Hola señores y señoras,
Cuando escribo esto aún no he comido y ya han detenido a 51 personas, entre ellas a no-se-cuantos alcaldes, al presidente de la diputación de León (en lugar de aquella señora a la que asesinaron y sobre la que también recaían algunas sospechas) y –sobre todo- a Francisco Granados, ex hombre fuerte (fuertísimo) del PP en Madrid, mano derecha de la sexagenaria Esperanza Aguirre y un (presunto ladrón) de los de que no necesitan pasamontañas para llevárselo crudo.
Se calcula que la red desmantelada hoy se había hecho con contratos de forma ilícita por valor de 250 millones de euros (ahí es nada) adjudicándose obras a cambio de sobornos. Y por otro lado tenemos al señor Trías, alcalde de Barcelona, que tiene unos milloncejos por ahí que no se sabe muy bien de dónde han salido.
Y luego el caso Pujol, lo de Valencia, lo del alcalde de Toledo, lo de los ERES, lo de Toni Cantó (que le dejen abrir la boca), lo de los sindicalistas chorizos, lo del minero millonario y lo de la Virgen del Rocío y su medalla al mérito policial.
Yo no se muy bien qué podemos hacer pero lo de hacer la maleta y huir a cualquier sitio (incluyendo Siria) tampoco se me antoja mala idea, oigan.
Así que hoy montó este post extraordinario: por lo de puntual y acorde con la coyuntura, no es que vaya a ser una cosa espectacular (en mi línea vamos) para hablarles de una película que les va a venir como anillo al dedo para acomodarse a toda esta mugre que estamos viviendo y que amenaza con convertirse en endémica… si es que no lo es ya.
El filme en cuestión se llama Filth (que en España se estrena con la coletilla de El sucio) y cuenta la historia de un personaje deplorable que hunde la cabeza en kilos de cocaína, bebe a mares y no tiene ningún problema en hacer putadas a diestro y siniestro con tal de salirse con la suya.
¿A qué les suena?
Además, la buena noticia es que con lo que nos tragamos aquí en los telediarios todos los días (desde que he empezado a escribir estas líneas han imputado a dos más, ya son 53) lo de la película les va a parecer una broma y ver al arrastrado de James McAvoy (su personaje, no el actor, que es un maldito crack) haciendo toda clase de mamarrachadas en nombre del vicio, hará que aparezca una sonrisa en su cara.
El argumento es sencillo: un detective completamente pasado de vueltas y más corrupto que Miguel Blesa debe resolver un asesinato para convencer a su jefe de que le ascienda y -ya de paso- recuperar a su mujer y a su hijo. Naturalmente, la cosa le va a salir como el culo.
Recuerden: Filth, El sucio (¿quién cojones debe inventarse las coletilla de los títulos en nuestro país, a ése también habría que meterle en la cárcel). No la dejen pasar.
Por cierto, estos días es La fiesta del cine, con la entrada a 2.90 euros. Se que siempre nos quejamos (con razón) de lo caras que son las entradas así que aprovechemos la oportunidad para ir a ver una película EN PANTALLA GRANDE, que es COMO SIEMPRE deberían verse las películas.
Hala, muevan el culo.
Abrazos/as,
T.G.
«Se han producido algunas cosas que no nos gustan»
«Trabajamos para esas cosas se sepan»
«Esa persona a la que usted se refiere»
«Todo es falso salvo alguna cosa»
«Me equivoqué al mantener la confianza en alguien que no la merecía»
«Los salarios no están bajando en España, sino moderando su crecimiento»
«Hay una violencia estructural que obliga a abortar»
Y usted todavía se asombra de las coletillas de los títulos de las películas.
Hola
Aprovechando la fiesta del cine, ayer decidí arriesgarme a ver cine español, y vi la Isla Mínima. Le tengo que dar la razón, me pareció excelente. Y sí, no hay duda, la ambientación con la música y los planos de cámara recuerda una barbaridad a True Detective, e incluso la historia también. Sin duda todo un peliculón.
Hoy voy a ver si convenzo a alguien para que se venga a ver Perdida o Relatos Salvajes. Ya les contaré qué tal, si es que no me arrastran a ver algún disparate con caparazón o colmillos…
No baje Ud. la maleta del altillo. Todo lo contrario.
La verdad, toda la verdad, por cruda que sea, es necesaria para que hasta los ciegos vean y los paralíticos corran. Porque lo de los españoles, visto el percal, va a tener visos de milagro, Mariano. Cada nuevo caso de corrupción, incluso prescrito, de hace 30 años (herr Verstringe dixit) es un chorro de agua fría que nos despierta y nos tonifica, preparándonos para el esfuerzo que estamos obligados a hacer.
Lo dicen los corresponsales de prensa europeos: «Tienen Uds. suerte, porque en España al menos se habla de la corrupción». Porque en Noruega hay corrupción. Y en Francia y en Gran Bretaña y en Suiza y hasta en El Vaticano. Al menos hasta que este último papa vio que podía serlo, precisamente porque, como en el caso español, la situación era patente e insoportable.
Y el primer paso hacia la perfección es conocer los defectos. Si no, ¿cómo eliminarlos? Ahora que todo el mundo tiene claro los intereses de ciertos políticos que han copado los tres partidos mayoritarios, el primero de ellos (UCD) extinto hacia 1982, con personas procedentes de FET y de las JONS y que se fugaron a partes casi iguales a los otros dos partidos (AP y PSOE), ¿cuál es la solución evidente al problema de fondo?
Pues que los políticos, ni siquiera los honestos, pueden tener tanto poder como para que tengamos que esperar 3 ó 4 años para quitarles de en medio cuando sus errores nos perjudican gravemente. Es preciso que determinados tipos de leyes sean votadas en referendos obligatorios y vinculantes.
Así funciona Suiza. País bolivariano, chavista y rojo donde los haya. Y pobre como Haiti, sin industria, totalmente dependiente de EE.UU. y de Alemania o, en tiempos, de Francia.
Hágame caso y deje de apilar calcetines en la maleta. Que solo de ver esos calcetines de lana gruesos y espesos me entra aún más calor.
Anda Lars von tenía razón: ¡¡¡El otoño es bochornoso!!!
Muy buena esta página