La última entrada del pasado mes de Febrero se titulaba “Proyecto SARTRE”, y trataba de la experiencia relativa a la circulación guiada en caravana tras de un vehículo-guía. Lo mismo que muchas otras, recibí esta información a través de Volvo, firma especialmente interesada en proyectos de tecnologías innovadoras. Y de nuevo acabo de recibir otra serie de comunicados, que no puedo por menos de glosar, debido a su interés desde los más diversos puntos de vista. En ellos se mezclan las últimas noticias relativas al SARTRE, con otras referentes a la conducción autónoma. Y lo mismo que ya he hecho en repetidas ocasiones, nada mejor que recurrir a la cita textual, si bien debidamente condensada, cediendo la palabra a los protagonistas; es mucho mejor que intentar hacerme portavoz suyo. De modo que ahí va uno de los primeros párrafos de estos nuevos comunicados:
“La conducción autónoma prepara el camino para conseguir una mayor libertad al volante. Crea la posibilidad de realizar otras tareas de forma segura, como enviar mensajes de texto o leer un libro mientras el vehículo se desplaza de forma autónoma. Las primeras áreas de interés en el desarrollo de tecnología de Volvo son la conducción autónoma en situaciones de tráfico lento y, a más largo plazo, los trenes de carretera en las autopistas.”
La conducción autónoma en tráfico lento a la que hace referencia el comunicado engloba diversas variantes y mejoras del control de crucero adaptativo, del avisador de colisión, del frenado autónomo para evitarla, del control de cambio de carril, y del radar y cámaras que controlan, analizan e interaccionan con los demás ocupantes de las vías, sea la nuestra o la que nos cruza en una intersección; con lo cual estamos pasando de las “ayudas a la conducción” a la “sustitución del conductor”. Pero al final siempre hay una frase que deja claro que la última responsabilidad, y por tanto la última maniobra, es y debe ser siempre del conductor. Y aquí es donde yo veo no sólo un principio de contradicción, sino incluso de peligrosidad: por una parte se le dice al usuario que su coche incorpora un equipamiento que le hace prácticamente invulnerable al accidente, sin que él tenga que hacer nada; pero luego se le advierte que, si éste llega a ocurrir, la responsabilidad es sólo suya. Es decir, que debe ir igual de atento que si condujese sin ayudas, por si estas no son suficientes. Entonces, ¿para qué las quiere?
Se parte de la base, probablemente cierta, de que el conductor tiende a hablar por teléfono mientras conduce, a no ir atento a la distancia de seguridad en autopista, a distraerse en los atascos y a no mirar adonde debe de hacerlo en los cruces. Y entonces se dota al coche de una serie de dispositivos que, en muchas ocasiones, evitarán un accidente. Pero luego entra en juego el marketing, ponderando hasta tal punto las habilidades de dicho equipamiento, que el concepto de “conducción autónoma” se confunde con “totalmente automática”. Y puesto que el ser humano tiende a ser vago, precisamente por ser inteligente, y por mucho que también se le diga que la responsabilidad última es suya, en sabiendo que hay un sistema que trabaja por él, lo lógico es que baje la guardia en la atención con la que controla el tráfico. Hay cierta contradicción entre relevarle de la tarea de tener que ir modulando con el pie en el acelerador para mantenerse dentro de un flujo semiatascado, y a la vez exigirle que vaya igual de concentrado en observar la distancia al coche de delante que si no llevase el control. Si tienes un control de distancia adaptativo, lo natural es que te relajes.
Y vamos con el Proyecto SARTRE y la circulación en caravana guiada, que parece haber llegado al final de su primera fase. Me atrevo a recomendar encarecidamente a los lectores interesados en el tema que busquen la entrada anterior relativa al mismo; ya he dicho que es la última del mes de Febrero. En ella expongo, además de una explicación más o menos sucinta del funcionamiento de la caravana, una serie de dudas prácticas que ni en los primeros ni en los segundos comunicados he visto resueltas, al margen de frases más o menos ampulosas, etéreas y poco comprometedoras. Un aspecto tan aparentemente banal como el punto concreto de cita para iniciar la marcha de la caravana ni se cita: ¿en un gran parking a las afueras de la ciudad, o en una estación de servicio? ¿Y la salida conjunta por el carril de aceleración, a poco tráfico venga por la autopista? De todos modos, y para los que quieran ahorrase esa consulta, reproduzco aquí algunos párrafos tanto del primer como del segundo comunicado.
“El proyecto en sí, sin entrar en profundidades, trata de desarrollar en la práctica el concepto de platooning o conducción autónoma: un camión guía por radio a una caravana de turismos conectados a sus señales, mientras sus conductores realizan diversas actividades: trabajar en su ordenador, leer, escuchar música, ver la TV, o simplemente descansar.
La principal ventaja es que el conductor del vehículo tiene tiempo para hacer otras cosas. Los trenes de carretera favorecen el transporte seguro, ya que los convoyes de vehículos son dirigidos por un conductor profesional desde, por ejemplo, un camión, y los tiempos de reacción entre vehículos son mucho más rápidos. El impacto ambiental se reduce, ya que los vehículos se siguen de cerca unos a otros y se benefician de la menor resistencia al aire. Se prevé un ahorro de energía en torno al 20 %. La capacidad de la carretera también podrá utilizarse con mayor eficacia.
Gracias a Volvo y a los demás socios del proyecto SARTRE, pronto podrás apartar las manos del volante y los ojos de la carretera y dejar la conducción automatizada a la tecnología moderna. El tren de carretera tiene lo mejor de ambos mundos. Podrás disfrutas de todas las posibilidades multitarea del transporte público pero sentado al volante de tu propio vehículo.”
A lo cual respondo con otros párrafos tomados de mi anterior entrada: Con el SARTRE no se gana tiempo en el desplazamiento (más bien lo contrario, entre la cita previa y el crucero a 90), aunque sí se puede aprovechar para ir haciendo cosas, prácticas o no. Pero no olvidemos que el coche es ideal para viajes cortos o medios; y también insustituible cuando son largos, si el trayecto es zigzagueante y con paradas o desvíos, por exigencias profesionales, turísticas o familiares.
Y aquí está la clave: el proyecto, sin duda muy bien intencionado, se mete en profundidades tecnológicas para acabar desvirtuando la esencia de aquello para lo que se inventó el automóvil; aquello que ni el ferrocarril, pero tampoco el autobús de línea, pueden ofrecer: la total y soberana libertad de elección de horario, itinerario, ritmo de marcha y posibles paradas no programadas de antemano y, por si fuera poco, la también total y soberana libertad de cambiar todo ello sobre la marcha si así te apetece o te conviene al recibir una llamada por el móvil (esto último también se puede hacer en el SARTRE, justo es decirlo).
Y vamos ya con las nuevas aportaciones del último comunicado, y las glosas que se me ocurren hacer a cada una de ellas. Empezaremos por los sistemas de conexión y comunicación; ahí va la primera cita:
“Por supuesto, la información sobre el tren de carretera y su funcionamiento se integrará en el sistema Volvo Sensus de información y entretenimiento cuando la tecnología esté lista para su producción. Reservar, incorporarse al tren de carretera y abandonarlo debe ser muy fácil. Otro reto es crear un sistema que gestione el tema de los costes. Es lógico que incorporarse al tren de carretera suponga un gasto o un ingreso, dependiendo de que tu vehículo sea seguidor o guía”.
O sea que ya vamos complicando las cosas; no tengo ni idea de lo que es o será el sistema Volvo Sensus, pero doy por supuesto que no todo el mundo lo tendrá; ya es un primer factor discriminatorio. Pero el proyecto cada vez se parece más a una película de ciencia-ficción, donde aparecen mecanismos, aparatos y sistemas que obran maravillas, pero que el guionista no se siente obligado a explicar cómo funcionan. Y por otra parte, también asoma el aspecto económico: pagar por seguir, o cobrar por guiar. Pero, ¿no habíamos quedado en que el vehículo-guía era siempre uno de mayor volumen, y guiado por un profesional? Pues ahora parece que puedes coger tu coche, avisar que sales para Barcelona en un par de horas, y a condición de que tanto tu coche como los de los demás dispongan de toda la parafernalia electrónica necesaria (es más fácil decirlo que hacerlo), le cobras una pasta a media docena de ciudadanos y te los llevas en procesión. ¿Y Vd se pondría detrás de un cualquiera que no se sabe cómo conduce, ni si el coche que lleva está en condiciones? Esto habría que explicarlo un poco mejor.
Pero lo más impresionante del nuevo comunicado es lo relativo a la personalidad de los potenciales usuarios del sistema. Hay varias citas que iré poniendo por el orden que me parece más lógico, aunque no estoy nada seguro de haberlo conseguido; pero en el fondo, el orden importa menos que lo que se desprende de las mismas. Así que allá van, seguidas por las reflexiones que se me han ocurrido tras leerlas.
“Estudios recientes demuestran que casi la mitad de los encuestados se sentirían cómodos utilizando un vehículo autónomo (Accenture 2011). Casi el 50 % de los conductores entre 18 y 37 años comprarían probablemente o con toda seguridad un vehículo con conducción totalmente autónoma (J.D. Power 2012).”
Lo que me gustaría saber es si a los encuestados les explicaron, más o menos, lo que les iba a costar el complejo equipamiento para que su coche fuese adaptable a una caravana SARTRE, y lo que les iban a cobrar (a tenor de lo visto un par de párrafos más arriba) por seguir al guía. Porque una cosa es apuntarse a las tres “b” de “bueno, bonito y barato” y otra que eso se cumpla en la realidad. Es como los “clinics” de futuros modelos: una cosa es decir que te comprarías el coche, y otra muy distinta sacar la chequera y firmar por el valor de una señal en firme. Y vamos con la siguiente cita, ésta ya proveniente de la otra cara de la luna:
“En 2011, Volvo invitó a varios propietarios de vehículos premium a evaluar futuras tecnologías de ayuda al conductor en la pista de pruebas de la empresa, y uno de los invitados comentó espontáneamente: Una ayuda perfecta para conducir por la autopista. Si hubiera algo que me animase a enviar mensajes de texto desde mi vehículo, sería esto».
Me gustaría saber de qué platillo volante se había bajado ese invitado. En primer lugar, la caravana SARTRE no es una ayuda, perfecta o no, para conducir por la autopista, sino precisamente para NO conducir. Y en segundo lugar, parece se que a este selenita le gustaría enviar mensajes de texto, pero necesita algo que le anime a hacerlo, porque en el fondo no tiene nada que decir. Pero ya que va en el coche sin hacer nada, pues qué mejor cosa que ponerse a enviar mensajes a voleo. Pero lo de los “frikis” no acaba ahí; y aquí tenemos otra muestra:
“Una de las conclusiones de la investigación es que los consumidores jóvenes en particular están dispuestos a pagar por una tecnología que pueda ayudarles a evitar las distracciones generadas por la urgencia de estar constantemente conectados también en el vehículo. La conducción autónoma ofrecería la posibilidad de enviar mensajes de texto de forma segura en el vehículo, actualizar el estado de Facebook o leer un libro mientras se conduce.”
Aquí ya se habla de pagar, aunque no se sabe cuánto; algo hemos avanzado. Pero lo que me deja perplejo es dar como válido el razonamiento de “distracciones generadas por la urgencia de estar constantemente conectados”; puedo comprender, y compartir, la urgencia de rascarte una oreja si te pica mucho. La urgencia de estar conectado la entiendo bastante menos; pero la de estar “constantemente” conectado me parece de diván de psiquiatra. Y más si se admite como conclusión poco menos que indiscutible, que tal urgencia es lógico que genere distracciones al volante que pueden mandarte al “otro barrio”. Pero a tenor del contenido de esta cita, esos “consumidores jóvenes”, ante el dilema de enviar un “tweet” o estrellarse, eligen el riesgo de estrellarse; el “tweet” es mucho más importante, dónde va a parar. Pero la próxima cita acaba de abrirnos lo ojos, cual si de la película de Amenábar se tratase; y lo que de ella se desprende es bastante más sorprendente, por no decir otra cosa, que el guión de la película.
“Los adolescentes ven los vehículos con ojos muy diferentes, menos tradicionales que nosotros, sus padres. Si nosotros vemos el asiento del conductor como un símbolo de libertad y movilidad, ellos consideran que es el único sitio en el que no pueden estar constantemente conectados. Y muchos de ellos piensan que la conectividad constante es más importante que tener el permiso de conducir y un vehículo».
Me parece que aquí se entremezclan opiniones, deseos, teorías y elucubraciones varias. En primer lugar, habría que ver si hablamos de jóvenes ya en edad de poder tener permiso de conducir, o de adolescentes que lo único que pueden manejar es el móvil; si separamos ambos colectivos, habría que ver el resultado. Segundo, si comparamos el coste económico de un coche, aunque sea de segunda mano, y el de un aparatito de esos, tal vez nos vendría a la memoria la fábula de la zorra y las uvas; el coche “todavía está verde”. Claro que, si es el de papá, no se le hacen ascos. Pero lo que me asombra es la ingenuidad de que, aunque el resultado de esa encuesta fuese irrebatible, sea precisamente un fabricante de coches el que le dé publicidad. Que una marca de automóviles no sólo acepte, sino publicite, que para los jóvenes el puesto de conducción de un coche es el lugar menos agradable en el que estar sentados, es como para poner en la calle ipso facto a su Director de Comunicación.
Claro que si damos por bueno que “un especialista técnico de Volvo Car Corporation” haya emitido, y se le publique, la frase que viene a continuación, ya nada puede sorprendernos. La cita es la siguiente: la conducción autónoma en un tren de carretera del proyecto SARTRE “es el complemento perfecto para el verdadero placer de conducir un Volvo». Dicho de otro modo, el verdadero placer de conducir un Volvo es no conducirlo. Con el tiempo y dinero que, desde que lanzó su 850, le había costado a Volvo quitarse de encima el sambenito de “coche para viejos” y “coche para chocar”, y vuelven a las andadas, pretendiendo ahora fabricar coches para jóvenes que prefieren estar conectados a conducir. Apañados estamos.
Pero ciertos virus son muy contagiosos, como lo demuestra la última cita, en la que esta vez dejo un nombre propio: “Este punto de vista es un apasionante reto para Volvo. Debemos diseñar vehículos inteligentes que se encarguen de conducir mientras nosotros hacemos otra cosa, como enviar un mensaje de texto o comunicarnos por Facebook», continúa Stefan Jacoby. «Personalmente, estoy convencido de que a la mayoría de los propietarios del futuro ni se les ocurrirá pensar en comprar un vehículo sin posibilidades de conducción autónoma». ¿Quién es Stefan Jacoby?; pues ni más ni menos que el Consejero-Delegado de Volvo Car Coporation.
En la industria de automóvil, y menos a alto nivel, no hay muchos tontos, si es que hay alguno. Y desde luego Stefan Jacoby no es uno de ellos; está pilotando con singular maestría el resurgir de Volvo tras de los años pasados bajo la égida del Grupo Ford Motor Co, y ahora con la inyección de capital de origen chino. Lo que ocurre es que, cuando tienes entre las manos un juguete nuevo, quizás mayor y más llamativo que el de los demás niños del patio del colegio, tiendes a obsesionarte con él, y perder en cierto modo la perspectiva de todo lo demás que se puede hacer durante el recreo, y no sólo jugar con la novedad. Y eso puede ser lo que le está ocurriendo a Volvo con el proyecto SARTRE, en el que son el único fabricante de coches que participa.
Pero tampoco todos los demás son tontos, y por ello asombra encontrar una disparidad de criterios tan grande, respecto a lo que debe ser un coche y al atractivo que debe ejercer en sus compradores, como la que hay entre los que hemos comentado y los que algunos ejecutivos de Seat han defendido con motivo del anuncio de su tercera generación del León. Por ejemplo, y ya que esta entrada va de citas, aquí va una de Alejandro Mesonero-Romanos, Director de Diseño de Seat, refiriéndose al aspecto interior del modelo que aparecerá a finales de este año: “El diseño del salpicadero respeta nuestra nueva filosofía de interior, con mucho énfasis en la orientación hacia el conductor, lo que realza la ergonomía con un diseño deportivo. El nuevo diseño ha logrado que el nuevo León y el conductor formen una unidad.” Y esa unidad entre conductor y vehículo no creo yo que se materialice con el coche viajando por su cuenta como las orugas “precesionarias” del pino, mientas el conductor está “tuiteando”.
Y no es que en Seat desprecien las nuevas tecnologías y los contenidos de “infotainment”; muy al contrario, presumen de que el nuevo León va cargado de ellas, como no podría ser de otra manera (según la expresión actualmente en boga). Y una nueva cita de uno de los textos en los que se desvelan algunas primicias respecto al nuevo modelo lo deja bien claro: “El nuevo León es también un referente en cuanto a la disponibilidad de sistemas de asistencia al conductor. El detector de somnolencia reconoce la falta de concentración del conductor y le avisa de la necesidad de tomarse un descanso. También monta una cámara avanzada detrás del espejo retrovisor que controla dos funciones: el asistente de Luces Largas, que cambia automáticamente de luces largas a cortas y el asistente de Control de Carril, que introduce pequeñas modificaciones en la dirección asistida electromecánica para impedirle al conductor salirse del carril de marcha”.
Y la última y definitiva sentencia: “Con el nuevo León, hemos diseñado y desarrollado un coche que transmite fielmente el significado de Enjoyneering. Esta combinación irresistible de diseño, tecnología, rendimiento y acabados de calidad está destinada a seducir a nuestros clientes y también atraer a una nueva generación de consumidores a la marca,” afirma James Muir, presidente de Seat S.A. Y si Stefan Jacoby no es tonto, tampoco lo es James Muir, que desde que ocupó su actual cargo está desplegando una no menos meritoria labor para el relanzamiento de su marca. Y en este caso, con la evidente filosofía de que los clientes, fieles o de conquista, deseen conducir su coche, y no utilizarlo como butacón de una sala de estar rodante. Una cosa es que los Seat, o más bien alguno de ellos como puede ser el caso del León, tenga un perfil más deportivo, y otra que una marca como Volvo, con una clientela de perfil de algo más de edad y tal vez, sólo tal vez, menos dinámica, ponga el énfasis en que el atractivo de sus productos resida en el hecho de viajar en ellos sin conducirlos, como si del ferrocarril se tratase. Ya sabemos que viajar por una autopista, con los actuales condicionamientos, no es divertido; pero un fabricante es el último que debe utilizar este argumento. No olvidemos que un turismo tiene cinco plazas; este argumento podría ser válido para las otras cuatro.
Totalmente de acuerdo. Hace poco salio en los medios generalistas de TV, en los informativos concretamente, el sistema SARTRE, que ya conocia de este blog y por muchas vueltas que le doy no le veo la utilidad.
Porque.. no se ustedes, pero yo no iria muy tranquilo leyendo un libro metido en un coche detras de un camion, que quieren que les diga.., y en cuanto a lo de conectarse a facebook o a lo que sea pues mas de lo mismo.., hay tropecientos mil lugares y momentos mas adecuados.
Y como se dice en la entrada, Volvo se ha tirado años intentando hacer sus coches mas amigables para el conductor que quiza tiene en mente tambien un BMW y cuando parecia que lo habia conseguido ahora va y se sacan de debajo la manga el inventito ese..
Y limitarse a velocidaes de maximo 90 por hora ya me parece el summum; bueno 90 en condiciones favorables porque no me quiero imaginar subiendo un puerto..
El tema de los trenes de autopista parece mucho mas interesante que el SARTRE:
Nos lo podemos imaginar así, en unos añitos:
Vehículos híbridos, que se acercan a la autopista/tren mediante su motor tradicional.
Al llegar a la autopista se ponen en eléctrico que se alimenta por inducción.
La separación entre vehículos viene radiocontrolada. El cambio de carril igualmente.
Los cables eléctricos de potencia, bajo el asfalto, en plan tren.
Para salir de la autopista se acciona de nuevo el motor de combustión y se acelera.
Ni Volvo ni leches, son las eléctricas y las concesionarias de autopistas las que tienen la llave del asunto, porque técnicamente es factible, pero muy cara la infraestructura.
El coche, adaptando un Prius a la alimentación por inducción como los cepillos de dientes.
El control por radio, emisor con repetidores en los postes de la autovía y receptor en cada coche con posibilidades de comunicación con el tráfico que les rodea.
Y que fácil parece!
A mi me parece una cosa ridícula. Invertir todo ese dinero en desarrollar un transporte público colectivo eficaz (no tiene por que ser demasiado barato, si la gente esta dispuesta a pagar por Volvo + conexión a internet en todos los lugares de una autopista + canon de uso del invento) es mucho mas seguro y eficiente. Claro que también habría que invertir en una campaña de marketing que muestre como de molón es usar el tren, el autocar o el avión, aunque no conozco a nadie que prefiera pasarse 5 horas en un coche antes que en un tren.
Lo realmente bonito sería usar el invento este de Volvo para poder poner en el caralibro que nos vamos a una casa rural a desconectar y eso, que también esta de moda.
Con respecto a las ayudas sustitutivas de la acción del conductor yo no iría a gusto. Y como en el caso anterior, en las situaciones en las que se les puede sacar partido es en aquellas en las que el coche es la peor opción de movilidad.
Señores, a partir de 25 coches/(carril * km) la capacidad de la vía se desploma. Y justo antes de la caída de la capacidad, se producen fenómenos peligrosos e inquietantes que todos conocemos. Esto no es para viajes largos ni viajes de placer, esto es para no tirar miles de litros de combustible o millones de kilovatios en arrancar y parar el coche en un atasco todas las mañanas al ir al trabajo. Un tren de carretera es un buen comienzo. Y por los dioses, que venga alguien inteligente del viejo foro y se lo explique al legendario cronista.
Y para el último, las vías de alta capacidad YA ESTÁN HECHAS, sólo hay que poner vehículos que gasten poco y no choquen encima del asfalto. Ahora ponemos mamotretos de dos toneladas con un sólo imbécil dentro diciendo «que mal conduce la gente». No se imagina lo fácil que es simular atascos en un ordenador con tres reglas sencillas. Una de las reglas tiene que ver con reproducir parcialmente las idioteces que hace el coche de delante…
@3 Yo prefiero el coche. Conduciendo, claro está.
Por otra parte. Hoy he probado el Mercedes Clase A nuevo (otra vez…) y tenía un sistema que te enciende un triangulo rojo si te acercas un poco al coche de delante y te pita si considera que te vas a estrellar contra el de delante. Pues bien, en una prueba de, digamos, 10 kilómetros me ha pitado el cacharro tres veces.
A la cuarta lo tiro por un acantilado…
@6,
A la cuarta lo desconecta, si no le gusta. Tan sencillo como eso. Ademas, le viene de serie, no tiene que pagar un duro por el sistema.
Con un poco de tiempo, respondo con mas calma a la entrada. Creo que a muchos los arboles no le dejan ver el bosque.
Hace menos de un año en una universidad se experimentó algo parecido. El ensayo fue todo un éxito y funcionaba a través de gps. Creo positivamente que esta será una de las siguientes funcionalidades, que junto a las energías alternativas tendrá un gran desarrollo en el mundo de la automoción.
Sin el sistema de marras, de Madrid a Barcelona, a velocidad legal, puedo tardar unas 6 Horas. Con el sistema tan maravilloso que nos propone volvo, al ritmo que me marca un camión cargado con un peso bruto de 40 Toneladas, tardaré unas 8 Horas. Eso sin contar las paradas. Ya me estoy imaginando al del camión parando a hacer la pausa de 45 minutos que le marca la ley y nosotros aparcados detrás de él, haciendo lo que realmente importa, que es twittear o tuitear (ahora ya es correcto decirlo así) y entrar en facebook. Todavía no me he repuesto de ésto http://www.youtube.com/watch?v=aNi17YLnZpg y los de volvo siguen insistiendo.
Hombre, el rendimiento ya no es siquiera cuestión de sistemas complejos.
Simplemente con respetar TODAS las señales de tráfico a rajatabla que hay entre mi pueblo y la capital de provincia, un conocido tuvo la idea de cronometrarlo y comprobó que tardaba dos horas exactas (en lugar de los 60 minutos escasos habituales, sin pasarse ni correr. Pasa en las provincias con población dispersa) O sea que para ir despacio no hacen falta trenes especiales.
Pero si, esto puede ser el futuro, pero preferiblemente con híbridos que te puedan llevar a casa con total seguridad, aunque llueva y las baterías se descarguen.
Yo creo que para los chavales en general el coche ha perdido el romance porque ya no significa lo mismo para ellos que para nosotros cuando éramos chavales. Para nosotros el coche era libertad, emoción, autonomía, posibilidades, etc. La conducción era y es una actividad interesante, que se quiere perfeccionar y disfrutar. Quizás muchos jóvenes ya no creen que el coche les pueda proporcionar esas cosas y esos disfrutes. Hoy día por todos lados nos recuerdan incesantemente que el coche es contaminación, ineficiencia, aislamiento,… Y encima de eso, está la realidad de que cada vez es más difícil tener coche o disfrutar del él. Viéndolo crudamente, el coche hoy en día es un estorbo caro; aparcarlo es difícil y caro, alimentarlo y circular con él también es caro y encima nos tenemos que sentir culpables de destruir el planeta. Yo estoy seguro de que una gran parte de los conductores preferiría no serlo, pero debido a las deficiencias del transporte público no le queda más remedio. Para ellos, todo lo que sea desvincularse del coche y de su conducción es bueno. Y supongo que para algunos chavales de ahora, el coche también es algo que los obliga a desconectarse, una especie de celda de penitencia, con tecnología aburrida, en comparación con la increíble cantidad de aplicaciones que aparecen continuamente en los teléfonos inteligentes, por poner solo un ejemplo. Supongo que muchos jóvenes sí desconectan, pero lo hacen para realizar actividades que les interesan, como deportes, etc. Conducir me parece que ya no es interesante para algunos de ellos. Por último, para los chavales de antes, el coche era su espacio propio, donde se sentían identificados y donde podían ser autónomos. Los chavales de ahora tienen sus espacios propios en las redes sociales, donde también se sienten identificados.
Acabo de atravesar buena parte de europa en coche… y no ha sido tan divertido como otras veces.
Además de un sinfín de radares en lugares poco peligrosos ,lugares por los que he circulado a 160 Km/h junto con la mayoría de conductores, y que estaban limitados a 130Km/h ahora, «por nuestra seguridad», tienen un radar y un límite de 110 Km/h.
Por nuestra seguridad, están en obras (peligrosas) buena parte de las carreteras. Aunque a mí me parece que es para que no quiebren las constructoras…
Ya no hay libertad a la hora de conducir: tenías la posibilidad de hacer el burro si eso querías (y la mayor parte no lo hacíamos), eso se perdió, ahora son atascos, impuestos y molestias. Aún así, a mí me gusta conducir.. aunque la bicicleta como medio urbano desde luego que me llama (y la uso, aunque hay conductores que intenten tirarme al suelo o fuera de la vía).
@11y12. Yo no se si por edad (32 tacos), entro en la consideracion de chaval de hoy en dia, pero lo que si puedo asegurar que mi interes por la conduccion se mantiene intacto desde que, con 18 me saque el carne. Si,cada dia nos lo ponen mas dificil pero aun y asi procuro disfrutar cada trayecto que hago. Es dificil pero se puede.
El transporte publico jamas lo he visto como una alternativa valida. Los que vivimos fuera de las grandes ciudades de poco nos sirve, aunque si veo la bici como un medio perfecto para los cortos recorridos , donde la eficiencia del coche es mas baja.
Coincido con algunos comentarios como el de la pérdida de interés por conducir de muchos conductores.
Si una actividad se vuelve cara, molesta y exenta de emoción es bastante racional que la gente no desee hacerla. Si aparcar es difícil y caro, hay mucho tráfico en bastantes situaciones, cada vez son más caros el combustible y los impuestos y además hay que ir a velocidades absurdamente bajas en autopistas teniendo en cuenta la seguridad y tecnología de los actuales vehículos no es de extrañar que conducir guste cada vez menos a los jóvenes…y a los menos jóvenes.
Hace sólo 20 años la diferencia entre conducir bien y mal era muy notable.Arrancar bien en frío, rematar un adelantamiento,trazar bien una curva,consumir poco combustible,sacar un buen promedio, etc dependían bastante de la destreza de su conductor.Hoy día la gran mayoría de los coches corren y frenan de sobra ,arrancan a la primera en frío sin esfuerzo,se sujetan en curva y gastan poco combustible sin apenas colaboración de su conductor.Todos esos avances en materia de seguridad están muy bien pero ir a velocidades de los años 60 aburre al más pintado y eso a veces es el orígen de accidentes, como también lo es el insuficiente mantenimiento de nuestra red de carreteras.
Oiga pues a lo mejor si lo del pito del Mercedes al achuchar al de delante fuera suficientemente desagradable y obligatorio, se acababan los hooligans predadores-achuchadores.
Pero también en las furgonetas y camiones y taxis, que esos se libran hasta del cinturón de seguridad (en su dia se libraban, al menos los pasajeros).