absurdo.

 

Si lo que querían era decirnos que las palabras pueden matar, debían haber escogido un camino menos torturado pero más elegante. Lo de los libros malditos está muy visto y para aportar algo nuevo al asunto hubiera hecho falta un poquito más de clase. Clase, señores, clase.

 

No sé quién tuvo la ocurrencia de pergeñar esta cosa (aunque viendo los nombres de los productores y de la distribuidora, se entiende todo un poco más) pero la bofetada que se va a meter en taquilla va a dejar lo de Blade Runner en una pequeña broma.

 

Y dicho esto, me voy a echar mi siesta de las 11 de la mañana porque joder como cansa odiar algo. Es agotador.

 

Abrazos/as,

T.G.