Viernes 5 de junio
En el mapa pone que la carretera de Agadir a Marrakech está en obras, que están construyendo una autopista. Eso pone en el mapa. En la realidad, hay una autopista construida durante unos diez kilómetros a la salida de Agadir. La autopista está construida y el atasco es gigantesco. La circulación sólo está permitida por uno de los dos viales. El otro está vacío. Inexplicablemente vacío. Después empieza la carretera, con muchísimo tráfico.
Es una carretera bellísima, por la que disfruto muchísimo.
Después de muchos kilómetros, veo un puente, presumiblemente en obras, con muy poca actividad.
Inevitablemente pienso en el progreso. Cuánta riqueza dará a este pueblo una autopista entre Marrakech y Agadir y cuánta le restará. Me da pena que desaparezca esta carretera. Me gustaría poder reproducirla con curvas y paisajes cerca de casa y recorrerla a menudo. Es un placer enorme conducir sus 200 kilómetros hasta la autopista, otro indicio de que estamos al final del viaje.
Una autopista perfecta, como la nariz de Cleopatra:
El único defecto de las autopistas es que no están valladas en algunos tramos. Que la crucen personas es muy frecuente. Nunca he visto animales, pero el policía que me paró durante la ida me dijo que uno de los motivos por los que había que cumplir el límite de velocidad eran los animales.
Hoy no excedo la velocidad máxima. No quiero multas, ni paradas que me retrasen sobre la hora prevista de llegada. Como no tengo fotos que hacer, me las invento:
A las ocho menos cuarto el ordenador indica que he recorrido 5.000 kilómetros desde que salí de Madrid cuatro días antes
En poquito más de cincuenta y cinco horas.
Eso sucedía a poco más de 150 kilómetros de Ceuta, que la veo desde donde vi la cascada de nubes a la ida.
Otro indicio de que el viaje se acaba es que hoy no hay puesta de sol.
Voy directamente a cruzar la frontera, a ver si tengo suerte y sale un ferry pronto para Algeciras. Ilusión vana. Los policías marroquíes deciden registrar el coche minuciosamente antes de dejarme salir del país. Con un destornillador, levantan algún plástico del salpicadero, levantan la moqueta del maletero con las manos. Les digo que yo lo hago, que me pidan lo que quieran, que yo levanto la moqueta, que me da miedo que rompan algo…
No me dejan hacer nada. Me dice el que parece el especialista que no me preocupe que tiene mucha experiencia. “Sí me preocupo”, le contesto. “Claro que me preocupo. El coche tiene tres meses”, le hago ver. Nada. Sigue mira que te mira y toca que te toca. Golpea los bajos con el mango de los destornilladores por muchos sitios, levanta los asientos, mira por todos los recovecos menos en los habituales de guardar cosas. Visto que no puedo hacer nada me relajo y bromeo. Curiosamente, sólo mira por el lado del copiloto. Se tira al suelo y mira los bajos (Un elevador les vendría muy bien) “¿Le puedo hacer una foto mientras registra el coche?” les pregunto en tono de broma con la esperanza de que me digan que sí. “No” me contesta con sorpresa el policía que intentaba entretenerme hasta ese momento.
—¿De verdad espera encontrar algo?— le pregunto un rato después al poli que busca con tanto ahínco, cuando veo que se lo toma tan en serio. Parece como si estuviera convencido de que iba a encontrar algo escondido.
—No— me contesta aparentemente convencido, pero sigue buscando con la misma intensidad.
Yo estoy tan tranquilo. No me creo que yo tenga pinta de camello. No sé por qué han decidido registrar el coche tan a fondo. Deben estar aburridos. Me tienen un buen rato.
Finalmente, me dejan marchar. Si había algún Ferry alrededor de las nueve ya lo he perdido.
Ya estoy en España.
El Guardia Civil me hace abrir el maletero. Le digo que si hubiera algo ya lo habrían encontrado los policías marroquíes, que me han tenido media hora. Lo convenzo. Ni mira y me hace cerrar.
No hay ferry hasta las 11:30 de la noche. El último previsto.
En la península, sin sueño, entre contento y triste, encaro hacia Málaga, la dejo atrás y paro a dormir en un hotelito de la autovía, en Casabermeja.
No por mucho que se lo hayan dicho antes no voy a dejar de decírselo yo: Un viaje y relato apasionante. Se nota que le gusta tanto conducir como escribir, o al menos eso me parece a mi.
Hablando del coche, ¿no le ha saltado el testigo que le indica hacer la primera revisión a los 30.000 kms?
Saludos
Verdaderamente una delicia de relato.
aun asi las revisiones van por el tipo de conduccion, quizas se alargue mas de 30.000km…
Muy buen relato a ver que tal las impresiones del coche!
Sigo este blog desde su inicio con la compra del coche. Éste es el primer comentario que dejo, ojalá hubiera más periodistas/violinistas como usted. Es un trabajo fantástico el que ha realizado para contarnos su viaje, maravilloso por otro lado. Siga trabajando así de bien. Como ya ha dicho más gente, espero con impaciencia sus impresiones en este viajes del coche, motor, cambio, etc.; lo digo como aspirante a un futuro propietario de un Seat Altea 1.8 TSI DSG. Un saludo.
¡Qué buen relato!, y me gustan las fotos desde el coche, incluso las inventadas. Me están dando ganas hasta de conducir para hacer un viaje como este.
Javier cual es tu proximo destino?¿?¿ mas o menos puedes ir diciendo que ruta segiras,si pasas por Cordoba/Jaen apunta un par de refreskitos xDDDD me gustaria ver la ruta de «cerca» aunque tampoco en plan quedada,pero supongo que sera bueno que la gente se integre,lo dicho. Saludos!!!!
Sólo decir que he disfrutado mucho leyendo su relato. Espero ansioso a la próxima aventura. ¿Europa del este, quizás?
Fantástico.
¿Les dijo a los últimos que era periodista? A lo mejor así le habrían dejado pasar sin mirar tanto el coche. Por cierto, ¿rompieron algo?
Deberias haber pasado por el Parque del Mediterraneo y haber hecho fotos, es la obra postuma de Cesar Manrique.
Una pena que no le hayas hecho fotos a las Murallas Reales
Ceuta es preciosa
5000 km en algo mas de 55 horas incluyendo paradas de policias? Si es asi, entonces si ha llevado usted un ritmo bastante rapido…
Saludos.