No les voy a mentir. No me voy a hacer el interesante. Correr un rally de regularidad es una tarea fácil.
Llegas a la salida, pones primera, luego sueltas el embrague y a continuación pones segunda y tercera. como en cualquier semáforo en el que estás atento. Luego, cuando llegas a las curvas: aceleras a la salida, cuando el coche está bien recto y frenas antes de llegar al giro. Muy fácil. Nadie te obliga a correr mucho. A veces, incluso, tienes que ir especialmente despacio.
En realidad, participar en un rallye del mundial de rallyes tampoco debe de ser difícil. Haces lo mismo que en un rallye de regularidad. Primera, segunda, tercera, freno, segunda… y cuando llegas a la curva giras el volante.
Participar y llegar a la meta es facilísimo. No se dejen engañar cuando oigan hablar de la dificultad de este tipo de rallyes. No hagan ni caso. Hasta yo he sido capaz de participar en uno y de llegar a la meta. Quienes participan y dicen que es difícil, se hacen los interesantes.
Lo único difícil, lo extremadamente difícil, es ganar. Perdón. No sólo ganar. Quedar el último puede ser relativamente fácil. Pero a partir de ahí la dificultad crece de forma exponencial. Ganar un puesto sí que es difícil. Pero eso no es culpa del rallye, ni de la regularidad. Eso es culpa de los otros 50 participantes cabr*n*s. Porque si no estuvieran todos ellos, ¿a quién iba a importarle si vas a 49,9 km/h de media o a 50,4? ¿Qué más da correr un poquito más o un poquito menos?
En los rallyes del mundial ocurre exactamente lo mismo. ¿Qué más da pasar por las curvas nevadas del Turini a 69 km/h en lugar de a 77? Cuando paso yo con el asfalto seco y voy a 69 todos los que van conmigo dentro del coche creen que no hay nadie mejor bajo las luces del universo, que conduzco como los ángeles y que más rápido no se puede pasar con ningún coche ni con ningún piloto.
No, el Turini no tiene la culpa. Ni los rallyes del mundial son rallyes difíciles. Quienes hacen difícil todo esto de competir son los otros pilotos que pasan por curva al triple de velocidad de la que soy capaz yo de pasar.
Este fin de semana he corrido en Bilbao el Rallyestone. Un rallye de regularidad. Mientras he estado en carrera, ha sido un rallye fácil para mí. El único problema es que había 30 otros participantes que lo hacían mejor. Si no hubiera sido por ellos, hubiéramos ganado mi copiloto y yo. Por unas carreteras preciosas, bajo la lluvia, con un Volkswagen Golf de hace 30 años. Con una organización y un ambiente magníficos. Todos encantadores, sí. Pero todos querían ganar. Ningún respeto por las canas ni por los sentimientos ajenos.
Algunos amigos me han dicho que 800 kilómetros por carreteras de curvas, casi seguidos, sin apenas tiempo para dormir eran demasiados. No me lo parece. Yo conduciría 24 horas seguidas por esas carreteras de curvas bajo el agua. Es como esquiar. Si no se me agotaran las piernas, no dejaría nunca de derrapar y de girar sobre la nieve.
No hay nada difícil, ni feo en un rallye de regularidad. Porque perderse tampoco es un problema. Te pierdes, miras el mapa o el rutómetro, y tarde o temprano vuelves a la carretera. En realidad, ningún deporte es difícil. Ni el ajedrez ni la Fórmula 1, ni el tenis. Lo que hay que hacer es buscarse a competidores peores que uno si lo que te importa es ganar.
Ganar un rally de regularidad es tan difícil como ganar un rallye de velocidad. Quedar el último es muy fácil en los dos casos. Y exactamente eso es lo bonito para mí. Lo dificil que resulta hacerlo mejor que tus rivales. En un rallye de velocidad, probablemente, el piloto que mejor sea capaz de poner el coche a punto y que más rápido sea capaz de conducir el coche, tiene muchas posibilidades de ganar.
En los rallyes de regularidad no basta con ser el mejor conductor ni con llevar el mejor coche. Quien quiera ganar tiene que conducir bien y tiene que llevar un buen coche. Pero no es suficiente. Tiene que compenetrarse muy bien con su copiloto, mucho mejor que en un rallye de velocidad. Por eso, este trabajo en equipo, hace de los rallyes de regularidad una experiencia muy diferente.
Pero, independientemente de que resulte fácil o difícil. ¿Se hace divertido participar en el Rallyestone? Para mí sí. Para mí, es divertidísimo. Divertidísimo conducir tantas horas por tantas carreteras de curvas, bajo el diluvio, con la exigencia de la competición en el cuerpo, con una organización espectacular que cuida todos los detalles y con un ambiente acogedor y cordial. La tensión de la competición es enorme.
Uno no sabe lo bien o lo mal que ha pasado por un tramo hasta al cabo de algunos minutos o de algunas horas, depende de los diferentes tramos. Esa indertidumbre, que genera ansiedad, también te hace mantenerte en vilo y con ganas de luchar por cada control de paso. Son tres días de lucha en cada curva para hacerlo mejor, para no perderse en ningún cruce, para sacar un cero en las penalizaciones.
Un juego muy divertido, que sin el resto de #@€3¬/¬%& que van a ganar sería mucho menos divertido. Porque es fácil sí, cuando no hay nadie contra quien competir.
En los próximos días iré contando detalles de este Rallyestone. Así, para empezar, les recomiendo que se compren un coche de más de 30 años y que empiecen a pensar en participar en la próxima edición. Promete ser mundial. Luego, cuando vivan los tramos de noche, bajo la luvia y experimenten la tensión que se vive cada segundo dentro del coche, me lo agradecerán.
(La foto de la cabecera que abre este reportaje es de José Luis Lujua. El reto están firmadas al pie. Gracias a todos los fotógrafos por la cesión gratuita de las fotos.)
Solo puede decir que se me ponen los dientes larguísimos cada vez que leo algo sobre ese tema, ¿que envidia!. Disfrute y cuéntenoslo.
Sr. Moltó, en ese tipo de rallies puede venir algún coche de frente?
Lo pregunto porque veo que llevaba las antinieblas delanteras conectadas habiendo una capa de agua sobre el asfalto, y en esas circunstancias el coche que venga de frente estará totalmente deslumbrado y ni siquiera el mirar para la cuneta derecha lo evita.
Sr. Manuel xvi,
Los rallies de regularidad de clásicos (y también los eco rallies), en general, se celebran a carretera abierta con medias establecidas por la organización no superiores a 50 Km/h.
Digo en general, porque también hay modalidad regularidad sport, en la cual las medias pueden ser y de hecho son, superiores a esos 50 Km/h, en cuyo caso las pruebas son a carretera cerrada y por tanto sin que a priori pueda venir nadie de frente.
Dicho lo cual, efectivamente, si viene alguien de frente estará totalmente deslumbrado… exactamente igual que si usted circula con su berlina por una carretera de noche con lluvia y principio de niebla.
Quiero decir con esto, que si viene alguien de frente se quitan las luces y ya (aunque Javier no tenía tan fácil hacer esto último… pero mejor que lo cuente él, jajaja).
Sr. Moltó es usted muy travieso, el título de la entrada lleva claramente a error. Por un momento he pensado que le había parecido fácil.
Me alegro de que se hayan divertido, y de que se apunte la edición del 2019.
Sr Valmhö, para su información, el 23 de febrero el Sr Moltó ni tenía coche, ni copi, ni sabía que iba a participar en el Rallyestone 2018… (mensaje subliminal, ¡anímese!).
¡¡Valmhö, anímese!! Implica un coste que hay que estar dispuesto a asumir, pero se puede hacer por un dinero razonable si tiene un coche bien cuidado a tiro y de 30 años.
No hay que ser un pilotazo para hacerlo razonablemente bien. Influyen muchos factores. La conducción no creo que sea el de mayor relevancia.
manuel xvi,
No voy a desvelar todos los detalles de momento, pero sí le puedo contar que en mi coche los antiniebla estaban conectados al mando de las luces largas.
Sin nadie de frente, luces largas y antinieblas. Con coche de frente, luces de cruce, sin antinieblas no luces largas.
Los antiniebla estaban orientados hacia las cunetas, para ver bien el interior de las curvas.
Corsario. El rally me pareció muy fácil. Si no llegamos a romper el coche hubiéramos llegado al final. Conseguir un buen resultado es muy difícil, pero yo no hablo de resultados 🙂
Participar en el rallye es tan fácil como ir al trabajo todas las mañanas. Otra cosa es llegar puntual al trabajo 🙂
No me líe, no me líe.
Ya le he entendido, y usted a mí también.
Aprendí a jugar al ajedrez hace muchos años, y me pareció muy fácil. Y me lo sigue pareciendo.
Lo que no recuerdo es cuándo ha sido la última vez que he ganado una partida jaja.
Corsario, en las condiciones que Ud. dice jamás llevaría los antinieblas, a no ser que por la cantidad de agua que levantan las ruedas lleve puestos los traseros.
Qué a qué ingeniero se le ocurrió lo de que para poner los antinieblas traseros tengas que poner antes los delanteros! A uno que no conduce o solo lo hace por autopista.
Javier, muy ingenioso lo de las luces. Pero, ¿y si solo hay niebla también hacen lo mismo?
manuel xvi,
Si llega a haber niebla, nos hubiéramos tenido que retirar porque no hubiéramos visto nada.
Por suerte no había nada de niebla, y nos sirvió este recurso (ñapa) hecha sobre la marcha para poder continuar en el rallye.
¡Exacto Corsario!! El ejemplo del ajedrez es perfecto. Es muy fácil jugar.
Yo alguna vez hasta he jugado contra mí mismo y me lo he pasado muy bien, pensando en los dos lados. Soy más malo que la pata de la mesa.
¿Ganar? Jajajaja