Antes de entrar en el aspecto concreto al que se refiere el titular de esta entrada, quisiera detenerme previamente en explicar mis personales teorías acerca de los conceptos de “Ceda el paso” y “Stop”, que no son sino dos variantes de la maniobra de ceder la prioridad, en una incorporación o un cruce, respecto a los vehículos que circulan por otra vía que confluye con la nuestra y a la que, por la causa que sea, se considera prioritaria. Por elemental lógica, la prioridad se debería asignar a la vía con mayor densidad de tráfico; pero no todo es tan sencillo. En los albores de la automoción, pura y simplemente no existía más prioridad que la del que llega antes, como en los carruajes tirados por caballerías; no había mucho tráfico, así que ¿por qué preocuparse?. Pero, mal que bien, las velocidades desarrolladas eran bastante superiores a las de la tracción animal, y los frenos no eran precisamente ventilados y cerámicos; de modo que empezaron a producirse accidentes. Y en la Europa continental, donde se había decidido circular por la derecha, y de nuevo por influjo francés, se creó la norma, de valor casi absoluto durante muchos años, de la “prioridad a la derecha”.
De nuevo la cosa funcionó hasta que la densidad del tráfico, que seguía creciendo, hizo ver el contrasentido de que en una vía principal, por lo que circulaban varios vehículos a una distancia relativamente corta entre ellos, estos tuvieran que detenerse o, como mínimo, disminuir drásticamente su marcha, porque de un caminejo lateral aparecía un vehículo cada cuarto de hora. Y se instituyó el concepto de “vía prioritaria”, dejando la prioridad a la derecha para el tráfico urbano en calles de más o menos la misma densidad de tráfico, o entre carreteras secundarias. Junto con la prioridad apareció el “Ceda el paso”, y posteriormente, la señal de “Cruce con prioridad”, para que el que circula por dicha vía sepa que tiene prioridad al llegar a un cruce, y que el otro le debe ceder el paso. Pero el aumento del tráfico dio lugar a que, en determinados cruces y al menos a determinadas horas, la intensidad de tráfico en la vía más importante llegaba a tal nivel que los de la otra no tenían oportunidad de cruzar o de incorporarse más que al cabo de un buen rato. Y de ahí surgió la actual epidemia de rotondas (unas muy necesarias y otras bastante menos), que en el fondo constituyen el retorno de vuelta al cuadro inicial del tablero, o sea, prioridad al que llega primero, pero reteniendo la velocidad de unos y otros debido al trazado circular.
Y al margen, tanto en carreteras importantes como sobre todo en autovías y autopistas, existe una maniobra adicional que en los tiempos heroicos no estaba ni tan siquiera contemplada: la incorporación a través de un carril de aceleración; pero esta maniobra bien podría merecer una entrada por sí sola. Pero, rotondas al margen, y tanto en cruces como incorporaciones, siguen existiendo una enorme cantidad de situaciones reguladas por la norma y los paneles del “Ceda el paso” y el “Stop”. De modo que seguiremos centrados en la maniobra de incorporarse girando a la derecha, cruzar y seguir de frente, o atravesar la vía principal, cortando ambos sentidos de marcha, y girar a la izquierda para incorporarse en dicho sentido; en todos estos casos, se vuelve a aplicar la teoría de priorizar la vía con mayor densidad de tráfico. Según unos criterios que en ocasiones se nos alcanzan insondables, esta maniobra de cruce o incorporación está controlada, para quien debe realizarla, bien por un “Ceda el paso” o por un “Stop”. Por más vueltas que le doy a la cabeza, no encuentro más que tres parámetros a tener en cuenta para poner una señal u otra; cuestión aparte es como los barajen los responsables de colocarlas. Dichos tres parámetros son estos: densidad media de tráfico de la vía principal, velocidad media operativa de la misma, y visibilidad de la que disfruta quien debe realizar la maniobra para llevarla a efecto con la máxima seguridad.
Considero que el factor de la visibilidad debería ser clave para poner un panel u otro, incluso por encima de los otros dos. Cuando la visibilidad es muy limitada, y salvo que el que sale sea un “kamikaze” (en cuyo caso le importan tres pitos tanto una como otra señal), el más elemental sentido común lleva al conductor a efectuar prácticamente un “Stop”, incluso aunque el panel sea el otro; no se trata tanto de detener por completo la marcha del coche, cuanto de ir lo bastante lento como para tener tiempo de mirar (a uno o ambos lados, según la maniobra a efectuar) sin haber llegado a meter el coche en el carril por donde vienen o pueden venir (porque es difícil verlos) los vehículos prioritarios. Pero cuando hay buena, amplia y despejada visibilidad, la diferencia entre “Ceda el paso” y “Stop” me parece absolutamente retórica.
A este respecto, siempre he mantenido la siguiente teoría: el “Stop” no es sino la plasmación legal de la desconfianza del legislador respecto al conductor. Otra cuestión es si, estadísticamente, dicha desconfianza está nada, poco, mucho o totalmente justificada. Pero lo cierto es que, cuando hay buena visibilidad y el que debe ceder el paso se aproxima a la intersección lo bastante lento, en una marcha corta (no más de segunda, o incluso primera) y tiene tiempo sobrado para mirar atentamente, es mucho más seguro hacer un “ceda el paso” que parar del todo y tener que arrancar, con el eventual riesgo de que se cale el motor tras haber avanzado un par de metros o tres, y quedarnos en mitad del carril al que nos incorporamos, o que vamos atravesar. Así es como ocurren la mayoría de los accidentes en los pasos a nivel sin barreras: por los nervios, el motor se cala cuando el coche está en mitad de las vías; el atropello no suele ocurrir porque se haya calculado mal (una vía se cruza en menos de dos segundos), sino porque el coche se queda parado ahí en medio.
Todo el mundo hemos visto, o incluso sido protagonistas, de la famosa discusión, que parece sacada de los “diálogos para besugos” que aparecían en el cómic “DDT”, entre el agente de tráfico y el conductor que, supuestamente, se había “saltado” un “Stop”: No ha parado Vd; que sí, que he parado; no, no ha parado del todo; bueno, quizás el coche se movía un poco, pero he mirado más que de sobras y no venía nadie; pero es que hay que parar del todo, aunque no venga nadie; y así hasta la extenuación (del conductor, porque el otro siempre se agarra a la letra de la ley): hay que parar del todo, aunque no vengan ni hormigas. Como ya he dicho, es muy posible, bastante probable e incluso seguro en ciertos casos, que un porcentaje difícil de cuantificar de conductores no harían el “Ceda el paso” correctamente de cara a una vía de mucha circulación. Pero a esto se podría argumentar que la única diferencia es que habría más accidentes; pero si se hace mal, sin mirar ni calcular, el choque ocurre exactamente igual en carreteras con menos tráfico, donde sólo hay un “Ceda el paso”. La clave no radica tanto en parar o no parar como en ir lo bastante lento para, en función de la visibilidad disponible, asegurarse totalmente de que se puede salir, parando o sin llegar a parar.
Pero la norma es la que es, y hay que jugar con las cartas que nos han repartido, así que en el “Stop” hay que pararse del todo y mirar; bueno, en realidad, se puede, e incluso se debe, ir mirando desde unos metros antes de pararse del todo. Y aquí aparece uno de tantos entre los comportamientos de los conductores que me llaman la atención, y muy en concreto en el caso de nuestros celtibéricos paisanos; es una actitud que me fascina, y que considero digna de estudio por parte de sociólogos, sicólogos, conductistas, sicoanalistas o incluso siquiatras. Es el comportamiento de los que yo llamo “inquilinos del Stop”, porque parece que piensan quedarse a vivir en él. Se acercan como todo el mundo, van frenando como todo el mundo, llegan a la raya blanca como todo el mundo, se paran como casi todo el mundo, y miran como también casi todo el mundo.
Hasta aquí, todo normal; lo asombroso es lo que podemos observar (porque hemos llegado detrás suyo) en las ocasiones en las que por la vía prioritaria no viene nadie, al menos en lo que la vista alcanza, y que según las condiciones de visibilidad puede ser muchísimo, lo justo o incluso admitamos que insuficiente. Pero lo que es evidente es que dicho alcance de visibilidad, sea cual sea, no va a cambiar, salvo milagro en contrario; lo que se ve, es lo que se ve, y no hay más bola que rascar. Pues bien, nuestro hombre deja transcurrir uno, dos, tres o incluso cinco segundos; sigue sin venir nadie, y por fin arranca. Y esto es lo yo querría que un buen experto en comportamientos humanos (porque para mal experto ya estoy yo) me explicase: por qué arranca al cabo de cinco segundos y no nada más parar el coche y comprobar que no viene nadie dentro de su campo de visión; cada segundo que siga parado, más probabilidades habrá de que, efectivamente, acabe viniendo alguien. El hecho de quedarse parado no conjura al tráfico para que deje de moverse, y además, él no tiene más visibilidad que la que tiene; si la da miedo salir, lo que debería hacer es, si lleva pasajeros, hacer que alguno se baje, se adelante y le haga señales. Y si va solo y le da miedo arrancar, lo radicalmente lógico sería que echase el coche al arcén, lo cerrase y siguiese a pie. Porque o pasa o no pasa, pero para tomar esa decisión no hace falta quedarse un rato parado, para finalmente acabar cruzando.
Es evidente que hay un trasfondo de inseguridad, de reunir ánimos para enfrentar una situación de cierta tensión; y sería comprensible que esto te pueda ocurrir durante el primer mes después de haber sacado el permiso de conducir. Pero a partir de ahí, por muy mal conductor que seas, ya deberías haber interiorizado la evidencia de que, una vez que has parado y no viene nadie, lo mejor que puedes hacer es arrancar, sin más dilación. Si esperas, aumenta la probabilidad de que acabe apareciendo algún coche con prioridad; perderás más tiempo, y vuelta a empezar. Pero, al menos en bastantes casos, la cosa no acaba ahí; en efecto, llega un vehículo, le ceden el paso, e inmediatamente arrancan una vez que el otro ha cruzado. Pero en algunos de estos casos, lo hacen aunque detrás de aquel al que han cedido el paso llegue un segundo vehículo a una distancia no precisamente tranquilizadora; pero delante de este segundo coche sí que se meten, como si la obligación del “Stop” fuese la de dejar paso a un solo coche, y no a veinte, si llega el caso. Este segundo comportamiento, que he observado en repetidas ocasiones, me resulta casi más asombroso que el de quedarse parado un tiempo muerto para nada.
Y en el caso de estos “inquilinos del Stop” no puede achacarse dicha detención prolongada a una distracción, cosa muy frecuente en un semáforo; nadie llega a un “Stop” para coger el periódico que tal vez lleva en el asiento del pasajero y se pone a leerlo en dicho momento. Es, pura y simplemente, la actitud irresoluta de quien está más o menos aterrorizado por el eventual peligro de la maniobra a realizar, y tiene que reunir los ánimos necesarios para atreverse a afrontarla. Lo increíble es que esa toma de decisión no la haya venido preparando desde algunas decenas de metros antes, según frena y, con el coche todavía en marcha muy lenta, inserta ya la primera (hoy en día todas están sincronizadas, y además entra mejor que a coche totalmente parado). Pero ya digo, esto es un caso para analizar por gente experta; yo sólo soy un testigo, que ofrece esta habitual situación a la consideración de los lectores.
De esos hay más: el que pone el intermitente para adelantar y adelanta sólo cuando ya lleva un buen rato con él puesto (sin mirar ni nada, sólo cuando le parece que ya es tiempo suficiente de indicación); o el que circulando por un carril de aceleración-salida no pone el intermitente ni mira para encontrar el momento y velocidad adecuada para incorporarse, sino que lo hace mecánicamente al haber recorrido un tramo que le parece el adecuado para meterse sin mirar.
Muy interesante todo, pero creo que yo no daría tantas oportunidades. «Cruzar una vía con agilidad partiendo de un Stop», debería estar entre las maniobras de examen obligatorias sin cuya superación no es posible obtener el carnet de conducir. No creo que, como muy bien ha descrito, tengamos que correr nadie con ese aumento de probabilidad de accidente que supone dilatar el tiempo necesario para superar un Stop. Es más, los costes de su enseñanza y evaluación podrían tan bajos como para pasar desapercibidos dentro del coste total del carnet.
Y lo mismo pienso del carril de aceleración; sólo que aquí no veo tan claros unos costes de enseñanza y evaluación tan bajos. Tengo la sensación de que mucha gente no ve ningún problema en ir despacito y, si viene alguien, parar hasta que no venga nadie…
Sobre los parámetros a tener en cuenta para poner un «Ceda el paso», o un «Stop»:
«… densidad media de tráfico de la vía principal, velocidad media operativa de la misma, y visibilidad de la que disfruta quien debe realizar la maniobra…»
No entiendo la importancia de la densidad media del tráfico. Me parece igual de importante aplicar la máxima seguridad al cruce, independientemente de que pasen muchos coches, o el primero esté por pasar. Con la velocidad media me pasa parecido. Considero que la que deberíamos tener en cuenta es la máxima, para que las medidas de seguridad a tomar (Stop, Ceda el paso, o incluso nuevo diseño del cruce) eliminen el riesgo en el caso más desfavorable.
De acuerdo con 1.
Ya que saca el tema de los cedas y los stops voy a exponer un ejemplo de señalización a mi modo de entender absurdo. Cerca de donde vivo, en el cruce de las calles Vinyar y Tissó, en Barcelona, hay un stop. Ambas calles son de un solo sentido, y de la misma densidad de tráfico (más bien poca) y hay visibilidad de sobra puesto que ese cruce delimita un parque público. Si llegas por Tissó te encuentras el stop que te obliga a parar, mirar a tu izquierda y, si no viene nadie seguir la marcha. Lo curioso del caso es que si llegas por Vinyar te encuentras con cinco badenes de hormigón, los dos primeros relativamente suaves, pero los tres últimos de una agresividad tal que ni siquiera en primera evitas el golpe seco y brusco a la suspensión, con lo que si uno es mínimamente cuidadoso con la mecánica te encuentras llegando al cruce prácticamente parado. Es decir si han puesto el stop para dejar la calle Vinyar como preferente, ¿porqué entonces ponen los badenes a dicha calle? Misterios de la vida.
Yo creo que uno de los principales problemas que tenemos en España, en cuanto a la circulación se refiere, es lo absurdo de los exámenes de conducir. Primero porque en general se realizan en ciudad íntegramente, lo cual aporta poca información sobre las habilidades en carretera nacional de doble sentido (que es donde se producen los accidentes más graves) del alumno, y segundo que no se tiene un buen criterio a la hora de evaluar. Por aparcar de forma errónea te pueden suspender (que no digo yo que no sea importante), pero luego puedes ser un inútil total a la hora de afrontar una situación de emergencia y aprobar el examen.
Simplemente haciendo bien los exámenes, ya se podría evitar que mucha de la fauna que hay en nuestras carreteras desapareciera. Y luego yo haría que en cada renovación del carné, la persona tuviera que realizar otro examen, aunque haya que pagar lo que fuera. Porque hay gente que parece que se le olvida conducir, o no se adapta a las nuevas normas (que alguien enseñe a la gente que las rotondas tienen carriles y no se puede pasar del interior a tomar una salida sin mirar, por favooooor!!).
Ojo, yo no soy un conductor perfecto, ni mucho menos, pero por lo menos intento mejorar, tomarme en serio la conducción y aceptar las críticas que me hagan.
Un Saludo.
Y no puede ser la explicación tan sencilla como que es un buen momento para «terminar de ajustar un poquito el cinturón por que parece que me hace un pliegue en el cuello», «me pica un poco la rodilla, mejor me rasco ahora que no en pleno movimiento por una via» o «voy ha bajar dos grados el clima que parece que me está entrando calor ya», son pequeñas operaciónes que tenemos asumidas que se pueden hacer en marcha, inevitables por otra parte, pero que será mejor hacerlas con el coche detenido por unos pocos segundos.
La actitud que describe en el último párrafo la padezco yo a primeras horas de la mañana a medias…
Si no viene nadie, salgo sin mas, pero si viene un coche, aunque sea relativamente lejos, le dejo pasar, ya que me gusta ser mas suave que un rollo de colhogar cuando el coche esta frío, y si salgo asi delante de un coche que ya viene por la vía, le voy a entorpecer :).
Un saludo
Vengo leyendo desde hace un poco tiempo y me parecen muy acertadas muchas de tus opiniones.
Como ya han comentado por aquí arriba tenemos en España un problema con el examen de conducir, bien por la pruebas que plantean, bien por la finalidad del mismo.
Yo sólo quiero remarcar qué, según mi humilde opinión, el carné de conducir no debería ser un derecho, como parece que está planteado (no tenemos más que ver las recientes quejas de los aspirantes a taxistas). Creo que se deberían endurecer, y mucho, las pruebas de acceso a los asientos de conducir en un vehículo. Nos jugamos mucho cuando vamos al volante y no es cuestión de que nos den el carné ‘porque ya ha ido tropecientas veces a clase práctica o se ha examinado nosecuantasveces’ (como he oído en algunos casos llevándome las manos a la cabeza). No digo que aumenten el nivel de las mismas pruebas (en lugar de aparcar con tres maniobras hacerlo en una), sino de ampliar el conjunto de las pruebas a realizar (el ejemplo de la parada en el stop sería bueno). También habría que tener claro que un simple psicotécnico cada 5 años no es garantía de que vayamos a conducir bien ¿quien nos garantiza que no cogemos malos hábitos?. Yo sería partidario de un examen más amplio del actual y revisiones cada 2/3 años. Estas revisiones deberían ser teóricas, prácticas y psicológicas (gente con miedo al volante, temeridad, falta de atención, etc. no es admisible).
Sé que los fabricantes de vehículos esto no les va a gustar. A menor número de conductores menor número de coches, pero algo hay que hacer…
Está claro que el conductor que para en un stop y está 4 o 5 segundos mirando a derecha e izquierda, en un 90% de los casos, sufrió anteriormente una multa por este motivo y se quiere asegurar que no no hay policias tan escondidos o alejados que no puedan ponerle de nuevo una multa por este motivo.
Lo raro es que salvo en cruces de nula visibilidad no hayan eliminado los stops por cedas ya que son ecológicamente más sostenibles.
Ráfagas, GTO.
No sabía que la prioridad del de la derecha sea tan antigua. Por fortuna está bien elegida, porque los parantes de los autos ahcen que la visibilidad hacia la izquierda sea mucho peor que hacia la derecha. Por tanto, tiene sentido que quien no puede ver el tráfico que viene desde la izquierda tenga derecho a pasar, y quien puede ver el tráfico que viene de la derecha sea obligado a frenar si viene alguien.
Me hace gracia que los españoles, reyes de lo castizo en tantos contextos, usen «stop» en vez de «pare».
La obligación de parar del todo en la mayoría de los casos es una tontería. En una calle con poca visibilidad, yendo a 10 o 20km/h siempre se puede frenar a tiempo en caso de que aparezca alguien con prioridad para pasar.
No sé si le pasará a alguien más, pero cuando llego al «Stop» a través de un acceso perpendicular, me resulta muy fácil ver quien puede venir por la dcha. y por la izda. Y basta que el cruce se «desvíe» ligeramente de los noventa grados, para que el pilar A, o marco lateral del parabrisas, me impida la visión lo suficiente como para que la situación pueda considerarse peligrosa. Pues en lugar de maniobrar un poco hacia atrás situando el coche perpendicular, se tiende a asomar un poco el morro, con la esperanza de ver lo suficiente para incorporarnos. En mi humilde opinión el problema es suficiente como para que todos los «Stop» se diseñen con noventa grados, grado más, grado menos o, cuando el trazado resulte más fácil, con un ángulo suficientemente pequeño para que el pilar A deje de estar en medio.
Recientemente he sido víctima de la interpretación obsesiva de la norma que rige la señal de stop;esto es a cuento del exámen del permiso de conducción con remolque que he realizado hace unos días.Inocente de mí,pensaba que demostrando un manejo fluido y seguro sería pan comido,aparte de respetar las normas,claro está.Así,en el recorrido yo creí que lo estaba realizando correctamente,aunque por el rabillo del ojo estaba viendo alguna anotación por parte del examinador lo cual me estaba mosqueando.La sorpresa fue mayúscula cuando al terminar me comunica que algunos stop los he transformado en ceda el paso,cuando se positivamente que por la cuenta que me tenía tuve cierto cuidado en detenerme no sólo hasta obtener total visibilidad,sino también a la altura de la señal aunque tuviera que repetirlo un metro más adelante.Por lo visto se trata de montar toda una comedia en cada stop,perder unos cuantos segundos quizá innecesarios y que pueden hacernos dilapidar una buena oportunidad de pasar,sobre todo considerando que se lleva un remolque.No le encuentro sentido al asunto,supuse que se iba a valorar justamente lo contrario,dentro del respeto a la norma en cuestión,tener en cuenta la agilidad,lo cual implica seguridad.La próxima habrá que poner atención y hacer algo de teatro.
En mi ciudad, cuando hicieron la parte nueva de la ronda, pusieron «stops» en todas las incorporaciones de la vía de servicio a la principal. Evidentemente, nadie hacía el stop, hubiese sido hasta peligroso. Un par de años después, cambiaron los stops por cedas. Me pregunto, si es que pusieron multas (habrían podido hartarse), si devolvieron el dinero por el manifiesto error cometido.
Hace unos días me fijé en que en una de las entradas a una rotonda que uso todos los días hace al menos tres años, hay un stop en vez de un ceda. Estos tres años he estado haciendo un ceda. Se lo comenté a mi señora y ella tampoco se había fijado en todo este tiempo. No lo respeta nadie, tampoco la policía, ni nosotros en su presencia.
Creo que el 90% de los stops podrían sustituirse por cedas sin problemas, incluso sería beneficioso para la seguridad y la fluidez. Pero no pidamos que los mandamases no nos tomen por estúpidos, eso sí es una quimera.
Saludos. E.
En cualquier caso la conducta esta es una muestra de egoísmo, es lo mismo que quienes cuando se pone el semáforo en verde arrancan, cambian a segunda, se quedan un rato a 20, después aceleran, cambian a tercera, se quedan un rato a 40, y cuando están llegando al siguiente semáforo, aceleran. A ellos siempre les da tiempo a pasar en ámbar, pero a la cola de coches que llevan detrás se tiene que parar, cuando lo normal es que hubieran pasado todos. Total, que ha contribuido a congestionar el tráfico, ha obligado a contaminar mas de la cuenta, y ha puesto de mala leche a un montón de personas.
Y no sirve que diga que no se dio cuenta, que iba distraído o lo que sea, así no se puede conducir. Pero claro, como van despacio tienen razón.
GTV, lo de los examinadores de carnets profesionales es de traca, se aprueba algo que no tiene absolutamente nada que ver con la actividad que se va a desempeñar después.
La cuestion es que en muchos cruces la vision no es reciproca; es decir que aunque el coche parado en el stop tenga X metros de vision, los conductores que se esten acercando al stop pueden estar viendo el morro del coche parado desde X+100 metros. Si alargamos nuestro stop 2 segundos, damos tiempo a que los coches que vienen reduzcan su velocidad o preparen una maniobra de esquiva en caso de que sea necesaria. Lo digo porque habitualmente tengo que sortear un cruce donde el carril no prioritario tiene menos de 15 metros de vision respecto al prioritario (donde es habitual circular a unos 80km/h), mientras que el prioritario te ve desde mas de 150 metros. Cuando llego a este cruce, paro, cuento hasta 2, recorro el primer medio metro a poca velocidad, y luego acelero con decision, despues de haber rezado dos avemarias.
Cansancio: ¡Ufff! Qué gusto dejar de oír el motor del trasto este.
Desesperanza: Llevo todo el día conduciendo y aún tengo que volver luego por la noche.
Distracción: Coño, si se ha terminado el «cedé». Voy a poner «el arradio».
Concentración: Ya son narices. Todo el rato escuchando vibrar algo y ahora que puedo cerrar los ojos va y deja de sonar.
Y así se podrían poner motivos, incluso razones, hasta que se llene el disco duro del servidor que contiene los comentarios. Que los seres humanos somos variados a más no poder.
Salvo los españoles. Los españoles son todos iguales. No como en China, que todos son diferentes. 😛
Respecto al examen con stop, si no ha cambiado, todos los que se examinan en la provincia de Madrix tienen que cruzar la carretera que…
Momento, que lo voy a mirar… [Favor de imaginar los puntos suspensivos siendo uno, luego dos, después tres y vuelta a empezar, que tardo dos minutos y vuelvo]
Vale. Pues entre Fomento, el alcalde de Móstoles y la Autonomía han cambiado todos los accesos.
Antes para examinarte tenías que volver al centro de la Jefatura Provincial de Tráfico haciendo una «raqueta» en la carretera N-501 (ahora M, CL y EX-501, viva la claridad). En aquellos lejanos tiempos la nacional no estaba desdoblada (ilegalmente, o eso ha dicho un juez tardón) y tenía un tráfico digamos que con cierta frecuencia. (Hablamos de horario laboral en una zona con polígonos industriales en las afueras de una localidad de 200.000 habitantes.
El caso es que del stop de esa raqueta tenías que salir en el momento justo, sin desaprovechar oportunidades ni arriesgar lo más mínimo. Porque si no, no aprobabas.
Ahora lo han llenado todo de rotondas, que dan más comisión que los semáforos. Así que los que aprueben ahora necesitan demostrar menos su percepción de la velocidad de los demás vehículos, su decisión a la hora de iniciar la marcha y su pericia al dosificar correctamente gas mientras se embraga el motor.
O’Shea, que han eliminado una prueba muy conveniente (y que podía ocasionar accidentes lo mismo que «bájese-que-ya-se-lo-cruza-el-profesor») y la han sustituido por glorietas blandiblup. La ESO de la conducción madrizleña. Lástima.
Existe otra variante y es el del comprobador del verde de los semáforos. Por alguna extraña visión, deben comprobar no una, sino dos o tres veces que el verde que están observando en efecto es verde. Unos segundos después y eliminadas las dudas, arrancan.