He vuelto.
Hoy estaba leyendo la historia de un ciudadano holandés que perdió el avión que desapareció en algún lugar del Océano índico y que antes de ayer perdía el que fue derribado en Ucrania (por cierto, qué papelón el de algunos medios calificando de “accidente” el hecho de que un misil impactara con un avión en pleno vuelo, cuando ya se había confirmado que no había sido ningún accidente. Lo del lenguaje es algo maravilloso), salvándose así de una muerte segura no en una, sino en dos ocasiones.
Pensé qué buena película sería eso, si alguien se atreviera a hacerla. No dentro de dos años, ni de cinco, ahora. También he pensado muchas veces (extrañas conexiones que tiene mi cerebro, o lo que me queda de él) cuánto me gustaría ver una buena película sobre lo qué ha pasado en el País Vasco durante los últimos 40 años con una organización terrorista llamada ETA. Sin embargo, y un día alguien lo lamentará, la historia está pasando de largo y –de nuevo– volveremos a perder la oportunidad de aprender algo de los momentos difíciles.
Estamos en un momento de la historia de este país que será recordado por nuestros hijos y nuestros nietos. No sólo por lo de Cataluña, o por lo de Podemos, o por la sensación de que el bipartidismo que hemos sustentado con nuestros votos desde los años ’80 (no sé si lo de la UCD cuenta para algo) va a acabarse. Hay algo más: la sensación de que en las próximas elecciones generales a este país no lo reconocerá ni la madre que lo parió. ¿Y qué hacemos? En lugar de tomar nota y documentarlo y hablar de ello en tiempo real, nos dedicamos a regodearnos en sandeces y a olvidarnos de lo que se discute aquí es nuestro futuro. Plain and simple, como dirían al otro lado del Atlántico.
Bien, pasado este ataque de trascendencia (no se me preocupen, sólo los tengo cada tres o cuatro meses, la medicación me tiene bastante a raya), decirles que este fin de semana se estrena –al menos– una película cojonuda, que deberían ir a ver inmediatamente: El amanecer del planeta de los simios.
Todos/as recordamos/as el clásico de Charlton Heston. Todos/as hemos querido olvidar el despropósito de Tim Burton. Y –creo– que todos/as podemos reconocer lo estupenda que era el reboot de hace un par de años, extremadamente inteligente y totalmente solvente. De pronto anunciaron que el director lo dejaba y a algunos/as (incluido yo) se nos cayó el cielo encima: la gracia de la película era tener a un tipo con ideas frescas, un novato que no dudó a la hora de pasarse por el forro lo que se suponía que tenía que ser el filme para perseguir su propia visión del mismo.
Sin embargo, cuando anunciaron que Matt Reeves tomaba el control, reconozco que me iluminaron los ojos. Un tipo del círculo de JJ Abrams, con dos películas en su currículo de la altura de Déjame entrar y (la brutal) Monstruoso y un talento que no le cabe en el cuerpo.
Lo primero que hizo fue contratar a Gary Oldman y a Jason Clarke. Lo segundo, reescribir el guión. Y lo tercero, convertir la película en algo más que la secuela de un reebot que es en realidad un remake (lo siento, yo también me he mareado al decirlo).
El amanecer del planeta de los simios es un tour de force, una reflexión sobre la humanidad que va más allá del puro espectáculo (que lo hay, créanme, madre de Dios si lo hay) y que entronca de algún modo con un humanismo que es difícil ver en las grandes superproducciones de Hollywood. Tanto es así, que muchos republicanos y la Asociación Nacional del Rifle (los que van después de cada matanza en un colegio a decir que las armas no tienen culpa de nada) han puesto al grito en el cielo por lo que ellos consideran que es un manifiesto radical contra las armas de fuego.
La película arranca un tiempo después de donde lo dejó la anterior: César es el líder de un numeroso grupo de simios que viven en algún lugar al otro lado del Golden Gate. La gripe simia ha barrido el planeta y diezmado a la humanidad hasta límites insospechados, pero –aun así– estos siguen empeñados en buscarles las cosquillas a los simios, lo que provoca un conflicto que va a poner al hombre contra las cuerdas.
Los efectos especiales son algo descomunal (atención al CGI de los simios, que demuestra cuanto ha avanzado esta tecnología) y el diseño de producción es extraordinario. No se mira el reloj ni una sola vez y cuando se encienden las luces a uno se le queda la cara de “¿puedo tomarme otro Cola-cao, papá?”.
Sí señores, es así de buena. Un espectáculo sensacional por el que vale la pena pagar el precio de una entrada.
Corran, coño, corran.
(Si es posible en versión original, la voz de César en la doblada es una aberración.)
Abrazos/as,
T.G.
Consigue que nos pongamos totalmente de parte de los simios.
Tan espectacular como la primera. Traición, ambición, vengaza, egoísmo…esta peli me ha dado que pensar. ¿De verdad nos merecemos los humanos estar en la cumbre de la pirámide?
Saludos!
Mi primera impresión de la película casó una carcajada de las largas. A medio camino entre la de James Mason en «El prisionero de Zenda» y la de Myers en su saga «maligna».
Esto ocurrió no hace años cuando se empezó a pensar en rodarla. Ni hace semanas al ver el trailer. Sino hace tan solo unos pocos días, al ver una valla publicitaria aquí, en el caserón venido a más que es Madrid.
Decía algo así como «El 18 de Julio…» Y algunos tenemos el recuerdo de las nóminas extraordinarias de verano que se pagaban, precisamente, el día 18 de Julio. Vaya, que esa fecha era de celebración.
Por ejemplo, en las casas de los primitos Trinidad-cita Jiménez y Albertito Ruíz-Gallardón Jiménez. Porque gracias a esa fecha su común abuelo había llegado a ser alguien en el régimen de Franco sin dar un palo al agua. Paradójicamente, ligado al mundo laboral.
Y gracias a ese día, la Trini y Gallardón se pudieron pelear por la alcaldía de Madrid de tú a tú, simulando no conocerse y estar en partido muy popular y en otro muy socialista.
Por eso a ese día le cuadra tanto el subtítulo del anuncio: «El amanecer del planeta de los simios». A ver cuándo aparecen simios que sí razonen.
Yo vi en su momento la película de Heston y también las cuatro secuelas que formaban la ¿pentalogía? de los simios. Además, que las vi del tirón, un mismo verano.
Así que ya conozco de sobras a César. Y conozco la realidad: Sé porqué aparecieron personas no humanas en el planeta y porqué dejó de haber personas humanas. Una causa mucho más interesante, por probable, por lo que he podido ver en los trailers, que el inventillo de la plaga. Porque, además, nos deja a nosotros, los hombres, como causantes de nuestra propia destrucción.
Les recomiendo que vean la pentalogía de los simios al completo. Verán ustedes lo que es hacer cine sin complejos.
Dicho lo cual… ¿2D o 3D?
La vimos ayer en el cine de verano y nos gustó. Qué papelón hace el mono malo, jaja, es broma es que me hace gracia decirlo.
Me gusta mucho el final, a las puertas del desastre inevitable como no podía ser de otra manera. Y cómo siempre hay algunos que se salvan a pesar de todo, como la vida misma.
Muy entretenida, si señor.
ufff, yo es que para ver una de monos, tienen que hacer cosas graciosas. Llevar chistera, fumar un puro, montar en bicicleta…
De eso en esta peli ¿sale algo?
Ya, ya. Pero ¿2D ó 3D?