Hace exactamente siete semanas (y parece que haya pasado casi medio año) publiqué en este mismo blog una entrada titulada “Manca finezza”, en la que se hacía referencia al asunto de las órdenes de equipo en la F.1, a cuento del adelantamiento de Alonso a Massa en el GP de Alemania. Ahora, una vez que el correspondiente tribunal de la FIA ya ha emitido sentencia, me gustaría recapitular toda una serie de consideraciones sobre el tema, y haciéndolo básicamente a base de citas, más o menos textuales, tanto de mi anterior artículo como de múltiples de personajes que, por su ejecutoria deportiva, parece lógico que tengan algo interesante que decir al respecto.
Empezaré centrando el tema a base de repetir algunos párrafos de mi anterior entrada, los que me han parecido que vienen más al caso, para evitar a los blogueros tener que buscar retrospectivamente en el blog, y volver a leer mucho más de lo que hace falta. La cita, empalmando párrafos, es la siguiente: “Hay un primer punto de coincidencia prácticamente internacional: las órdenes de equipo siempre han existido, tanto cuando eran legales como ahora, cuando no lo son. Y probablemente seguirán existiendo, por más que se articulen toda clase de controles para impedirlas; todo ello al margen de que nos parezcan bien o mal, puesto que se trata de un hecho consumado. Una orden de equipo no significa necesariamente que haya un primer y un segundo piloto, ni que se favorezca sistemáticamente a uno en detrimento del otro; sino que, en un momento dado y equivocadamente o no, el equipo considera oportuno, bien para el equipo en su conjunto o para la puntuación de uno de sus pilotos, realizar un cambio de posición. Lo increíble es que todas estas situaciones, si el equipo está dispuesto a impartir órdenes o estrategias de equipo (llámeseles como se quiera; el resultado va a ser el mismo), no estén previstas de antemano y puntualizadas a machamartillo en un “briefing” del sábado por la tarde, cuando ya se conoce la parrilla de salida”.
Esta creo que es una base de partida aséptica, sin condicionamientos éticos en uno u otro sentido; simplemente la constatación de unas situaciones y de una de las forma de solucionarlas que se ha venido aplicando a lo largo del tiempo. Pero también hay la postura de dejar que las cosas corran por su cuenta, sin interferir para nada en la estrategia a seguir por parte de los dos pilotos del mismo equipo, que acabarían luchando casi más encarnizadamente entre ellos que contra los de las escuderías rivales, puesto que, a teórica igualdad de material, es cuando queda más claro quien es el más rápido. Y esta es la postura que unas veces basándose en un aparente puritanismo, y en otras ocultando malamente alguna fobia que viene de tiempo atrás, han defendido algunos personajes.
Uno de ellos, el anterior presidente de la FIA, Max Mosley, que no se resigna a perder protagonismo, como se desprende de las siguientes declaraciones: “Si se quiere satisfacer al público, hay que mantener la prohibición. Y mi opinión es que Ferrari y sus dos pilotos deberían perder los puntos conseguidos”. Y le respalda Niké Lauda, otro que guarda rencor contra Ferrari (y contra Alonso, no sabemos muy bien por qué), remachando: “Hay dos formas de competir en F1: políticamente, y entonces es el estilo de Ferrari, o dar a tus dos pilotos igualdad de oportunidades y al público una competición emocionante, como está haciendo Red Bull. Esto es lo que atrae al público, porque así ven a los mejores, con los mejores coches, peleando unos contra otros bajo la filosofía de “que gane el mejor”, y no riéndose de los aficionados con un resultado amañado”.
Lo curioso es que, al margen de estas manifestaciones hechas desde fuera, los que están dentro hablan de la feria según les va en ello. Así, por ejemplo, Jenson Button ha insistido en que eliminar la prohibición no ayuda a los equipos, y que de llevarse a efecto, podría decidirle a abandonar la competición. Button, sin duda con un ojo puesto en la tabla, en la que estaba 35 puntos por detrás de su compañero Hamilton (las declaraciones son anteriores a Monza, a falta de seis carreras), argumenta que tener que apoyar las ambiciones de título de su compañero afectaría su moral: “Hasta ahora, es como siempre ha sido en mi carrera, y lo que McLaren siempre ha hecho, y así viene siendo entre Hamilton y yo.” Pero luego ha venido el ya retirado Coulthard con la rebaja y le ha recordado que, en primer lugar, él tuvo que aceptar órdenes de equipo en McLaren para favorecer a Mikka Hakkinen (luego lo de la intocable neutralidad de esta escudería respecto a sus pilotos no es verdad), y que lo de retirarse antes que aceptarlas da unos bonitos titulares para la prensa, pero que es más un ladrido que un mordisco, porque nadie sabe lo que de verdad haría hasta que no se le plantea realmente la situación.
Por el contrario Mark Webber, cuando estaba 28 puntos por delante de Vettel (también antes de Monza, pues ahora son sólo 24) abogaba hábilmente, y es de suponer que lo siga haciendo, a favor de una estrategia impuesta: “Red Bull ya tiene una buena estantería de trofeos, pero nada comparable con lo que tiene McLaren, así que todo depende de cuanta hambre tengamos por intentar conseguir algo parecido. Quizás todavía es un poco pronto, pero dicho esto, tal vez habría que aplicar una estrategia distinta a la de McLaren. No estoy todavía seguro, y quizás sea todavía un poco pronto, pero quizás sí dentro de no mucho, me parece a mí”.
Frente a estas posturas, apoyadas unas en el puritanismo, otras en viejos rencores y otras en el propio interés, muchos otros hemos defendido posiciones más apegadas a la realidad y al sentido práctico. Y vuelvo a copiar algunos párrafos, debidamente soldados entre sí, de mi anterior entrada: “Aquí hay mucho dinero en juego, y los equipos no son ni instituciones de caridad, ni absolutamente autónomos en sus decisiones; detrás hay unas empresas que se llaman patrocinadores, y que ponen una “pasta gansa” para obtener resultados. Así como en otras disciplinas de equipo como el ciclismo, también con clasificación individual, dos compañeros pueden entrar juntos en meta en cualquier orden y no se perjudican para la general, aquí se dan puntos, y un centímetro de diferencia supone, actualmente, siete puntos entre primero y segundo; así que, sintiéndolo mucho, como estrategia de equipo, hay que elegir.
Para peleas, con las libradas frente a las escuderías rivales ya hay suficiente; de lo contrario, ¿qué sentido tiene decir que se forma parte de un equipo? Y si se abre la veda a las luchas intestinas, entonces ocurre como en Turquía: todo el mundo les pone a parir a la escudería Red Bull, a Vettel, a Webber o a los dos, por haber podido tirado a la basura 43 puntos. Siempre se ha dicho que el mayor enemigo de un piloto es su compañero de escudería, ya que al llevar los dos el mismo material, no caben excusas; esto puede ser muy cierto en las tandas clasificatorias del sábado por la mañana, pero nada más.
Luego, ya en carrera y en la pista, vuelven a formar parte de un equipo, en esos raros momentos en que pueda hacer falta. ¿Y por qué se da por hecho que tradicionalmente en Brasil (este año va a ser en Abu Dhabi) se supone que los compañeros de equipo se ayudan, e incluso se deben ayudar entre sí, y no en las carreras anteriores?; ¿acaso los puntos de Brasil, o de Abu Dhabi, valen más o menos que los de una carrera a mitad de temporada? La solución más razonable es eliminar la prohibición de las órdenes, y en este sentido, tras de lo ocurrido, ya se han manifestado autorizadas voces como David Coulthard, Martin Brundle, Eddie Jordan o David Ricahrds (el hombre de Prodrive); y también, evidentemente, Michael Schumacher (es lógico, después de lo de Austria) e incluso Bernie Ecclestone, aunque éste cada día dice una cosa, en función de cómo cree que pueda influir en su negocio”.
Volviendo al símil del ciclismo, que es el que, al haber equipos pero también clasificación individual, más se parece a la competición de las cuatro ruedas, me resulta curioso por qué no se levantan oleadas de indignación ante la figura del “lanzador” en los sprints de llegada, o del “gregario” que le sube a su líder hasta medio puerto, cortándole el aire y marcando el ritmo para desfondar a los rivales, y luego apartándose derrengado para entrar con veinte minutos de retraso, o la del “aguador” que va arriba y abajo del pelotón como un perro pastor, llevándole los bidones de líquido a su “señorito”? Cuando una competición es mixta de equipo e individual, todas estas consideraciones deben tenerse en cuenta; ¿por qué sí en ciclismo y no en la Fórmula 1?
Según ha ido pasando el tiempo, nuestra postura ha ido ganando adeptos; en una web (y eso que británica) se pudieron leer los siguientes párrafos en un editorial: “El control de la prohibición es simplemente inmanejable, y hay un consenso común de que la marca del Cavallino Rampante se encuentra en el patíbulo (el editorial era previo a la sentencia semi-absolutoria) no tanto por haber transgredido una norma, lo mismo que habían hecho equipos rivales, cuanto por la forma chapucera de hacerlo, y por las persistentes negativas posteriores respecto a que lo hubiesen hecho. Una opinión generalizada es que intentar forzar el cumplimiento de la norma de prohibición es poco práctico, puesto que hay múltiples maneras de que un equipo favorezca a un piloto, por lo que lo mejor que puede hacerse sería eliminar la norma”.
Ya con anterioridad a la sentencia, Frank Williams y Peter Sauber remitieron sendas cartas a la FIA posicionándose a favor de Ferrari, y en contra de la prohibición de las órdenes. Peter Sauaber ha declarado que “todos los equipos, abierta o secretamente, apoyan las órdenes de equipo cuando son lógicas, pero no lo reconocen en público”. Y en cuanto al comentario de Frank Williams justificando su carta, no tiene desperdicio: “No es muy habitual tener dos pilotos de idéntico nivel en el mismo equipo, pero nosotros pagamos un precio muy alto cuando nos encontramos en dicha situación con Mansell y Piquet. Los pilotos piensan en sí mismos, y está muy bien, pero todos queremos ganar campeonatos. Y es que dos cada año, porque el equipo también existe. Si ganas un campeonato mundial, ya puedes ir abriendo las puertas, porque el dinero empezará a entrar a chorros; pero de lo contrario, si no tienes buenos resultados, la supervivencia es terriblemente difícil”. Más claro no se puede hablar, y lo hace el director de una escudería independiente y relativamente pequeña que lleva décadas luchando por su supervivencia.
Particularmente sensata me parece la postura de Damon Hill, el discreto campeón de 1996, quien suscribe (también con anterioridad a la sentencia) lo siguiente: “Con una reglamentación tan vaga y básicamente defectuosa en todo lo relativo a las órdenes de equipo, sería erróneo dejar caer sobre Ferrari todo el peso de la ley, y por el contrario habría que buscar una completa aclaración del reglamento para evitar que volviese a tener lugar un insulto tan grosero a la inteligencia de los aficionados. Sacar pecho simplemente porque se tiene el poder para ello no es necesariamente la postura más inteligente, y se deberían legalizar las órdenes de equipo, pero también ofrecer algún tipo de garantías para los pilotos que decidiesen no obedecerlas. Los equipos dicen que no imponen órdenes, pero todos sospechamos que lo que están haciendo es indicarle al piloto cómo les gustaría que actuase, lo cual no puede considerarse legalmente como una orden. Y con esta situación el deporte no se está haciendo ningún favor”.
Claro que, una vez publicada la sentencia, ya van surgiendo otros que se cambian de campo, como Christian Horner, de Red Bull, el que antes defendía una postura similar a la de McLaren: “Creo que todo el mundo en la F1, y por supuesto los tres primeros equipos, tendrán que considerarlo; ¡ya nos hubiera gustado saberlo antes de lo de Estambul! Ferrari dice que quedarían como idiotas si perdiesen el título de pilotos por cinco puntos, pero nosotros, si también lo perdiésemos por haber dejado que Webber y Vettel peleasen entre sí, quedaríamos como más idiotas todavía”. Pues eso, pero hubiese sido mucho más elegante decirlo así desde un principio. Porque lo que ahora queda claro es que, puestos a escoger entre la pureza de la competición sin mezcla de “equipitis” alguna y los buenos resultados, nos apuntamos a los resultados. Más o menos, lo que ya dijo Groucho Marx: Estos son mis principios inquebrantables; si a Vd no le gustan, tengo otros.
Y por otra parte, después de tanto revuelo, en la sentencia el tribunal ha acabado reconociendo que no había argumentos que oponer a los presentados por el hábil abogado de Ferrari, el anglo-italiano Nigel Tozzi, en el sentido de que el aviso a Massa había sido simplemente para indicarle que corriese más, porque Alonso llegaba más rápido, ya que a su vez Vettel se les echaba encima; y como Massa declaró que dejó pasar a Alonso por propia voluntad, porque él ya no podía ir más rápido, pues legalmente no había nada que hacer. Y Tozzi estaba dispuesto a llegar a los tribunales de justicia defendiendo su posición, por lo que en la FIA decidieron dejar las cosas como estaban y, de paso, han aprovechado la ocasión para dejar caer lo de la revisión (y probable eliminación) de la prohibición de las órdenes de equipo. Porque, con su habitual soltura, Ecclestone se pregunta: ¿Qué es una orden: algo dicho en el momento, o una hora antes de la carrera, o decidido un mes antes?
Para cerrar, nada mejor que unos párrafos de un editorial recogido de la web “grandprix.com”, cuyo título es el que también he tomado prestado para esta entrada; creo que expresa perfectamente la situación con estos textos: “Lo que Ferrari hizo en el GP de Alemania no fue, ni más ni menos, que lo que se ha venido haciendo a lo largo de toda la historia en el deporte del motor. El hecho de que haya sobresaltado a parte de la opinión pública no es el fondo de la cuestión. Debe ponerse el énfasis en que los aficionados se eduquen acerca del deporte, y no en que el deporte adapte sus normas para satisfacer a espectadores faltos de formación.
El primer error fue promulgar la prohibición, como reacción a la cínica actuación de Ferrari en el GP de Austria de 2002. Cambiar las reglas fue un caso claro del perrito que mueve la cola para contentar al amo. Lo que Jean Todt hizo no fue nada ilegal, por más que resultase difícil de digerir; pero la reacción de los aficionados y de los medios fue vehemente.
Hasta entonces, la norma especificaba que los equipos no podían hacer nada perjudicial para los intereses de la competición, y que nada que interfiriese con el resultado de la carrera estaría permitido. Esto se añadió después del GP de Jerez de 1997, cuando hubo sospechas de puesta de acuerdo entre Williams y McLaren, y la sensación de que Norberto Fontana, piloto de Sauber, había ayudado a Michael Schumacher. No obstante, una clarificación decía que era legítimo que un equipo decidiese a cual de sus pilotos consideraba máximo aspirante dentro del campeonato, y que actuase en función de ello. Esto fue anulado con la norma de 2002 relativa a las órdenes de equipo, y el resultado es que los equipos siguieren aplicándolas como siempre, pero con un mayor grado de subterfugio y sutileza. El mejor ejemplo tuvo lugar en el GP de Brasil de 2007, cuando a Felipe Massa, otra vez él, se le hizo apartarse para que Kimi Raikkonen ganase la carrera y el título. Esto se consiguió mediante una parada en boxes más lenta. ¿Pero es éste, o cualquier otro medio encubierto para conseguir el mismo resultado, mejor que permitir órdenes de equipo más claras? La opinión mayoritaria en el paddock es que no, que controlar el cumplimiento de la prohibición es imposible, y que cuanto antes se elimine, mejor”.
Pienso que no hay más norma ni ley que los intereses económicos, como siempre.
Y que los equipos y por ende quien los sostiene (patrocinadores), lo que quieren es ganar, para eso pagan cantidades astronómicas que esperan ver brillando en forma de suculento retorno dinerario.
Lo demás es cuento.
Las opiniones de los Lauda, Ecclestone, Mosley no tienen más valor que la mía en este caso.
Y por si a alguien le queda alguna duda, mientras ferrari sea el presupuesto nº 1 hará lo que le plazca y hará bien.
Si hay equipos hay órdenes. Y si a alguno no le gusta, ahí tiene la Nascar.
El problema es que una orden de equipo le puede quitar a una carrera un porcentaje muy elevado de emoción, habida cuenta de la sequía de situaciones interesantes en una carrera de F1.
Y para cargarse una carrera, lo que hizo el presidente de la FIA en el Dakar del 89 cuando era director del equipo Peugeot con Ickx y Vatanen. Seis días antes del final el señor Todt decidió que Vatanen sería el ganador lanzando una moneda al aire.
Por estas y otras razones, creo que la F1, que es una competición en la que se desarrollan unas auténticas maravillas tecnológicas, es un petardo en cuanto a competición en la pista.
En mi opinión, las carreras de F1 son, casi siempre, un coñazo casi indigerible.
Sin embargo, todo el resto de aspectos que rodean a la F1 son apasionantes.
Estoy muy de acuerdo con las opiniones de jose, Javier y emprendeitor; pero me cuesta mucho entender todo esto Sr. Arturo. Muchísimo. Tanto, que por momentos tengo la sensación de no entender nada. Le agradezco mucho su perfectamente enlazada lista de argumentos y opiniones al respecto; pero -con su permiso- también lamento que no haya alguien como usted del otro lado, que le rebata por los cuatro costados.
Si no fuese por esas impagables imágenes de la cámara que, aunque elevada, nos acerca la conducción del piloto, creo que hace mucho tiempo que no vería eso que siguen llamando carreras.
Hace años que las carreras de F.1 no las gana el piloto más rápido. Creo que las medidas deberían ir encaminadas a conseguir eso, y no a permitir una norma, las órdenes de equipo, que para muchos siguen siendo trampas, y que cada vez que se materialicen van a cargarse buena parte del poco espectáculo que pueda quedarle a la carrera.
Si es el dinero quien legitima todo esto ¿no somos capaces de cambiar las normas para impedir que suceda?.
Jose Ángel, diga un año, de los últimos 10, que no haya ganado el más rápido. Siempre gana el más rápido. En mi opinión, lo que se está cargando el espectáculo es el sr Ecclestone y su insaciable ansia por ganar más dinero. Grandes marcas han salido de la F1, está proponiendo quitar Mónaco, Spa, Monza, Imola… porque no sale rentable. Como se «cargue» Mónaco, se acaba la F1.
Saludos.
A 5 Manolo:
Me parece que no sigo tanto la F.1 como usted, así que no puedo llevarle la contraria. Yo tan sólo me refiero a que cuando por ejemplo Massa se deja pasar por Alonso, la carrera ya no la gana el que es capaz de pilotar más deprisa, sino un equipo de personas. Y no tengo nada en contra de que haya un equipo de personas trabajando de modo ejemplar, pero sí de que consideremos el más rápido al piloto que no hubiese ganado sin esa ayuda.
Sobre el Sr. Eclestone también es posible que tenga razón. Me da la sensación de que tanto él como quienes con él se reunen terminan las reuniones por la vía rápida, tan pronto alguien de los presentes propone una fiesta en su piscina, o casi.
Y saludos, por supuesto.
Decir que me parecen muy acertados los parrafos de Grandprix.com, muy definitorios de lo que deberia de ser algo completamente normal en cualquier deporte de equipo. El bueno de Pedro Mtnez. de la Rosa ( por cierto, putadon lo de Peter Sauber, no se lo merecia), lo decia hace poco en una emisora de radio, la F1 es un deporte de equipo, y remarcaba que la palabra equipo no se referia solo a piloto 1 y piloto 2, no; equipo significa caulquiera de los que trabajan en el, todos, hasta el ultimo mono. Todos tenian que remar en la misma direccion para llevar a buen puerto el equipo y no se podian consentir esas rabietas de hijo mal criado de algunos pilotos. Y lo dice un tio de la maxima credibilidad en este sentido, que sabe lo que es trabajar, a veces en la sombra, para el bien del equipo que le paga y que no se le caen los anillos cuando, como en esta temporada, ha tenido que bajar unos cuantos escalones y lidiar con esa suerte de «carricoche de los picapiedra» que le dado ( y quitado) Don Peter Sauber, del que, por cierto, jamas he escuchado, al menos publicamente, la mas minima mala palabra salida de boca de Pedro.
Mas profesionalidad y menos declaraciones inutiles.
@6 Jose Angel, que Massa vaya delante de Alonso y este no pueda adelantarle no quiere decir que Massa sea mas rapido. Vistos los coches de F1, que estan tan al limite en aerodinamica y potencia, que un piloto consigua adelantar a otro es muy dificil. Si no, no tiene mas que ver como un coche no se puede acercar al delantero por problemas de agarre en curvas rapidas (se salen por falta de apoyo aerodinamico) y como mucho se acercan el las frenadas fuertes, pero si los coches son similares, la salida de la curva sera similar y todo se mantendrá donde está.
Sobre las ordenes de equipo, aun me acuerdo de la ultima carrera en la que «por mala suerte» el coche de Vettel sufre una perdida de potencia y se queja por radio a su equipo que su coche esta practicamente muerto, y que una vez adelantado por su compañero de equipo su coche «resucita» y vuelve a correr como lo habia hecho antes del «incidente». Ante esto, solo me queda decir que a Ferrari aun le falta un gran trecho que recorrer hasta llegar a este nivel de estrategias de Red Bull.
A 8 Andermay:
Le entiendo perfectamente, pero cuando hablando de la carrera digo «pilotar más deprisa», me refiero a ser capaz de llegar antes a la meta, sin «ayudas», sólo gracias al pilotaje. Si efectivamente es cierto que tiene usted razón al citar eso que se oye por ahí de que es muy difícil adelantar, creo -es sólo mi opinión- que deberían cambiar la reglamentación; no creo que la mejor solución sea permitir que un piloto se deje adelantar por otro.
Muy interesante la «mala suerte» de Vettel que cita.
Vuelvo a insistir en algo que ya he comentado en repetidas ocasiones, porque se habla de órdenes de equipo como si éstas estuviesen ocurriendo continuamente, y varias veces en cada carrera. Y sólo ocurren (cuando ocurren) en el siguiente caso: cuando los dos pilotos de la misma escudería marchan uno tras de otro, sin ningún rival de por medio, y en orden «equivocado» respecto al que a la escudería le conviene, y que, en el 99% der los casos, es precisamente con el piloto «más rápido» delante y el «escudero» detrás. El caso de Massa y Alonso se produjo porque en la arrancada, la maniobra de Vettel le cortó el paso a Alonso; de lo contrario, Masaa nunca hubiese llegado a ir delante suyo, y el problema no se hubiese planteado.
Comprendo la postura de JoseAngel, pero lo cierto es que, con la actual legislación aerodinámica, seguir de cerca en una curva rápida no es posible, lo cual hace poco menos que imposibles los adelantamientos. Y entonces, si se azuzan las luchas intestinas dentro del propio equipo, podría ocurrir lo que estuvo a punto de ocurrir en Monza, en la primera «chicane» cuando Massa intentó meterse «a cuchillo» por delante de Alonso, cuando salía no uno, sino dos puestos detrás. ¿Qué hubieran dicho la masa de «tifosi» y Luca de Montezemolo si los dos Ferrari quedan en la cuneta tras de haber recorrido 300 metros? Porque pudo haber ocurrido, lo mismo que le ocurrió a Hamilton en la segunda «chicane», unos cuantos cientos de metros más adelante. Si Massa quiere luchar por el campeonato, lo que tendría que hacer es llevar más puntos que Alonso, y clasificar mejor que él, no meterse en plan «kamikaze», que ya está feo contra los rivales, pero impresentable contra el compañero de escudería. Y si no, la única solución sería la de equipos oficiales con un solo piloto, y problema resuelto.
En cuanto a lo de los adelantamientos, basta con tener acceso a los tiempos de los tres sectores, tanto en entrenamienmtos como en calificación; en el tercer sector, que incluye la Parabólica que da entrada a la recta de meta, Alonso tenía siempre uno de los dos o tres mejores tiempos, y luego mayor velocidad punta que Button; luego, con un kilómetro de recta, lo lógico sería que saliendo de la Parabólica un poquito más deprisa, le pudiera pasar con facilidad. ¿Y por qué no lo hacía? Pues porque en la Parabólica tenía que ir varias decenas de metros alejado de Button, so pena de quedarse sin adherencia en el tren delantero y salirse subvirando.
Mientras no se les quite mucho más apoyo aerodinámico, no hay nada que hacer; pero mientras tanto, es bastante más lógico que una escudería recurra a las órdenes, o si se prefiere llamémosle estrategia de equipo, que a quitarle 50 caballos o retardarle un cambio de ruedas a un segundo piloto díscolo que no quiere enterarse de los intereses de equipo, cuando por una vez la suena la flauta y se encuentra por delante de su compañero nº 1.
Muchas gracias por la aclaración.