Señores y señoras,
¿cómo están ustedes? ¿Qué tal les prueba 2015?
Un servidor acaba de volver de Los Ángeles, donde (créanlo o no) me invitaron a una fiesta cuya anfitriona era Miley Cyrus. Sí, lo confieso, no tuve más remedio que ir.
Duré 20 minutos (minuto arriba, minuto abajo) pero confieso que encontré extremadamente divertido ver a un montón de ricos/hipsters peleándose por una cerveza de tres dólares. Es curioso como la palabra ‘gratis’ es capaz de unir voluntades de forma global, sin importar el dinero que uno tenga en el banco.
En fin, también estuve en una fiesta de HBO donde se comentaba la actitud de determinados políticos andaluces durante el rodaje de Juego de tronos en Sevilla. Ay, si yo pudiera hablar… acabaría en la cárcel con Isabel Pantoja.
Bueno, la cuestión es que ya he vuelto y pueden ustedes tocar las trompetas y todo lo que consideren oportuno siempre que haya consentimiento.
Esta semana se estrenan tres grandes películas que nadie debería perderse. Y por una vez no soy cínico: son realmente buenas.
La primera (por orden de prioridades) es Whiplash. Seguramente habrán oído hablar de ella y si no es así deberían solucionarlo: es la historia de un chaval que toca la batería como los ángeles y que encuentra en su camino a un profesor que es como una mezcla entre Hitler, Mozart y un sargento chusquero. El dúo protagonista es simplemente fenomenal: un chaval llamado Miles Teller (magnífico actor) y el descomunal J.K.Simmons. Simmons se perfila –según todas las quinielas- como el mejor perfilado para ganar el Oscar a mejor actor y, francamente, no me extraña. Su creación es tan sumamente humana y al mismo tiempo tan brutal que al acabar la película se queda uno aturdido en el asiento, pensando si debe ponerse a llorar o pedir un whisky cargado.
Whiplash es la historia de una obsesión (todos tenemos alguna) ejecutada con precisión quirúrgica y con el sonido de la batería como todo termómetro. No me satisface el final (no se puede tener todo) pero reconozco que la película me atrapó como un hipopótamo a su presa. Ya digerida, puedo afirmar que Whiplash es una de las películas que mejor me ha explicado la relación que algunos tienen (tenemos) con la música: a veces deliciosa, a veces cruel, siempre complicada.
Vayan a verla. Ya. Y si les gusta la música corran. Más rápido.
La segunda recomendación es Babadook: hablé ya de ella, si no me equivoco, pero repito. Película de terror con madre y niño en casa solitaria donde se cuela un invitado inesperado, escondido en un cuento infantil.
Maravillosa… aunque tampoco me guste el final.
Y en tercer lugar, y con una de esas interpretaciones actorales que dan sentido al amor que muchos sentimos por el cine, La teoría del todo.
Esta película es la historia del científico Stephen Hawking, un hombre al que de joven diagnosticaron una terrible enfermedad degenerativa y al que dieron dos años de vida. 30 años después sigue dando el callo, convertido en un símbolo del poder del ser humano para sobrevivir a toda costa y contra cualquier pronóstico.
El relato es lo suficientemente interesante por sí mismo pero lo cierto es que el trabajo de Eddie Redmayne es espectacular. Este actor británico de 33 años ofrece un demostración de talento y delicadeza al que se suma una actriz tan apabullante como Felicity Jones. Los dos llevan La teoría del todo a un nivel de brillantez cinematográfica muy difícil de ver en una época donde priman los blockbusters y las películas tan independientes que no hay quién cojones las entienda.
Yo la disfruté muchísimo y les aconsejo (con vehemencia) que hagan lo mismo.
Ya sé que tres películas son muchas, así que hagan lo que buenamente puedan.
Abrazos/as,
T.G.
Me apunto las tres. Como siempre, le agradezco las recomendaciones.
Dos cositas antes de irme:
¿Ha visto «Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho? Yo si, y es un truño, pero es que me gustaría que nos deleitara con su prosa malalechesarcástica; ya no la saca mucho a pasear, y se echa de menos 😀
¿No puede contarnos ni un poquito acerca de los políticos y Game of Thrones? Aunque sea sin dar nombres 😉
Me tiene muy abandonado últimamente a Monago. Siguen saliendo cosas, pero por suerte para el, ya casi se ha olvidado el tema y a lo peor hasta le vuelven a votar.
Es una pena, porque iban saliendo cosillas como esa de que parece que no era el quien usaba todos los billetes oficiales y…
«El presidente extremeño ha defendido que acudió siempre a las islas para trabajar honestamente».
Y claro, el trabajo honesto está claramente financiado por el Senado español:
«Según el decreto (de archivo del caso), los viajes se ajustan al régimen económico del Senado»
Lo que no sabemos es si las pastillas que le ayudan a realizar ese trabajo honesto también se ajustan al régimen económico citado, pero ya que está trabajando, no debería fallar por falta de medios adecuados al asunto (dice fallar).
Me ha encantado tu primera batería wiplash, es intensísima, y el final me ha dejado sobrecogida, no sabia si le iba a explotar la cabeza literalmente o iba a salir de allí con camisa de fuerza ( me refiero al protagonista), así que he agradecido que no pasara ninguna de las dos cosas. Me quedan todavía todas las demás películas, así que para artista del jazz que estoy yo hecha. No hago los deberes. Saludos.
No. Usted no puede hablar.
Recuerde lo que le pasó a Falconetti Peña.
Cuando quiso explicar cómo Carrillo había mantenido el maquis cuando ya no tenía sentido solo para liquidar a los comunistas que valían más que él.
Cuando explicó como a esos pobres desgraciados y a millares de civiles les encarcelaron, torturaron y asesinaron no ya la Guardia Civil y el Ejército, sino civiles con o sin camisa azul. En más de una ocasión incluso sus vecinos, «amigos» y familiares, pero no tanto por política como para robar lo que tenían los profesionales y pequeños burgueses «de izquierdas» (entiéndase liberales, progresistas o lo que se quiera, pero no solo del PCE) o incluso simples campesinos con tierras sin el menor interés en la política.
Todo eso podría haber pasado emitiendo su documental en horario de mínima audiencia, como hace TVE con los programas de cierto interés social, económico, histórico e incluso periodístico.
No, la causa de sus problemas fue otra.
Sin querer, sin ni tan siquiera tuviera la conciencia de que lo estaba haciendo, mostró a un miembro del PSOE con responsabilidad pública desenvolviéndose con completa normalidad en un entorno que parecía más propio de 1939 que del siglo XXI. Falangistas incluidos, con su camisita azul y su canesú.
Peña fue a un lugar que parece vivir en el pasado simplemente para ambientar un documental histórico. Y no se dio cuenta de que ahí, como coprotagonista había un individuo con poder de un partido que hace 40 años que fue invadido por los ultracuerpos. Y, bueno, laminaron a Falconetti.
Ahora es un trozo de una marquesina de autobús de estas que alquila la alcaldesa de Madrid. O de una farola de las nuevas, que también serán de alquiler. Para que luego se quejen los que dicen que hay que quitar el estado, ¿de qué iban a vivir los de Rent-A-Farola sin la externalización de los gobiernos del PP, del PSOE y el «muleto» de este, el PSOEdemos?