De acuerdo, me han convencido, voy a narrar –brevemente- mis aventuras en Corea.
Todo empezó cuando en el aeropuerto de Busan, camino de París para después enlazar con Barcelona, la señora que examinaba mi pasaporte me puso esa cara de: “cerdo, has violado a mi perro”. Sospeché que algo iba mal (de hecho ya sabía que algo iba a ir mal, pero supuse que abandonar el país iba a ser más fácil que entrar en él) pero no imaginé hasta que punto.
Como siempre, me llevaron al cuartito. Ese con fluorescentes que parpadean y donde dos funcionarios de apariencia anodina fingen que teclean algo mientras piensan en si tendrán arroz en casa o si deberían pasarse por el Carrefour. La cuestión es que me asignaron a mi propio funcionario que empezó a mirar el pasaporte como si estuviera ante una primera edición de El quijote. Así pasó largo rato, escrutando el documento, sintiéndolo entre sus dedos. Después me miro y me dijo “wrong”.
“Wrong”.
Después cogió el pasaporte en sus finas manos orientales (aquí me estoy adornando) y repitió “wrong” mientras con uno de sus deditos repasaba la línea de números borrosos. “Wrong” dijo otra vez. Allí ya entendí su rollo, y lo repetí: “wrong”. Él se animó a ver que yo lo estaba pillando y pareció alegrarse.
Así pasamos largo rato, haciéndonos amigos. Después de ese momento de profunda conexión compartida el coreano cogió el teléfono, dijo unas palabras (ninguna de ellas era “wrong”) y al cabo de un rato aparecieron otros dos funcionarios, el bajo y el alto. Los tres se pusieron entonces a discutir si yo merecía la pena de muerte o solo unas horas de ahogamiento simulado y al cabo de una media hora mi amigo me dijo que me tenía que ir a Seúl, a la embajada española, a hablar con el cónsul para que me diera un documento que me permitiera abandonar el país. Yo dije que solo quería irme, que ya hablaría con las autoridades españolas cuando llegara a España. Mi amigo me sonrió y me dijo lo mismo con las mismas palabras.
En ese momento pensé que tenía pocas opciones: o me ponía tonto o me iba a Seúl. Haciendo caso a mis instintos me puse tonto.
Craso error.
Mi amigo sonrió y después de que yo le dijera “I’m not going to fucking Seul” me dijo que mi pasaporte quedaba confiscado, que ellos lo arreglarían, que ya hablarían con la compañía aérea y me conseguirían otro vuelo. Después, los tres se pusieron muy serios y dijeron “Messi”. Sí, Messi. Y el alto dijo “Xavi”, y el bajo “Iniesta”, y mi amigo “Villa”. Y el primero repitió: “Messi”.
Por un momento creí que el trío se arrancaría con el himno del Barça pero –gracias a Dios- tal suceso no se produjo. Me dijeron que me pasara por el aeropuerto en un par de días y que mientras tanto disfrutara de Busan. Sí, lo sé, tenía que haber ido a Seúl. Es más, tengo la sensación de que mi pasaporte se quedó allí y que cada día los tres chavalotes se juntaban en la cantina, lo miraban, recitaban la alineación del Barça y se partían la caja.
Como ya no tenia más remedio que quedarme allí me busqué un hotel barato. En el aeropuerto me recomendaron uno que “no era caro y estaba muy bien”: el hotel Phoenix, en Nang Pa Dong (creo que se escribe así, no lo voy a buscar, no quiero pasarme de masoquista). Debía haber entendido que el concepto “muy bien” es diferente en español que en coreano.
El hotel había sido renovado justo antes de la Edad de Hierro y Conan había dormido allí un par de noches. El baño tenía moqueta. En toda la habitación había una bombilla.
Además sospecho (no pude constatarlo) que el dueño del hotel –un señor con pinta de taxidermista jubilado que me miraba como si pensara cuánto podría sacar por mis riñones en el mercado negro- conocía a todos los ácaros del hotel por su nombre de pila.
Mi tiempo lo pasé en diversos garitos del barrio en cuestión que funcionaban rollo Supermercado: tu pillabas tus birritas y tus patatitas, te sentabas en algunas de las mesas y te las privabas sin más problemas. Debo decir que esa zona es cojonuda: bares, tiendas, puestos de comida ambulante… lo malo es que tenía que ir a dormir al Phoenix.
Y así fue durante los dos días primeros, y los dos días siguientes, cuando el trío Calavera me dijo que aún no habían podido arreglarlo, que el viernes seguro. Hasta me dieron permiso para coger mi billete nuevo de avión. Qué amables estos coreanos.
Fui a la playa, a la montaña, aquí y allí.
Bebí demasiado y hasta me hice amiguete de un tipo alto de peinado imposible, una especie de Boy George coreano que no hablaba inglés. Así que con mi habilidad gestual y el carisma que me caracteriza conseguía hacerle entender conceptos complejos, como la teoría de cuerdas, la formula del Pan Bimbo o mi frase más repetida: “otra cerveza”.
Al final, me devolvieron el pasaporte tal y como estaba, no me dieron ningún documento ni ninguna explicación (tampoco la pedí, no quería quedarme allí para siempre). Eso sí, cuando me fui del país los tres me hicieron una reverencia (sospecho que con recochineo) y el alto dijo: “Messi”.
T.G.
P.D.: no me llevé mi ordenador porque las luces de la pantalla se fundieron antes de irme de viaje… hechos reales.
Lo siento, pero me he meado encima. Sublime, de verdad. Y sospecho que muy real. Pero hombre, ¿no aprovechó para meterse en un cine coreano?. Hubiese sido ya, de traca. 😀
Ya se está haciendo un nuevo pasaporte. Está claro que le van los deportes de riesgo. Ver a Almodovar, Corea con pasaporte chungo… Queremos mas. No, no. Ha empezado usted 😛
«…cogió el teléfono, dijo unas palabras (ninguna de ellas era “wrong”)…»
Buenísimo 😀
Salu2!!
Si me pasa a mí si que me cago de verdad XD.
[Y soy capaz de pasarme al Barça y venerar a Messi D10S, aunque me echen de casa]
Me alegro de que todo acabara bien.
Y no se le ocurrió a Vd. decir ¡RONALDO! para romper el exorcismo?
O sea, que parecia que en su anterior post habia pasado por el expreso de medianoche versión ojos semicerrados…. Y luego resulta que ha estado de turismo, bebiendo como un cosaco y haciendo amigos.
Olvidese de las peliculas esas que ha visto, comentenos las tribulaciones de un chino en china. O vendales su odisea a los hermanos coen.
Algo sacaran.
Al hilo de su peripecia asiatica, en la Sexta y del tirón, han puesto/estan poniendo Blackwater y Holocausto canibal. Los peligros a los que se enfrenta los pobrecitos occidentales cuando se alejan de sus confortables madrigueras.
Esta última marcó, aún sin verla, sólo con el cartel, mi impresionable adolescencia. Casqueria de trazo grueso, banda sonora que lo mismo servia para un soft que para un spaguetti western y lo incorrectisima que se reveló con el tiempo, el mejunje era perfecto. Y lo que invento, oiga: todo el cine de terror en formato documental desde la Bruja de blair hasta Megan is missing tiene una pata en esta burroitalianada.
Y en abierto. Inimaginable en cualquier otro canal.
Buenas:
Yo me quedo con «El hotel había sido renovado justo antes de la Edad de Hierro y Conan había dormido allí un par de noches.» Casi me ahogo en mis lágrimas de tanto reír.. XD
Oiga, pues no es por desmerecer, pero Corea del Sur tiene su nivel, si le llega a pasar un poco más al Norte, lo mismo lo hacen choricillos.
En fin, bien está lo que bien acaba.
Saludos,
Cybo.
«El baño tenía moqueta.»
Pero eso era Korea o UK?
@8 O Vigo, que me acuerdo de un hotel al lado del Corte Ingles que parecía un bosque. Hasta en las paredes… 😀
Yo en UK he visto moqueta hasta en las cocinas. Valgame dios…
Lo que usted no quería era volver a España y ver la última de Almodóvar.
Vd. debe dejar de perder el tiempo con críticas cinematográficas, y pasarse a escribir guiones para monologuistas. Y si se atreve, recitarlos.
Ganarás más, y el resto también. Es Vd. un genio del humor.
Babdiola.
PD: Comienzo a sospechar que Vd. realmente ha estado pululando borracho durante 3 días en el Chinatown de Londres, y le da vergüenza confesarlo XD
@13,
La moqueta en el baño parece indicar que así ha sido.
T.G., confiese!
No me diga más. ¿A qué el portátil es de marca Samsung ó LG? Esto es una conjura surcoreana contra su persona.
Deje las críticas -no digo que se le dé wrong- si no que le iría mejor paseando con su pasaporte y contándolo.
Este… Creo que le hace falta un abogado matrimonialista con urgencia. Siga mi consejo y divórciese de su instinto, que le ha engañado de la forma más ruín y traicionera que ha encontrado: Le ha indispuesto con la autoridad en una situación de exposición extrema. [Aquí va la imagen de un pavo en el proceso de ser rellenado de castañas, vía rectal y sin vaselina]
En Corea no sé. Pero aquí no haga usted eso con «la autoridad». Aún recuerdo aquella amenaza de un juez: Sé cómo hacer desaparecer tu cuerpo donde nadie lo encuentre jamás.
Fe de erratas:
Alguien me ha recordado que las aves no tienen recto, sino cloaca. Y que no es tan espaciosa ni cerrada (no tienen esfínteres) como su nombre pudiera indicar. Más bien todo lo contrario. De ahí que las pobres cigüeñas no sean culpables de cómo nos ponen cuando, boquiabiertos, admiramos la belleza de la torre de una iglesia románica.
La causa de que las aves no puedan «cerrar el culo» ni nosotros la boca al mirar para arriba es el sentido del humor de Dios. (Ya le vale). Porque, según el Darwinismo, la causa científica sería que los especímenes humanos mejor adaptados al medio son los que no sienten pasión ante la arquitectura medieval. Y eso no puede ser, sería una contradicción.